Con/vers@s 7: Memoria y pandemia

Tras dieciocho meses de pandemia, la escritora Rosa Beltrán reflexiona sobre cómo la memoria ha adquirido un lugar preponderante en nuestras vidas. Según la anfitriona, junto con la zozobra por el devenir y las muchas fantasías que tenemos sobre cómo será la nueva normalidad, en la mayoría de los libros que ahora se escriben, casi siempre hay un momento de marchar hacia atrás.

Para ahondar sobre el tema, hace un recorrido histórico, a través de la literatura universal, sobre grandes obras literarias que se han dedicado a preservar la memoria y su importancia en nuestros días. Desde el grigo Aristóteles, el pensador Giordano Bruno, pasando por Jorge Luis Borges, Stefan Schweig, María Zambrano y Marguerite Yourcenar, hasta una serie de autoras mexicanas que han reconstruido la historia de nuestro país a partir de sus textos de memorias; entre ellas Rosario Castellanos y Margo Glantz.

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  • Anfitriona: Rosa Beltrán
  • Episodio: 7
  • Duración: 11:52
  • Etiquetas: #MemoriayPandemia, #Memorias, #Memoria, #Aristóteles, #GiordanoBruno, #Borges, #JorgeLuisBorges, #MargoGlantz, #RosarioCastellanos, #MaríaZambrano, #MargueriteYourcenar, #StefanSchweig

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Podcast Con/vers@s

Capítulo 7: Memoria y pandemia

Anfitriona: Rosa Beltrán, escritora y directora de la Casa Universitaria del Libro UNAM (CASUL)

Rúbrica. CulturaUNAM presenta. No se trata sólo de lo que tenemos que decir. Es también todo lo que tenemos para escuchar. Somos lo que conversamos. ¿Conversas? Una rosa es una rosa es una rosa. Con/vers@s. Un podcast de la Casa Universitaria del Libro. Con Rosa Beltrán.

[Entra música de piano]

[Habla Rosa Beltrán]: Memoria y pandemia. Tras dieciocho meses de pandemia la memoria ha adquirido un lugar preponderante en nuestras vidas. Junto con la zozobra por el devenir y las muchas fantasías que tenemos sobre cómo será la nueva normalidad, en la mayoría de los libros que ahora se escriben, casi siempre hay un momento de marchar hacia atrás. Nos hemos puesto a recordar cómo era el mundo antes de la pandemia. Quizá, buena parte de lo que se escriba sobre este tiempo, tendrá como denominador común esta exploración de lo que fuimos o de lo que fue el mundo antes.

Tal vez esto se deba a que, por muchas razones, intuimos estar en una etapa de clausura; algo se terminó y empieza otra cosa, que aún no podemos imaginar. Pero recordar eso que fuimos tiene ahora una importancia fundamental. La memoria, desde las culturas más antiguas, ocupa un lugar preponderante en nuestras vidas. Para los clásicos era una herramienta indispensable de sobrevivencia, frente al devenir del tiempo. La idea de escribir sobre el pasado, para proyectarlo al futuro, es algo que ha estado presente en todos los autores; desde los poetas clásicos, hasta los narradores del siglo XIX y XX. Se escribe sobre el pasado, para construir la identidad de los pueblos, para decir esto somos porque esto fuimos.

El tiempo pasado contiene nuestras semillas, nuestras raíces, y por más que el presente y el azar nos determinen, siempre somos, de alguna manera, lo que fuimos. Según Giordano Bruno, el arte de la memoria consistía en utilizar convenientemente los símbolos del pasado para renovar el presente y encauzar el futuro. El arte de la memoria, ese mecanismo que inventó Bruno, consistía en replicar a través de un espejo mental el orden de la naturaleza, para así tener la imagen completa del universo. Una arquitectura de la memoria donde las imágenes externas se acomodaran con las internas, para tener a la disposición todo el saber. ¿Suena a magia verdad? En realidad, el invento de Bruno es la confirmación de que la memoria y la imaginación van de la mano, de que no podemos recordar sin interpretar y que la interpretación del pasado es lo que le da sentido a nuestros días. Mucho se ha hablado de que la literatura capta, de forma más acuciosa la memoria, que cualquier otro género, pues implica, no solamente los hechos, sino los sentimientos y las reacciones que se ha tenido frente a esos hechos. Lo mismo que para Aristóteles, para Bruno la imaginación sirve de enlace entre el mundo exterior y el interior, dicho de otro modo, sin la imaginación y la memoria no sirve de nada vivir lo que vivimos. De modo que hay que acudir a la memoria, la nuestra y la de los otros. Pero dónde están esos recipientes donde hemos guardado la memoria colectiva. Jorge Luis Borges lo pregunta en un poema: “Dónde está la memoria de los días que fueron tuyos en la tierra y tejieron dicha y dolor y fueron para ti el universo.”

Según María Zambrano, la poesía es la verdadera memoria de los pueblos, allí está no lo que piensa uno, sino lo que pensó ese uno en nombre de muchos. El escritor español Azorín habla de la memoria como un tesoro. “Todos hemos sido ricos en el mundo”, dice, “todos lo somos. Las riquezas las llevamos en el corazón.”

La memoria captada por los escritores, no siempre es la que habla de sus vidas aunque también hay memorias portentosas de escritores sobre sí mismos. Pero la memoria de quienes escriben consiste en reconstruir lugares, épocas, modos de vida que se fueron. Por ejemplo, Memorias de Adriano, de Marguerite Yourcenar, en su libro que imagina la vida del emperador romano del siglo II, en sus últimos días, cuando frente al médico se confiesa, ya derrotado por su cuerpo. A través de una supuesta carta a su sucesor, el emperador Marco Aurelio, Adriano hace un recuento de su vida, de su tiempo, y reflexiona sobre el ejercicio del poder, en alguien que fue uno de los espíritus libres de la antigüedad.

En tono muy distinto, París era una fiesta, de Hemingway, reconstruye la vida de los norteamericanos exiliados en París, en 1920, en lo que conocemos como la Belle Époque, y lo hace con tal fuerza, que muchas de las imágenes de esa etapa que tenemos ahora, son obra más de su imaginación que de la realidad de entonces.

Uno de mis libros de memorias favorito es El mundo de ayer. Memorias de un europeo, de Stefan Schweig. Esta obra es notable, no sólo por la forma en que Schweig reprodujo un mundo que se fue, con la entrada del fascismo, sino por el modo en que nos sirve esa memoria para darnos cuenta de la locura del nazismo y las consecuencias de la Segunda Guerra para Europa. Esas memorias, como casi todo libro que se proponga ir hacia atrás, hacia el pasado, están cargadas de nostalgia, y muestran un enorme contraste con el siglo XX, extraño y violento. Habla memoria, de Vladímir Nabokov, cuenta con extraordinario detalle la vida cotidiana de este autor. El amor por su madre, la forma de vida de una Rusia que se volverá inhóspita y burguesa, con la entrada de la Revolución; y que terminará con los sueños de infancia y de adolescencia, de este autor.

En nuestra lengua hay notables ejemplos de memorias, Rosa Chacel, María Zambrano, Concha Méndez, entre otras autoras españolas, recuerdan el ingreso de las primeras intelectuales del siglo XX, a la esfera política; sus reivindicaciones, sus luchas en favor de la libertad de la República y el modo en que el franquismo vino establecer una práctica sistemática del olvido para todos, pero sobre todo, para las mujeres.

En América Latina, tenemos también varios referentes de esta literatura. Las genealogías, de Margo Glantz, inaugura un género en nuestro país, además de hacer el recuento de los padres, la familia, el círculo cultural y la vida de los judíos en México. Angelina Muñiz-Huberman tiene también un pormenorizado recuento de la experiencia del exilio español en México. Y en el género de la autobiografía, han escrito también, María Luisa “La China” Mendoza, cuya memoria de lo vivido se alterna con la memoria de lo que imagina, pues como solía decir, siempre fue muy fantasiosa. María Luisa Puga quien se centra en la memoria de los países en que vivió, aunque también registró los desencuentros con el cuerpo, en su Diario del dolor. Y, por supuesto, los múltiples poemas y las novelas de Rosario Castellanos.

En estado de memoria, de Tununa Mercado, es un libro que entreteje la experiencia del exilio con el diario íntimo, donde la voz se resiste al olvido, para hablar de la pobreza y de la pérdida de arraigo que sufren miles. Fue escrito en los años en que su autora vivió en México, de 1974 a 1987. También registran memorias de sus países y de su tiempo histórico Laura Restrepo, Luisa Valenzuela, Diamela Eltit, entre otras.

Han escrito notables ensayos sobre la memoria Fray Servando Teresa de Mier, Guillermo Prieto, Federico Gamboa, José Juan Tablada, José Vasconcelos; ellos son casi siempre mencionados cuando se habla de las memorias de su tiempo. Y son muy distintas las formas de registrar, esa memoria, y distinto también lo que registran las autoras y los autores. El tema amerita hablar de la diferencia entre las memorias de unos y otras, pero el espacio aquí es corto para hacerlo. Quizá en otra ocasión. La pregunta que queda en el aire, por lo pronto, es: ¿se registrara de modo distinto la experiencia de la pandemia entre escritores y escritoras? Quedan todavía meses para que podamos leer eso que ahora estamos viviendo.

CulturaUNAM presentó.

UNAM

[FIN]

Con/vers@s

La literatura es el terreno en que se depositan y florecen los sentimientos atemporales. Los miedos, sueños y deseos por los que hemos transitado y que se presentan de modo recurrente en cada época aparecen inevitablemente en las grandes obras de ficción que visitamos como manuales de sobrevivencia y retratos hablados del alma humana. Este pódcast trae al presente las emociones y experiencias que las personas de distintos tiempos y culturas hemos compartido en momentos cruciales de la historia y las hace dialogar con aquellas otras que enfrentamos en esta extraña época de pandemia.

Rosa Beltrán

Rosa Beltrán

Anfitriona

Novelista, cuentista, ensayista, cronista, fundadora de varias colecciones literarias, entre ellas Sólo cuento (10 vol.), Crónica y El Ensayo. Es autora de novelas como La corte de los ilusos (Premio Planeta 1995), El paraíso que fuimos, Alta infidelidad, Efectos secundarios y El cuerpo expuesto. De los volúmenes de cuentos: Amores que matan y Cuentos darwinianos y del libro de ensayos Verdades virtuales. Ha sido traducida al inglés, francés, italiano, holandés y esloveno. Ha sido merecedora del reconocimiento de la American Association of University Women (AAUW), del Premio Universidad Nacional para Jóvenes Académicos en el área de Creación y del Reconocimiento Sor Juana Inés de la Cruz por la UNAM. Es miembro de número de la Academia Mexicana de la Lengua y codirige el programa Contraseñas para Canal 22. Hasta 2019 fue directora de Literatura y ahora es directora de la Casa Universitaria del Libro, UNAM.

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