Allegro con batuta 3: ¿Qué hace un director de orquesta?
Esas son algunas de las preguntas que Iván López Reynoso intentará responder al escucha en la tercera entrega de Allegro con batuta.
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Allegro con batuta
Capítulo 3: ¿Qué hace un director de orquesta?
Anfitrión: Iván López Reynoso
Rúbrica: Una partitura no es una pieza de museo, no es un monumento inalterable, no es un recuerdo estancado. Una partitura se toca, se platica, se arruga, se escucha. Allegro con batuta. Un podcast de perspectivas y análisis sobre el panorama musical y artístico. Con Iván López Reynoso. CulturaUNAM.
[Habla Iván López Reynoso]: Queridas amigas, queridos amigos, los saluda con mucho gusto Iván López Reynoso, en este tercer episodio de nuestro podcast Allegro con batuta, agradeciendo como siempre a CulturaUNAM por este maravilloso espacio para platicar con ustedes sobre música, sobre dirección de orquesta, sobre orquestas, sobre ópera, sobre el mundo de la música clásica en la actualidad.
Imagínense ustedes a un músico que toma su estuche, con un violín o con un clarinete o con un chelo o con un contrabajo o con una flauta. Se dirige a la sala de conciertos, al teatro, al salón de ensayos. Saca su instrumento. Calienta un poco, se prepara, coloca las partituras en el atril y espera el inicio de un ensayo, junto con sus colegas integrantes de la orquesta. En ese momento entra el director de orquesta y se dispone a iniciar el ensayo.
¿Qué hace un director de orquesta? Además de mover las manos, para qué mueve las manos. ¿Tiene un sentido? ¿Tienen un significado? ¿Envían un mensaje especial? ¿Para qué está un director ahí, si todos los músicos tienen su partitura enfrente? Esas son algunas de las preguntas que yo más he escuchado sobre la maravillosa profesión de dirigir. Y el director de orquesta, efectivamente, es todas las preguntas anteriores y muchas más cosas.
A mí me gusta, queridos amigos, imaginarme al director de orquesta como un chef, como un cocinero que tiene enfrente los ingredientes para cocinar uno de los más maravillosos y más apetitosos platillos; y tiene también la receta enfrente.
Esa receta contiene las indicaciones necesarias, las cantidades necesarias, para cocinar y que el platillo resulte. Sin embargo, el chef siempre podrá agregar un poco más de sal, un poco más de pimienta, alguna especia, darle un toque especial, un toque más picante, un toque más cítrico, adueñarse de la receta y crear un platillo típico, que tenga su firma. El director de orquesta pues, amigos, es, en ese sentido, muy similar al chef, muy similar al cocinero. Un director de orquesta tiene una partitura, esa partitura que ha sido compuesta, escrita, por alguna mente brillante de la historia. Compositores y compositores que tienen la creatividad a flor de piel, que se encargan de transmitir emociones, sensaciones, ideales, visiones, curiosidades, convertirlas en música y escribirlas en un papel pautado. Esos compositores que tienen la vena creativa, que tienen la chispa, que tienen la originalidad para escribir, crear y así plasmar emociones en un pedazo de papel. Esos compositores, sin embargo, saben que son el origen del mensaje pero no el destino del mensaje. El destino del mensaje es, definitivamente, el público. Y para que el público reciba ese mensaje necesitan un vehículo. Y el vehículo son los intérpretes, los músicos. Y el conductor, el director, es el encargado de descifrar el contenido de ese mensaje. El compositor puede ser muy específico: decir qué tan rápido, qué tan lento, con cuántos instrumentos, con qué tipo de instrumentos, cómo quiere que sea interpretada la obra, con qué carácter, con qué sonido, con qué intención... Pero, al final el director es el encargado de balancear, de definir todos esos sonidos, junto con su orquesta. Y, efectivamente, el clarinetista de la orquesta o el violinista de la orquesta o el chelista tiene enfrente, en su atril, la partitura. La partitura que le indica a él cómo tocar su instrumento, y qué notas tocar para que la obra de este compositor exista. Sin embargo, este músico tiene enfrente sólo una parte muy pequeña, un porcentaje mínimo de la construcción total de la obra. Ustedes imagínense que el chelista tiene en su atril la línea del chelo, pero no tiene en su partitura la línea del violín primero ni la del violín segundo ni de la viola ni de los contrabajos ni de las flautas. Esa información la tiene el director de orquesta.
En la partitura del director de orquesta, si ustedes la vieran, es realmente un… digámoslo así, un universo completo. Tiene todas las líneas de la obra, los instrumentos, las indicaciones, de cada uno de los integrantes de la orquesta. Y esto, obviamente, hace que el trabajo sea, al mismo tiempo, como una especie de moderador de un debate. Este debate entre el compositor y el instrumentista. El instrumentista que es definitivamente el que reproduce el sonido del compositor. Pero el compositor que es el que le da voz a esas notas que está tocando el músico.
Este balance tan delicado queridos amigos, queridas amigas que están escuchando este episodio de Allegro con batuta es el balance más difícil de encontrar. ¿Qué tanto se puede ir hacia un lado de la interpretación o hacia el otro? ¿Qué tan melancólica puede ser una pieza o qué tan emocionante, qué tan rápida, qué tan lenta? Ése es el debate tan interesante de la dirección de orquesta y de la interpretación musical. Es ahí también, amigos, donde radica la importancia de otro de los factores que definen completamente el éxito de un concierto. Y es donde se gesta toda la magia: el ensayo.
El ensayo, queridos amigos, que es lo que no se ve en un concierto. El concierto es, por decirlo de alguna manera, la punta del iceberg, lo que nosotros alcanzamos a percibir, lo que el público disfruta. Pero debajo de esa punta del iceberg hay una serie de trabajos y una serie de ensayos y una serie de preparativos que hacen que ese concierto sea posible.
Los ensayos son pues ese momento en el que el músico de la orquesta o el cantante o el director de orquesta se reúne con su equipo, con los demás colegas, para darle forma a la obra. Para ponerse de acuerdo, para establecer ciertos parámetros, ciertos criterios y lograr, así pues, que la obra tenga una unidad. Este trabajo, queridos escuchas, es el trabajo más emocionante para mí en esta maravillosa profesión de dirigir. Ese momento en el que puedes realmente descifrar la obra, desensamblar la partitura, ir a la a la fibra misma de la obra, al origen mismo de la obra. ¿Cómo fue que el compositor llegó a esas decisiones? ¿Cómo fue que el compositor quiso plasmar esas imágenes, esos sonidos? ¿Qué fue lo que llevó al compositor a tomar esas decisiones? Ésas son las preguntas que un director se suele hacer cuando tiene enfrente una partitura. Y cada vez son más las preguntas que nos hacemos, sobre todo, queridos amigos, mientras más antiguo es el compositor, más preguntas nos tenemos que hacer. Ustedes tienen que saber que mientras más ha evolucionado la música, mientras más actual es el compositor, más información suele haber en la partitura. Hay muchos detalles de interpretación, queridos amigos, que los compositores, en el siglo XVI en el siglo XVII, ni siquiera se tomaban la molestia de escribir en las partituras, porque eran los usos y costumbres de los músicos de la época. Ellos sabían cómo se tenía que tocar cierta melodía o cierto pasaje o cierto fragmento, o cómo ensayar con sus compañeros y con sus colegas. Pero al nosotros ya no tener contacto directo con esos intérpretes ni con esos compositores tenemos que acudir, no solamente a la partitura, sino a las cartas o las reseñas o a los escritos o a toda la información que rodea a la creación de esa composición musical para entonces tener más información sobre cómo se interpretaba, en esos momentos, una partitura.
Así, queridos amigos, los ensayos son pues el momento en el que todos los involucrados en la creación de un espectáculo escénico se reúnen para trabajar, para tomar decisiones y el proceso de ensayos depende, también, de la duración de la obra, de la complejidad de la obra, del tamaño del programa y los factores que intervienen son muchísimos.
Para un concierto sinfónico, con la OFUNAM, en la Sala Nezahualcóyotl suele haber unos tres, cuatro o cinco ensayos. Pero para una producción operística suelen ser entre tres y cuatro semanas de ensayos. Pues una ópera involucra muchos más elementos que un concierto sinfónico. En el concierto sinfónico está la orquesta, el director, el público y, probablemente, uno o dos o tres solistas. En una ópera están los cantantes, el coro, la escenografía, la iluminación, el vestuario, el texto, el libreto, el director de escena, el coreógrafo, la orquesta, el director de orquesta, el público, el director del teatro, el iluminador, el tramoyista y todo el equipo que conforma una puesta en escena operística. Es mucho más nutrida. Por ende, el director concertador, que es como se les suele llamar a quien lleva la batuta del espectáculo operístico, tiene bajo su cargo muchas responsabilidades en una puesta en escena de una ópera. Tiene que dirigir la parte musical pero tiene que tener conocimientos de teatro, conocimientos de danza, conocimientos escénicos, conocimientos de lenguas, de idiomas, para entonces poderle dar vida a una partitura operística. Es por ello que el trabajo del director de orquesta es uno de los más ricos, de los más emocionantes que hay y es para esto, entre muchas otras cosas, para lo que está ahí un director de orquesta. Es este cocinero, este chef, es el moderador de este debate.
La figura dictatorial, autoritaria, del director de orquesta está pasado de moda, queridos amigos, el director de orquesta como buen líder tiene que inspirar a sus trabajadores, sacar lo mejor de la gente que tiene enfrente. Y el mejor director de orquesta es aquel que logra inspirar a los músicos que están trabajando con él.
Queridos amigos, queridas amigas, escuchas de Allegro con batuta, gracias por habernos acompañado en este tercer episodio de nuestro pódcast. Hasta la próxima.
[FIN]
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Allegro con batuta
Analizaremos el futuro y la actualidad de la música clásica con los ojos de las nuevas generaciones. Platicaremos sobre las propuestas, las vertientes, las alternativas y los factores que intervienen en la reinvención y renovación de las actividades artísticas escénico-musicales. ¿Qué finalidad tiene un concierto? ¿Para qué sirve la música clásica? ¿Está vigente? Estas son algunas de las preguntas que nos plantearemos juntos y que intentaremos contestar en estas sesiones de análisis y reflexión.

Iván López Reynoso
Anfitrión
Considerado una de las batutas jóvenes más importantes de la actualidad, ha dirigido en países como México, Perú, España, Alemania, Italia y Omán. Es director asociado de la OFUNAM y principal director invitado de la Oviedo Filarmonía en España. Su versatilidad lo ha llevado a dirigir música sinfónica, danza, ballet, espectáculos multidisciplinarios y más de 30 óperas. Colabora frecuentemente con orquestas de prestigio y con artistas como Javier Camarena, Brigitte Fassbaender e Ildar Abdrazakov, entre otros. Es el primer director mexicano en haber participado en el Rossini Opera Festival de Italia, y se convertirá en el primero en dirigir en el Teatro Real de Madrid en enero de 2021.