Confesiones en voz alta 3: La movilidad, una frontera más por borrar

En este tercer episodio, titulado La movilidad, una frontera más por borrar, Juan Meliá reflexiona en voz alta sobre la necesidad innegable de incorporar a nuestros modelos de gestión, producción, programación, análisis, formación, investigación y creación, la posibilidad de fomentar y fortalecer procesos de circulación y movilidad de ideas, políticas, investigaciones, programas, proyectos, obras, especialistas, creadoras y creadores.

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  • Anfitrión: Juan Meliá
  • Episodio: 3
  • Duración: 27:35
  • Etiquetas: #JuanMeliá, #TeatroUNAM, #Movilidad, #GestiónCultural, #GestoresCulturales, #OrhanPamuk, #QueraltRiera, #FemenineDeJuliusEastman

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Confesiones en voz alta

Podcast CulturaUNAM

Capítulo 3: La movilidad, una frontera más por borrar

Anfitrión: Juan Meliá

Fecha: junio 2022

Intro: Este tercer episodio lo he titulado La movilidad, una frontera más por borrar, y está dedicado a reflexionar en voz alta sobre la necesidad innegable de incorporar a nuestros modelos de gestión, producción, programación, análisis, formación, investigación y creación, la posibilidad de fomentar y fortalecer procesos de circulación y movilidad de ideas, políticas, investigaciones, programas, proyectos, obras, especialistas, creadoras y creadores.

Está dedicado a reflexionar sobre el momento germen de un proyecto, que también marca qué sucederá con la obra y cuál es su formato ideal, para definir la línea que divide el que tu voz y tu trabajo se vea, lea o escuche más allá de tu propio entorno.

[Rúbrica]: Confesiones en voz alta…el día a día de la gestión cultural. Trabajar y habitar los procesos para construir en colectivo. CulturaUNAM presenta

[Habla Juan Meliá]: Abrirse ante un mundo de nuevas audiencias, otras voces y a la diversidad de organizaciones y especialistas, es un enorme reto y deseo para las personas que habitamos el campo de la creación, la gestión y la promoción en los sectores culturales y creativos.

Hoy me gustaría empezar estas reflexiones compartidas recordando el inicio de un artículo sobre los avances en la investigación sobre la cura del cáncer publicado en el periódico español El país, hace unas semanas, y firmado por Nuño Domínguez, donde aseguraba que:

Desde hace unos años, la frontera de la investigación del cáncer no está dentro del tumor, sino en todo lo que le rodea. Los oncólogos lo denominan microambiente: un mundo microscópico del que aún se entiende muy poco. 

Si me permiten la réplica hacia nuestro sector cultural, considero que desde hace unos años, la frontera de la operación en la gestión cultural no está sólo dentro de los proyectos, sino en todo lo que les rodea.

El microambiente de los mismos, les implica unas ataduras que los condenan en temporalidad, especialidad, espacialidad, alcances y audiencias. Por ello, es necesario considerar la urgencia de generar  un cambio de rumbo para abrir circuitos y redes capaces de posibilitar nuevas opciones para prolongar su vida, así como la ampliación de razones, al confrontar otros procesos críticos y creativos, enfrentándose a diversos públicos, al descubrir nuevos cómplices y observar al tiempo, nuevos parámetros y modelos en todos los sentidos.

El microambiente o los microambientes que constituyen nuestro macro/modelo es y son profundamente desconocidos, con múltiples vacíos, y también con innumerables aciertos, pero con acciones inconstantes que por tener una naturaleza accidentada nos debilitan en el cotidiano, reduciendo sus posibilidades y alcances. Por ello, en muchas ocasiones, más que construirnos en y como comunidad, competimos para obtener los mismos recursos, espacios y apoyos.

Quise enunciar desde el título de este episodio el concepto de frontera por borrar, porque la movilidad implica siempre obstáculos y limitaciones por enfrentar; perímetros propios o del sistema en el que nos encontremos que debemos ser capaces de visualizar y trascender para asumir un proceso de ampliación, interacción o crecimiento. El concepto de circulación o movilidad, no es la única frontera que debemos ser capaces de focalizar en sus debilidades dentro del modelo o sistema de gestión cultural en el país, dentro de sus políticas y hábitats culturales, pero sí es uno de los que nos vuelve más débiles al no pensar ni contar con él de manera protagónica en nuestra realidad.

También considero un foco rojo los sistemas de cobertura de la seguridad social de artistas, especialistas y gestores, así como las necesidades y procesos de financiación con alcances equitativos y diversificados, sin embargo considero que la movilidad es uno de los eslabones que más falta nos hace incorporar en todos los ámbitos y sentidos, sea como creadoras y creadores, como académicos e investigadores, en la gestoría independiente o en los programas de ámbito institucional y público desde lo local, lo regional, lo nacional, lo internacional y hasta lo supranacional.

El microambiente en el que nos movemos en la gestión cultural pareciera carecer de los elementos necesarios de una cadena de valor integral, para hacer que nuestra operación sea eficiente, visible, analizable, propositiva, equitativa e incluyente y que sobre todo, que pueda producir cambios consensuados en modelos y alcances. Sea en los proyectos, en las interacciones, en los participantes y en las políticas. Dicha cadena de valor integral anhelada tiene como obstáculo tanto el problema de que nos faltan claramente algunos eslabones en la misma, así como a que la falta de comunicación e interacción entre los agentes que la podrían generar, lo que nos lleva a accionar con inercia, atrofiando la posibilidad de crecimiento.

Durante la preparación de este episodio, recordé una anécdota que me marcó en relación a los alcances o posibilidades en el desarrollo de un proyecto.

Es un ejemplo particular al tratarse de la movilidad de una obra visual en específico, lo cual podría no tener las suficientes razones para darnos líneas de reflexión sobre el tema de la movilidad, pero me atreveré a lanzar la idea, en la búsqueda de nuevos resonadores y con el riesgo de que mis reflexiones se dispersen en el camino, apostando siempre a la complicidad de quien me escucha.

Hace ya algunos (no pocos) años, cuando trabajaba en el Instituto Cultural de León, Guanajuato, me tocó estar en la organización del Proyecto Palabra, Plástica y Angelitos para las salas de exposición del Teatro Manuel Doblado. Una serie de exposiciones inauguradas al mismo tiempo, que conllevaban procesos de reflexión conjunta entre las artes visuales y la literatura. Una de las exposiciones fue curada por el historiador del arte Gutiérrez Aceves con el acompañamiento de Rubén Jasso y tenía como obras centrales una colección de imágenes fotográficas de la representación del arte ritual de “la muerte niña” de finales del XIX y principios del XX, que comprende una preciosa tradición mexicana para acompañar la tristeza y la memoria por el fallecimiento de un hijo pequeño.

Durante la curaduría de la exposición se consideró importantísimo incluir tanto obras contemporáneas que hacían referencia a dicha tradición, así como una obra con la representación de la muerte, del tránsito de la virgen, que se encontraba en la sacristía de la Catedral de la ciudad, por coincidir en valores y razones con la imaginería de las fotografías. Se hizo la solicitud específica a las autoridades eclesiásticas, y el préstamo de la misma estuvo envuelto entre un estira y afloja, entre el sí y el no la prestamos, hasta que faltaban 30 minutos para la inauguración del programa; 30 minutos, aunque ustedes no lo crean.

No me van a creer, pero mientras el público iniciaba la entrada a las otras exposiciones, yo iba saliendo con dos técnicos y dos guardias rumbo a la Catedral corriendo, la cual por suerte estaba a dos calles, y entre las cuatro personas, y a pulso, se descolgó la pieza, se le trajo al espacio expositivo y se colgó en la exposición donde siempre se le había guardado su espacio preferencial, porque era la primera pieza de la muestra.

¿Qué sucedió con la pieza, con nosotros como gestores y con el público, con dicho proceso y la movilidad de la misma? ¿Qué nuevos ojos pudieron observarla? ¿Qué nueva vida encontró?

Me recuerdo entrando al Teatro Doblado con la pieza sin que nos vieran y al tiempo volteando a ver a la comitiva inaugural, invadido por la tensión de lograr lo que hacía minutos antes era imposible.  Esa sensación es  algo que se quedó conmigo hasta la fecha.

La pieza se articuló de manera natural al conjunto de la exposición, permitió un diálogo y ampliación del discurso de la misma, además de reconocerse la necesidad de que la obra debía ser restaurada y se le revalorizó como una pieza importante, como a las otras piezas que conformaban la serie.

Hoy la pieza del tránsito de la virgen, se encuentra ya restaurada, como parte de la colección del Museo de Arte Sacro de la ciudad de León.

Traje de la memoria el ejemplo de movilidad de la obra del Tránsito de la Virgen, porque en el proceso se reunieron varios de los puntos siempre necesarios en una dinámica que incluya la movilidad o la circulación. La necesidad de que el otro necesite tu conocimiento, obra o presencia, la interacción entre instituciones o gestores, el valor implícito de la pieza o los especialistas, los trámites y procedimientos, el conocimiento o desconocimiento de procesos y a qué políticas te enfrentarás; cómo lo harás sostenible y viable, qué nuevas oportunidades se abrirán durante este transitar, cómo afectará en tus ideas, convicciones y desarrollo profesional.

Esta multiplicación de posibilidades es el ejemplo que estoy robándome del pasado para hablar de la necesidad de la movilidad en nuestro modelo/sistema cultural. Desde la profunda convicción del que no podemos seguir operando los procesos de circulación de manera accidental y siempre en base a casi lograr lo imposible por las condiciones en las que se desarrolla y el no apostar por la movilidad y la circulación como una prioridad y necesidad aceptada por todos, con la cual convivamos desde el inicio de nuestros políticas, programas y financiamientos al pensar los proyectos artístico culturales.

En el ámbito de la promoción y gestión cultural la movilidad es alcanzada a través de diferentes formatos y canales dependiendo las disciplinas, de sus procesos y hasta de sus costumbres, pero es en muchas ocasiones un mundo invisible, largamente deseado y en muchos casos inalcanzable del que aún se entiende muy poco y en el que debemos trabajar tanto desde los ámbitos públicos como independientes para construir un verdadero modelo aceptado como parte fundamental de nuestro sistema.

La circulación, la movilidad, tienen un alcance y rango realmente diferente en cada una de las disciplinas de las artes y los sectores culturales e industrias creativas.

En la literatura por ejemplo, va desde la traducción en un sentido de ida y vuelta, en la búsqueda de ser publicado en lenguas diferentes a la propia, los premios internacionales para publicación, las residencias, las coediciones con editoriales internacionales, así como el favorecer la presencia de autores de y en otras regiones y países, hasta la correcta cobertura de los derechos de autor. Alcanza el mundo de las y los autores y su búsqueda de nuevos lectores, pero también las cadenas de edición y distribución, el ámbito editorial y sus canales.

En la música, se multiplica hacia la composición, la interpretación, la distribución, la grabación y la representación.

En el cine, los festivales son la constante de circulación y el detonante de representación; los premios, reconocimientos que potencian la visibilidad. Pero también en los últimos años ha crecido el interés en la generación de las coproducciones internacionales, así como en la movilidad de los especialistas hacia producciones desarrolladas en otros países.

En las artes escénicas, el teatro, la danza, las artes vivas y el performance, los festivales especializados o genéricos han jugado un papel preponderante, pero incluye también los circuitos de alcance regional e internacional, los fondos integrados por recursos aportados desde diferentes regiones o países que rompen las dinámicas unitarias y vinculan lenguajes, discursos y modelos; las residencias y en lo teatral, particularmente la circulación de la dramaturgia. En las artes escénicas, las posibilidades se multiplican tomando en cuenta la diversidad de especialistas que participan en las creaciones, pero al tiempo se cierran las puertas por la complejidad de la circulación de mayor cantidad de personas y producción.

En las artes visuales el alcance se diversifica en las líneas de los creadores, los museos y las galerías, los sitios patrimoniales y lo artesanal, a través de canales como ferias internacionales y mercados especializados.

En los nuevos modelos de arte digital, así como en el diseño y la arquitectura, o el mundo de los videojuegos, la radio y la televisión, lo internacional se ha convertido en parte de la vida cotidiana y el éxito de los mismos.

Y, también, la gestión cultural como herramienta de construcción, acompañamiento y mediación, tampoco se queda fuera de los procesos de movilidad e interacción, es más, es fundamentalmente desde la acción que debe impulsarse y favorecerse de manera constante y natural, y como he repetido hasta el cansancio, no solamente como una acción accidental.

Venimos de épocas en donde la movilidad internacional estaba basada principalmente a partir de la intervención de embajadas y agregadurías culturales o de políticas de internacionalización oficiales, las cuales se quedaban en intercambios muy específicos y en modelos de festivales con países o regiones invitadas.

Posteriormente, hubo un interés, no totalmente consolidado, en generar procesos regionales donde se articularon estrategias comunes entre países, como los Programas IBER, o los diferentes programas generados en la comunidad europea; los cuales aumentaron los canales de intercambio y pusieron en la mesa las problemáticas constantes para el intercambio.

La buena noticia es que en los últimos años, a lo anterior se le ha integrado el nacimiento e impulso de redes, networking y comunidades específicas y articuladas desde diferentes regiones, países y sobre todo especialidades, lo cual ha devenido en intercambios e investigaciones, y hasta ha permitido que los programas, festivales y modelos hayan evolucionado de manera franca, hasta realmente empezar a reflejar los verdaderos intereses y necesidades de las disciplinas y de quienes las sostienen.

Lo anterior en el ámbito internacional, pero en específico en lo nacional, las debilidades con las que convivimos en nuestro país también son grandes para generar vinculaciones, intercambios y circuitos permanentes entre regiones, estados, municipios, así como entre instituciones.

Para intentar transformar lo esporádico en una actividad constante, hemos ido descubriendo una diversidad de posibles acciones: ferias, mercados, bienales, festivales, ciclos, encuentros, residencias, coproducciones, circuitos, giras, itinerancias, programas regionales, convocatorias, becas, fondos concursables, talleres de especialización, laboratorios, procesos de reflexión, intercambios académicos, coediciones, publicaciones especializadas e investigaciones

También han surgido nuevas herramientas de especialización e interacción como: instituciones especializadas en la temática, redes, asociaciones específicas de alcance internacional, observatorios, directorios y guías de movilidad, sumado a acuerdos y políticas de cooperación y relaciones culturales internacionales. Las herramientas para posibilitar procesos e interacciones son muchas pero todavía parecen lejanas ante la dificultad de acceder a verdaderas y constantes oportunidades que la vida diaria de los proyectos culturales confrontan.

Pero cuáles son las dificultades comunes entre disciplinas a las que nos enfrentamos para la lograr y favorecer la movilidad:

  • Problemas de acceso a fondos para la circulación, coproducción, coedición y el intercambio.
  • La falta de respuestas rápidas ante las invitaciones, al no contar con la flexibilidad necesaria por las diferencias entre las  temporalidades y los procesos entre regiones, países e instancias.
  • Las débiles condiciones para que dicha circulación suceda bajo parámetros reconocibles, convenientes y cotidianos, logrando así que más que inmovilizar, se ayude al intercambio, el conocimiento del otro y la constante interacción entre regiones y especialistas.
  • La idea de que la circulación debe estar desde las primeras conversaciones y pasos para construcción de una obra o proyecto, en muchas ocasiones, se generarán equipos y formatos que ahuyentan las posibilidades de vida de las mismas.
  • La carencia de marcos claros de operación entre regiones y fronteras, así como fuentes de cofinanciación específica para detonar que dichos canales se vayan poco a poco fortaleciendo y consolidando.
  • La falta de información especializada tanto de otros entornos de nuestra especialidad, así como sobre las condiciones, estatus, y posibilidades.
  • El nulo seguimiento de los esfuerzos específicos, destacados a nivel regional e internacional, como son los proyectos On The Move, los diferentes programas IBER como Iberescena, la International Network for Contemporary Performing arts (IETM), Culture360 de la Fundación Asia-Europa o TransArtists de DutchCulture, por nombrar algunos de los más interesantes y constantes.
  • La falta de equidad y mismas oportunidades para las diversas disciplinas y formatos.

 

Para cerrar este bloque de dificultades siempre es bueno un ejemplo: es más fácil que una obra teatral se presente en tres espacios diferentes en la Ciudad de México, antes de que desarrolle una pequeña gira entre estados, o peor aún, que pueda viajar a otro país. ¿Por qué razones? Principalmente por el acceso desigual en la financiación y los criterios y cadenas de circulación, si es que nos comparamos a otros países que si han apostado por impulsar la movilidad de sus creadores y creaciones a través de diferentes oportunidades y formatos.

Ante dichas dificultades, para intentar construir políticas, dar ideas, programas y acciones para modificar nuestro modelo y status de poca circulación de ida y vuelta, deben existir unas condiciones que rebasen el simple interés, y es importante apostar por algunas de las siguientes ideas:

  • Las condiciones para que la movilidad forme parte de nuestra actividad cotidiana, deben empezar en el querer tenerla y posibilitarla. No es una decisión fácil ni que pueda solo tomarse de la independencia o el funcionariado. Pero al decir sí, las condiciones deben cambiar y las posibilidades a multiplicarse. Sin dichas ventanas de posibilidad, no existirá ni el interés del creador, ni los diferentes caminos y rutas para hacerlo posible. Hoy día no somos un país exportador ni tampoco gran importador en algunas de las disciplinas.
  • Pensar en la circulación y el movimiento como proyecto o laboratorio de investigación. Sirve a creadores y gestores para ampliar su campo de conocimiento y renovar sus ideas y procesos.
  • Uno de los factores fundamentales que inhibe la movilidad es el desconocimiento del otro; de los otros modelos, de los procesos, de los intereses. Es necesario que invirtamos tiempo, recursos y acciones desde lo personal, las disciplinas y sus integrantes. Por su parte las instituciones, los mediadores y gestores, necesitan abrir canales de información constante, que ayuden a generar vínculos entre pares, acerquen interés, nos muestren ante curadores regionales e internacionales, así como que ayuden diseminar la información sobre el tema y a construir nueva.
  • Construir marcos claros de operación entre regiones y fronteras, así como fuentes de financiación específica para detonar que dichos canales se vayan poco a poco fortaleciendo y consolidando. Consolidar los programas de cooperación entre regiones y países.
  • Considero que necesitamos convertirnos en un país activo en la línea de la generación de relaciones, tanto como creadores como funcionarios. Estamos ubicados en un espacio complejo territorialmente, donde hacia Canadá y Estados Unidos no logramos articular de manera constante programas y acciones, y hacia centro y Sudamérica, hemos tenido mejores épocas. Hacia Europa y Asia nos resulta particularmente costoso, y hacia África y Oceanía ni siquiera alcanza a ser un sueño.
  • Hablando de nuestro territorio nacional, lo enorme del mismo, y lo desvinculado lo torna en un proceso casi exclusivamente de compra de funciones, y la coproducciones, o la colaboración entre creadores, compañías, e instancias se ha convertido en una complejidad a atender que se encuentra poco presente en nuestras agendas.

 

Sería iluso pensar, que lo único que nos falta para que nuestro modelo cultural sea completo es la posibilidad de la movilidad, pero considero que es una de las debilidades más importantes a atender, porque condena a las obras y creaciones a vidas cortas, a tener que estar continuamente generando nuevos proyectos, y no trabajar en incrementar la consolidación de los mismos, orilla a procesos cortos de circulación, y a veces ridículos.

Es innegable que la pandemia causada por el COVID-19 y las consecuencias de la misma que estamos viviendo, también ha traído consecuencias sobre las formas, fondos y necesidades en el ámbito de la movilidad cultural. Por un lado se ha ampliado el modelo hacia lo digital y lo híbrido con alcances tanto buenos como repetidos a la saciedad, por otro lado ha entrado a la reflexión con fuerza el cómo la movilidad impacta en la huella de carbono y cómo debemos replantearnos los procesos ante el innegable cambio climático.

El reto principal que tenemos enfrente es el de inventar nuevas técnicas de interrelacionarnos, proceder y actuar de manera constante, sin pensar en la circulación como una acción imposible. Esto nos ayudará a aumentar y desarrollar proyectos donde se acreciente el conocimiento y las posibilidades de la movilidad, se multipliquen los cómplices en acciones de networking, y empecemos a aparecer en los centros de información sobre la movilidad con acciones detonadoras de proyectos y alianzas.

Para cerrar, quisiera aclarar que el construir entre todos un ecosistema cultural resiliente es un sueño complejo y más con el impacto de los efectos de la pandemia, lo cual principalmente detuvo lo presencial y la interacción.

La circulación o la movilidad no deben ser una obligación para todos, los modelos deben siempre permitir la diferencia, pero para quienes la necesitan y la desean, sean creadores, instancias, gestores, o audiencias es de absoluta necesidad el convivir bajo condiciones y posibilidades que la permitan, nutran y estimulen.

Retomando el texto de Nuño Domínguez sobre el cáncer, cito: En muchos casos, alrededor del tumor se congregan bacterias que pueden estar influyendo en la enfermedad. En ocasiones, también hay células del sistema inmune que parecen dormidas. (…) Es como si el cáncer llevase una capa de invisibilidad.

Si no somos capaces de observar el valor de la movilidad y la circulación, sus posibilidades y beneficios se volverán invisibles para nosotros, e influirán directamente sobre nuestros procesos, estancándonos en fronteras autoconstruidas. Así, reaccionaremos siempre tarde ante las posibilidades que se nos expongan, condenándonos a negar aquello inesperado que se nos puede presentar, por lo que nuestros proyectos nacerán muertos, sin siquiera soñar con otros momentos y hábitats.

No niego que en muchas ocasiones he coincidido con la sensación descrita por el novelista Orhan Pamuk en Estambul. Ciudad y recuerdos:

Y llegamos a la cuestión fundamental. Desde el día en que nací, nunca he dejado las casas, las calles y los barrios, donde he vivido.” 

Sí, de alguna manera en nuestro devenir como personas todos somos migrantes y vamos acumulando en nuestra memoria, experiencias, espacios y voces, sin dejar de ser de dónde fuimos o somos o articulando nuevos espacios y memorias que nos pertenecen y construyen.

Caigo en la tentación de dejar abiertas una serie de preguntas como colofón a esta larga confesión:

¿Nos significa a todos lo mismo la movilidad?

¿Nos hace a todos iguales?

¿Nos torna diferentes el movernos, el estar en otros lugares?

¿Viajar es un alejarse permanentemente o un constante encuentro entre el  avanzar y el retornar?

¿Qué se gana y qué se pierde en dicho devenir?

¿Realmente te enriquece enfocarte en nuevos públicos sin soltar los propios?

¿Quién nos espera cuando vamos a lugares no conocidos?

 

Es innegable que el mirar al otro y el ser observado por el otro, nos ofrece una riqueza inesperada de la que es difícil resistirse.

Fin

 

  • Durante las presentes reflexiones me acompañaron lecturas de Orhan Pamuk, la asistencia a la obra teatral “Mujer. La verdad se enreda como  un plato de espaguetis” de Queralt Riera, así como la escucha de la nueva grabación de ‘Femenine’ de Julius Eastman, Vol. 1 por el ensamble Wild Up.

Reflexiones (confesiones) en voz alta

Reflexiones (confesiones) en voz alta sobre la gestión cultural es un podcast que busca iniciar a las y los nuevos gestores sobre los diferentes procesos, decisiones, ideas y conflictos, que se encuentran en el quehacer diario de la gestión cultural; busca mostrar un panorama de cómo imaginar, planear, desarrollar y culminar sus proyectos es posible, viable y retador.

Juan Meliá

Juan Meliá

Anfitrión

Artista visual y gestor cultural especializado en artes escénicas. A lo largo de su carrera ha desempeñado diversos cargos públicos y ha participado en múltiples iniciativas independientes.

Fue director de Difusión Cultural de la Universidad de Guanajuato; y director general del Instituto Cultural de León, Guanajuato.

Es socio-fundador de la Galería de Arte Contemporáneo Arte3 y desde 2009 hasta febrero del 2017 fue Coordinador Nacional de Teatro, del Instituto Nacional de Bellas Artes en México. Asimismo, de 2009 a 2017 fue representante de Antena México del Fondo de Ayudas para las Artes Escénicas Iberoamericanas IBERESCENA.

De marzo del 2017 a noviembre del 2018 fue Secretario Ejecutivo del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes, de la Secretaría de Cultura y, desde enero del 2019 a la fecha, es Director de Teatro UNAM.

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