Confesiones en voz alta T2-1: De trasvases, transferencias y micro sismos

Este primer episodio de la segunda temporada de Confesiones en voz alta está titulado “De trasvases, transferencias y microsismos, pues está dedicado a reflexionar en voz alta sobre conceptos detonadores que persiguen y circundan a gestores y, tal vez, a algunas y algunos creadores, en el habitar de la gestión cultural cotidiana.

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  • Anfitrión: Juan Meliá
  • Temporada: 2
  • Episodio: 1
  • Duración: 15:22
  • Etiquetas: #modelosculturales, #movilidad, #gestióncultural, #gestores, #YokoOgawa, #TheMemoryPolice, #Freud, #MelanieKlein, #Lacan, #microsismos, #InésPlasenciaCampos, #ExitMedia, #CivilizingRituals, #CarolDuncan, #NickCave, #AdrianneLenker, #SeánO’Hagan

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Podcast CulturaUNAM   

 

Confesiones en voz alta  

Segunda Temporada 

  

Capítulo 1: De trasvases, transferencias y micro sismos 

 

Anfitrión: Juan Meliá  

 

[Rúbrica]: Confesiones en voz alta…el día a día de la gestión cultural. Trabajar y habitar los procesos para construir en colectivo. CulturaUNAM presenta  

 

 

Este episodio lo he titulado De trasvases, transferencias y microsismos y está dedicado a reflexionar en voz alta sobre conceptos detonadores que me persiguen en el habitar de la gestión cultural en la vida cotidiana. 

 

Cuando estaba escribiendo las primeras notas para este texto, atravesaron en mi vida varios sucesos, sobre todo vinculados a la salud, y debí dejarlo reposar por unos días. En ese transcurso, ciertos conceptos, acciones y razones, reconfirmaron exactamente las ideas sobre las que quería hablar. 

 

Por otro lado, en particular me sorprendió una nota a pie de página del traductor al español del libro La policía de la memoria de Yoko Ogawa, desde el japonés original, sobre la palabra “kokoro”, donde se afirma que puede designar al corazón como a la mente (y por tanto también a la memoria). Dando a entender, según la tradición nipona, que la memoria se encuentra también en el corazón. Se me hace particularmente bello pensar a los dos órganos, cerebro y corazón, como los encargados de construir nuestra memoria. Construir nuestra historia a través de las sensaciones del cuerpo, nuestros afectos y aquello que vamos almacenando como conocimiento. 

 

Traer dicho tema a esta conversación, lo considero importante porque procesos y acciones así de rotundas son las que realizamos o nos hace falta realizar en nuestro modelo de las artes escénicas, donde si usáramos de manera constante el concepto de la memoria, vinculada a mente y corazón, como forma básica de operación, nos enfrentaríamos a otro panorama. Lo anterior detonaría, procesos más largos y más profundos, tanto en la gestión, en la producción y creación, en la crítica y la academia, pero sobre todo en la vida de las obras escénicas. Tal vez eso provocaría una vida más larga, más cariñosa, más acompañada. 

 

Pero, por qué titulé este episodio “De trasvases, transferencias y microsismos”. ¿Cuáles eran las ideas que me rondaban? Las ideas y reflexiones sobre gestión cultural las nutro de palabras o acciones que se detonan en mi, ya sea desde la propia disciplina o bien que emanan de otras áreas del conocimiento o desde la cotidianeidad de la vida y que se quedan rebotando interiormente. 

 

 

Por ejemplo el concepto “trasvase”, llegó a mi con el cambio de turno en una guardia de hospital en zona de atención y resguardo de pacientes. Este proceso inicia en primer lugar con el equipo de enfermería y, en segundo, con las áreas de especialidad. Ambos equipos deben, en cada cambio de turno, recibir la información precisa sobre cada paciente para generar los cuidados y atenciones necesarias para su seguimiento. En términos coloquiales se podría llamar “cambio de guardia”, para mi “trasvase” responde con mucho más profundidad a dicho momento que es vital y necesario para la operación del equipo en múltiples turnos, y sobretodo para la salud del paciente.  

 

En el trasvase se produce un intercambio tanto de información escrita como dialogada, en muchos casos frente al paciente, donde las partes asumen el estado y las condiciones del mismo, y acuerdan cómo seguir. Dicha atención, quisiera arrebatársela a los procedimientos médicos e intentar pensar juntos si la tenemos desarrollada y trabajada como una necesidad y como una obligación dentro de nuestros modelos de gestión cultural y en particular dentro de la vida de las artes escénicas. La generación de información, así como el trasvase de la misma, son modelos que nos hacen falta para desarrollar un proceso continuo que articule, cuide y genere vida e historia, para que no termine en el silencio y el olvido.  

 

En segundo lugar, deseo plantear el concepto “transferencia”, desde el significado que se le aporta en la psicología a partir de Freud, y que ha evolucionado con Lacan o Melanie Klein. En el psicoanálisis se le describe como ideas o sentimientos derivados de una situación anterior que el paciente proyecta sobre su analista durante el tratamiento, del que es parte esencial (según la definición de la RAE). La primera definición mostraba el alcance que de paciente a psicoanalista se desarrollaba en lo vivido por el paciente y como se proyectaba dicha historia sobre el terapeuta. Esto se convirtió posteriormente en herramienta de análisis. Con el paso del tiempo el concepto evolucionó de manera profunda tanto en su definición y sobre todo en su interpretación.  

 

Es claro que esta práctica nos es común como seres humanos y, enfocada hacia quién la comunidad o los integrantes de la misma, sea creadores o gestores, generamos dicha “transferencia”. Al señalar como culpables y responsables de un “no” recibido, de un modelo inconcluso, o de estar fuera de los beneficios y de las decisiones que lo operan a instituciones o personas.  

 

Es muy frecuente que traslademos al otro u otros nuestras debilidades, culpas, frustraciones o herencias. Pero es un proceso estéril pues dejamos a un lado la reflexión y el análisis que nos encaminarían a un ejercicio productivo, que detonaría el  conocer el estado de nuestro modelo, cómo nos afectamos y qué buscamos o necesitamos. ¿Nos sirve un proceso de culpas y señalamientos? ¿Nos ayuda o aporta algo? 

 

 

Nos hemos acostumbrado a ver en el otro al culpable de lo que no funciona, y lo hacemos personalizando, en lugar de socializarlo o a partir de procesos de análisis gremial. Preferimos transferir la culpa, a hacernos cargo de nuestra parte en el proceso, preferimos el silencio, la queja o el grito, ante el proceso de análisis, sanación y reconstrucción. 

 

Me pregunto si podríamos trascender la queja y al igual que en el psicoanálisis, convertir dicha transferencia en una herramienta útil, para la correcta lectura de nuestro modelo, y al tiempo la generación de políticas, programas y acciones de beneficio común. 

 

El concepto de “microsismos” es el tercer elemento que quise traer a la reflexión. Este concepto emana del lenguaje sismológico, y que quienes habitamos en zonas de alta densidad sismológica hemos aprendido, más por miedo y preocupación que por necesidad.  

 

Podríamos definir microsismos, como sismos casi constantes e imperceptibles en la mayoría de las ocasiones, porque no alcanzan niveles de riesgo, pero que al fin y al cabo los sentimos, pero al ser débiles en la escala de valores, no nos causa más que una pequeña atención en algunos casos y el silencio u olvido en la mayoría de los mismos. Jugando a llevar la palabra hacia la gestión cultural, se podría decir que para mí estos microsismos suceden de manera positiva o negativa en nuestro proceder. Cuando como usuarios de cierto programa o convocatoria no nos damos cuenta de que el fondo de reparto o el aporte que debía hacer un país disminuyó, es difícil que nos demos cuenta porque normalmente es algo que no se informa, pero que sentimos el impacto. Eso podría ser un ejemplo de microsismo negativo. 

 

En el sentido positivo de un microsismo en gestión, se podría pensar en que en una convocatoria amplíe un rubro de participación, o se articule un proceso favorable para la intervención de personas recién egresadas o neurodivergentes. Esa ampliación de posibilidades, es un microsismo que beneficia a un nicho específico y que se puede orientar como estrategia de gestión hacia grupos menos favorecidos, intereses temáticos necesarios, o alcances regionales o hasta internacionales. 

 

Un ejemplo totalmente negativo de un sismo en gestión es fácil de explicar, la puesta en pausa o desaparición de un programa nacional de verdadera necesidad por razones poco sostenibles. Esas consecuencias deberían despertar enseguida los valores gremiales y comunitarios y no dejar pasar lo acontecido como un hecho inevitable. 

 

Después de haber expuesto de dónde vienen y cómo me rebotan los tres conceptos anteriores en la reflexión y vida dentro de la gestión cultural, ahora toca articularlos. Para ello, permítanme otro ejemplo, ahora emanado desde las artes visuales. 

 

 

Hace unos días me encontré con un texto en donde se reflexionaba desde la teoría de los museos y el comisariado, sobre la conformación de colecciones y sus dispositivos de exhibición y se respondía a un determinado orden ideológico, cultural, económico, sexual, y fue inevitable pensar en la misma pregunta dirigida a las formas, condiciones y procesos que se siguen, o mejor dicho que seguimos en la producción y programación, circulación, crítica y estudio en la disciplina teatral en nuestro país.  

 

En el mismo texto sobre museos, por cierto, escrito por Inés Plasencia Campos para Exit Media, también se reflexionaba sobre discursos hegemónicos, la alta y baja cultura y la desigualdad de género. En el, se hacia referencia al libro Civilizing Rituals de Carol Duncan donde se afirma que los museos están más preocupados en contar la historia de una colección que en analizar de forma crítica sus posibles significados. 

 

¿De qué estamos preocupados entonces en las artes? ¿De sobrevivir, de cómo producir? ¿Cómo analizar de forma crítica nuestro modelo? 

 

Desde dicha duda es desde dónde me pregunto el cómo se articulan entonces trasvase, transferencia y microsismo; pues lo estoy aprendiendo de la misma forma que  intento escribir estas líneas, pero considero que son elementos que nos acercan y nos permiten leernos al tiempo que vivimos dentro de nuestro modelo fragmentario. Nos hace falta un poco de trasvase, de nutrir entre todos la información de nuestro modelo, nos hace falta un poco de análisis de las transferencias cotidianas que hacemos unos a otros buscando culpables en lugar de razones o la necesaria sostenibilidad y vida de nuestras acciones y proyectos. 

 

Por último, también creo que nos hacen falta microsismos constantes sobre los procesos gremiales que operamos, para generar de manera consciente y consensuada, mejoras al mismo, dónde el proceder se aclare y se haga compartido, así como que supere el inmovilismo o el silencio. Aquí es donde, lo que comentaba al principio sobre una forma de accionar desde la memoria que construimos en nuestro operar diario, desearíamos todos que funcionará de manera más profunda y menos accidental, si fuese construido desde corazón y mente. 

 

Lo anterior lo podemos ejemplificar en un hábito fundamental en lo escénico con el trabajo en equipo, ya que en ese accionar existen siempre diferentes rangos de inconformidad y ruptura entre las áreas, lo que es fundamental es el cómo identificamos dichos momentos y cómo los enfrentamos. Para el concepto de trasvase, la clave es la información, y el tener claro para qué y para quién trabajamos, lo cual en la gestión o en lo escénico, pocas veces es para nosotros mismos, trabajamos para los otros, lo cual, extrañamente, también se nos olvida.  

 

Articularnos como equipo de trabajo, se torna entonces una necesidad, más allá de los enfrentamientos y divisiones cotidianas. No nos gustan los cambios pero los necesitamos para crecer o actuar en consecuencia a nuestro entorno. 

 

Mis reflexiones anteriores en relación a los tres conceptos mencionados, reafirman lo vital que es el estar abiertos y atentos a otras disciplinas y dejar que nos afecten en lo propio; el no concebirnos como los únicos, los primeros, los indispensables, porque además de que eso es bastante improbable, y sobre todo innecesario, tanto en la gestión cultural en la vida personal y hasta en lo social. Esa predisposición a ser lo mejor, lo indispensable, anula la conciencia crítica sobre lo que hacemos, anula la diversidad de opiniones, y, sobre todo, anula el diálogo con la realidad pues se edifican a partir del ego.  

 

Porque, además, como bien dijo Nick Cave, “Una frase deshonesta tiende de alguna forma a deteriorarse tras ser cantada de manera reiterada: una frase honesta recoge su sentido”. Intentemos entonces mirar de frente a nuestro modelo y recoger su sentido de manera constante, de manera colectiva, gremial e incluyente. Muchas gracias por la escucha. 

 

[Fin, entra música] 

 

Durante las presentes reflexiones me acompañó la lectura del libro Fe, esperanza y carnicería de Nick Cave y Seán O’Hagan, la asistencia a la obra teatral Django con la soga al cuello de Antonio Vega, con la compañía por Por piedad Producciones; así como la escucha de la última grabación de Adrianne Lenker titulada Bright Future.  

 

Reflexiones (confesiones) en voz alta

Reflexiones (confesiones) en voz alta sobre la gestión cultural es un podcast que busca iniciar a las y los nuevos gestores sobre los diferentes procesos, decisiones, ideas y conflictos, que se encuentran en el quehacer diario de la gestión cultural; busca mostrar un panorama de cómo imaginar, planear, desarrollar y culminar sus proyectos es posible, viable y retador.

Juan Meliá

Juan Meliá

Anfitrión

Artista visual y gestor cultural especializado en artes escénicas. A lo largo de su carrera ha desempeñado diversos cargos públicos y ha participado en múltiples iniciativas independientes.

Fue director de Difusión Cultural de la Universidad de Guanajuato; y director general del Instituto Cultural de León, Guanajuato.

Es socio-fundador de la Galería de Arte Contemporáneo Arte3 y desde 2009 hasta febrero del 2017 fue Coordinador Nacional de Teatro, del Instituto Nacional de Bellas Artes en México. Asimismo, de 2009 a 2017 fue representante de Antena México del Fondo de Ayudas para las Artes Escénicas Iberoamericanas IBERESCENA.

De marzo del 2017 a noviembre del 2018 fue Secretario Ejecutivo del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes, de la Secretaría de Cultura y, desde enero del 2019 a la fecha, es Director de Teatro UNAM.

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