Escena suspendida 1: La manzana de Mendoza

El pódcast Escena suspendida abre con un capítulo 1 dedicado a la obra Mendoza, de la compañía de teatro Los Colochos. Se trata de una adaptación del Macbeth de Shakespeare al contexto de la Revolución Mexicana. Sencilla pero brutalmente profunda. Escrita por Antonio Zúñiga y Juan Carrillo y dirigida por el propio Juan, es una de las obras mexicanas que más ha girado por el mundo en los últimos años.

En este capítulo 1: La manzana de Mendoza, Mariana Gándara charla con Juan Carrillo sobre los motivos que lo llevaron a crear la escena más memorable de la obra.

¿Te gustó? ¿Qué opinas? Tus comentarios nos interesan.

Escríbenos

  • Anfitriona: Mariana Gándara
  • Episodio: 1
  • Duración: 40:23
  • Etiquetas: #Teatro, #EscenaSuspendida, #Actores, #Mendoza, #Manzana, #LaManzanadeMendoza, #JuanCarrillo, #AntonioZúñiga, #Macbeth, #Shakespeare, #RevoluciónMexicana, #MarianaGándara

Suscríbete con tu servicio de pódcast favorito:

Suscríbete con Apple PodcastsSuscríbete con Google PodcastsSuscríbete con SpotifySuscríbete con Amazon AudibleSuscríbete con PlayerFMSuscríbete con LISTEN NOTES

ESCENA SUSPENDIDA

Episodio 1: La manzana de Mendoza

[Rúbrica]: CulturaUNAM presenta.

Las butacas vacías siguen ocupadas, los actores sin escenario siguen representando. Las historias no mueren mientras tengamos memoria. Shhh. El Teatro como fue en el pasado y será en el futuro sigue siendo nuestro. Escena Suspendida, un pódcast de la Cátedra Extraordinaria Ingmar Bergman en Cine y Teatro. Con Mariana Gándara.

[Habla Mariana Gándara, coordinadora de la Cátedra Ingmar Bergman en Cine y Teatro]: Bienvenidas, bienvenidos.

Soy Mariana Gándara, coordinadora de la Cátedra Extraordinaria Ingmar Bergman en Cine y Teatro y esto es el estreno de Escena Suspendida. Un pódcast que hacemos desde la Coordinación de Difusión Cultural de la UNAM, para recordar que la memoria de lo efímero se ejerce en lo entrañable. Que lo que sucede en nuestros escenarios, ese nosotros, esa posibilidad de estar juntos, prevalece aún a la distancia.

¿Qué tiene que ocurrir para que una escena sea recordada años después? ¿Qué tuvo que pasar en ese momento para que resonara para siempre en nuestra memoria? Cada episodio, estaremos recuperando uno de estos recuerdos. Escucharemos, en voz de las y los espectadores, este archivo del teatro mexicano de los últimos años y después conversaremos con quienes hicieron posible que ese recuerdo existiera. ¿Cómo llegaron a esa escena? ¿La recordarán de la misma manera en la que la recuerdan sus espectadores? ¿Los habrá marcado como marcó a su público?

Arrancaremos con una obra que, sin duda, a estas alturas, resulta icónica dentro del teatro mexicano contemporáneo. No es casual que cuando pedimos a la gente que nos rodeaba que nos platicara qué escena creen que van a recordar hasta el día de su muerte, surgiera ésta. Imaginen una mesa de metal de la cervecería Corona en medio de un escenario vacío, varias sillas plegables, una gallina y una manzana. Mendoza de la compañía de teatro Los Colochos, es una adaptación del Macbeth de Shakespeare al contexto de la Revolución mexicana. Sencilla pero brutalmente profunda. Escrita por Antonio Zúñiga y Juan Carrillo y dirigida por el propio Juan, es una de las obras mexicanas que más ha girado por el mundo en los últimos años.

Quizá su poder radica en uno de los trucos de magia más poderosos de los que es capaz el teatro: la transmutación de la materia o, dicho en pocas palabras, hacer que una cosa se convierta en otra. En este caso, una manzana. ¿Qué sucedía con ella que cuando la veíamos estallar contra el piso nos hacía romper en llanto? Pero no me adelanto, los dejo con Pilar Carre, para que nos cuente por qué esta escena se le quedó grabada para siempre.

[Habla Pilar Carre]: Mi nombre es Pilar Carre, tengo 26 años, y mando esta nota del recuerdo desde la Ciudad de México.

[Nota de Pilar]: Hola. Bueno, la escena que más recuerdo es de una obra que se llamababa Mendoza que estaba inspirada en Macbeth pero contextulizada en México, en la Revolución mexicana. Y es de de la compañía de teatro Los Colochos. Lo que ocurría en la escena era que Mendoza iba a asesinar a la esposa de su enemigo y también a su hijo. Y en particular en toda la obra me llamó la atención la manera en la que asesinaban a los personajes, porque era poniéndoles trapos, manchándolos de sangre, de rojo. Y en esta escena matan al niño del que era el enemigo de Mendoza.

El niño estaba representado por una manzana. Entonces agarran la manzana y la avientan contra el piso. Es una escena sumamente fuerte y justo creo que ésa es una de las cosas que que más llamaron la atención de esta obra: la representación de la violencia de manera simbólica. Creo que lo que la hace memorable es cómo el tema ha ido pasando a lo largo de los años y sigue siendo un tema que hoy nos concierne a todos, que es: cómo el poder te hace perder la cabeza. Es muy fuerte verlo representado simbólicamente, porque tenía muchas cosas que nos acercaban a la obra, justo por el contexto mexicano y los elementos de la comunión y la convivencia. Pero a la vez, también el elemento de la violencia, y creo que lo supieron representar muy bien. Al menos para mí, es una obra que la traigo en mi cabeza. Porque no sólo alude a Macbeth sino que puede hablar de los mismos gobernantes que hemos tenido aquí en México y, no sólo en México, sino en el mundo entero. Y creo que logra muy bien contextualizar la violencia en estos tiempos, haciendo referencia al pasado. Por eso creo que es memorable y recomendable.

[Mariana Gándara]: Y para contarnos cómo ocurrían las cosas tras bambalinas, la manera en que se construyó este momento y lo que significó para quienes lo hacían, está con nosotros Juan Carrillo, director de escena, director de Mendoza, director de la Compañía de Teatro Los Colochos y, sin duda alguna, uno de los directores más interesantes que tiene nuestro teatro contemporáneo.

Conversación con Juan Carrillo director de Mendoza

[Mariana Gándara]: Ahora que no podemos estar en los teatros, que empiezan a abrir poco a poco… en El Milagro hay algunas cosas, en La Capilla otras, en el Foro Shakespeare otras, ¿no? En el Elénico, el INBA y la UNAM todavía no están de vuelta, están a punto de regresar. Pero bueno, claro que es otra la experiencia. Que muchas de las cosas que tú y yo hacemos todavía no se pueden hacer; que nos pongan a pensar que tenemos que tener a 5 metros de distancia la primera butaca de los actores es… trágico.

[Habla Juan Carrillo director de Mendoza]: Complicado, ¿no? Y que los actores tienen que estar a 1.5 mínimo entre ellos, en escena. Y en algunos casos hasta con cubrebocas. En fin.

[Mariana Gándara]: Sí, como que esta sensación de, bueno, de que hay algo que ahorita no está ocurriendo pero que sí que ha ocurrido… y dónde se juega la memoria de lo efímero ¿no? Algo que mí me ha interesado siempre es pensar qué formas de archivo tiene lo teatral. Vaya, en particular porque ese es el recuerdo de Pilar, yo a Mendoza la recuerdo en el Chopo. Y sé que de ahí hicimos una grabación en video y estoy segura que tú tienes otras tantas funciones grabadas, ¿no? Y, además, tienes seguramente tus bitácoras y deben estar los libretos de los actores, los textos con sus anotaciones, etc. Pero dónde se encuentra ese posible archivo de una obra de teatro.

[Juan Carrillo]: También las redes sociales se vuelven una cosa innegable del hacer historia, en el hacer un archivo. De pronto te vas a la página de Facebook de no sé qué y llegas a: “hace 10 años estabas haciendo esto y aquí hay una foto.” También eso ya se volvió parte de nuestra manera de dejar huella.

[Mariana Gándara]: Sí, totalmente. Pero creo que para mí el recuerdo y la manera de registro más hermosa que tiene nuestra noble profesión está en los espectadores.

[Juan Carrillo]: Por supuesto.

[Mariana Gándara]: ¿Qué se les quedó? ¿Cómo lo recuerdan? ¿no? Qué tanto de todo lo que uno hace y ensaya y presenta, finalmente como que resuena, y entonces hay estos momentos en donde se queda para siempre ahí grabado en la memoria ¿no? Y creo que esa es como una de las formas más interesantes de esa memoria de lo efímero, que se vuele entrañable ¿no? Entonces Pilar Carre que es nuestra espectadora de inicio, quien manda este audio en donde nos cuenta qué es lo que recuerda de Mendoza respondiendo a la pregunta que le hacía yo, que era, “¿cuál es una escena del teatro mexicano que has visto en los últimos años que sientes que jamas se te va a olvidar?” Y entonces ella escogió esta escena de Mendoza en donde aparece la famosa manzana. Lo que a mí me gustaría pedirte primero, Juan, es saber si, ya que tenemos el recuerdo de Pilar surgido a raíz de esto preguntarte, si tú la recuerdas igual: ¿qué implicaba esta escena? ¿qué sucedía en ese momento de Mendoza?

[Juan Carrillo]: ¿En ese momento? ¿Pero te refieres al momento de lo que sucedía en escena o te refieres al momento en que surgió a nivel creativo la escena?

[Mariana Gándara]: Pues cuéntame un poquito cómo funcionaba, porque algo que es interesante de cuando uno recuerda las cosas es que aunque tú y yo hayamos vivido lo mismo, seguramente, si nos piden que narremos lo que pasó, lo vamos a narrar con ciertas diferencias.

[Juan Carrillo]: Por supuesto.

[Mariana Gándara]: Entonces cuando tú escuchaste a Pilar hablar de lo que había sucedido en esta escena de la manzana, ¿pensaste que estaba contando la misma? o ¿tú cómo recuerdas lo que sucedía en ese momento de la obra?

[Juan Carrillo]: Oh, ya entiendo. Me pasa algo muy curioso. Es que a partir de yo empecé a ver esa escena pues… mi visión está muy intervenida por muchas cosas, pues porque tengo mucha información atrás de esa escena, ¿no? Entonces siempre que yo la veía pues esa información (entre información técnica, y de proceso, de creación, y de muchas cosas), pues de alguna manera, no quiero decir que la contaminaba, pero sí influía en mi mirada. Y fue en la medida en que empecé a ver reacciones en los espectadores o comentarios o, como lo nos comparte amablemente esta chica, que yo empecé a ver la escena un poco con otros ojos. Ya no desde esta cosa técnica, sino como de “ah mira, algo está pasando con la escena”. Algo que seguramente a mí me llegó a pasar en su momento pero lo dejé un poquito de lado por todo el trabajo que implicaba. O sea, esta capacidad como de sorpresa de, “aquí hay algo que me sorprende y aquí hay algo interesante”, lo dejé de lado por el “vamos a ponernos a trabajar”. Y creo que los espectadores me lo han recordado. Entonces pues sí, creo que esta escena en particular para mí ha cambiado. Primero tenía una visión como muy desde lo teatral y a partir de tener experiencias, de reacciones en vivo de los espectadores, de comentarios, o de esto que me acabas de proporcionar, mi mirada ya es un poquito más empática con la escena misma.

[Mariana Gándara]: ¿Y qué pasaba ahí? O sea, por ejemplo, esta manzana de la que habla Pilar no era cualquier manzana ¿no? ¿Qué qué sucedía en la escena, de qué se trataba?

[Juan Carrillo]: Ah, ya, entiendo. Bueno, nosotros queríamos retratar, no de manera literal, pero sí hacer sentir, más bien, la violencia de la que estábamos hablando en la obra. Y entonces, bueno, esta escena es esta adaptación de Macbeth donde el personaje hambriento y cegado por el poder va por alguien que le estorba y no lo encuentra. Entonces decide dejar un mensaje claro matando a su familia y, entre ellos, está la esposa de esta otra persona y los hijos. Entonces, pues en sí, la anécdota ya es muy violenta y muy cruel y algo que desgraciadamente vemos todos los días en el periódico, en la calle. Hay unos niveles de explicitud y de violencia tan grandes que, hay gente que lo explica mejor, que sucede un fenómeno que de pronto ya no la vemos. Es tanta y tan explícita que en nuestra cabeza ya no la vemos. Y es verdad, yo cuando voy por la calle pocas veces me he detenido a contemplar los periódicos y es atroz ¿no? Entre las mujeres exuberantes, sin ropa, al lado de los desmembrados, con sangre y demás. Y está por todos partes, está plagado y de pronto pues sigues tu camino porque la psique te dice “no me puedo estar deteniendo a analizar esto a cada segundo porque si no la vida no avanza” (supongo). Entonces nos preguntamos cómo podíamos retratar esa violencia sin esa explicitud, y empezamos a jugar con la metáfora que siempre ha sido una gran gran aliada para encontrar esos momentos. Entonces representamos al hijo de este personaje, de esta señora, con una especie títere cuya cabeza es una manzana. Porque la manzana tiene alguna repercusión en la obra como imagen, como simbolito por ahí que anda jugando. Una primera idea era que a nivel sensación queríamos desgarrar algo, queríamos que un material se desgarrara, se deshiciera; ésa era nuestra primera idea de cómo logramos hacer una analogía, una metáfora de cómo se desgarra, se desmiembra, se desbarata una vida a manos de alguien. Pues, vamos desde la obviedad de desgarrar algo en escena, y empezamos a hacer algunas pruebas; primero era con telas, en realidad. Y esa escena, bueno ¿no sé si venga a cuento que te lo narre?

[Mariana Gándara]: Sí, por favor…

[Juan Carrillo]: Vino casi como una especie de accidente, en realidad. Fue uno de esos accidentes que suceden cuando andas buscando algo, no fue algo fortuito. Son los accidentes que ocurren en medio de un terreno acotado, ¿no? El científico que tiene un accidente en medio de un montón de trabajo y en su laboratorio…

[Mariana Gándara]: Sí, ya tenías ahí las las pipetas y los matraces.

[Juan Carrillo]: Sí, había algo allí para que sucediera un tipo de accidente y no cualquier accidente meramente fortuito. Pero bueno, como andábamos buscando romper algo nosotros hicimos un proceso de intervenciones, que le llamamos, que son ensayos expuestos. Íbamos a casa de personas a investigar las escenas.

Nos íbamos con un grupo de actores y jugábamos con lo que la gente nos proporcionaba en sus casas, y las poníamos ahí para que nos dijeran qué sentían cuando estábamos haciendo las escenas, no cuando estaban terminadas. Investigábamos una cosa en una casa, y otra cosa en otra casa, íbamos recolectando opiniones; siempre vamos de la mano con las opiniones de los espectadores. Intentamos aprender cómo escuchar, también, pues son opiniones completamente diversas, cada cabeza es un mundo. Pero, de pronto, prestando oídos, notamos un patrón. Yo creo que el público sí es bien bien agudo, es muy sabio.

En esa dinámica estábamos buscando qué romper. En principio, eran las telas, y había una tela que se rasga aquí y allá, y no sé qué. Usábamos varias técnicas, por así decirlo, para usar el títere, ¿no? Para amarrarlo de cierta manera, con algunos elementos que no funcionaron, con una tela que era como más factible, y le poníamos algún objeto duro para hacer la cabeza. Primero anudábamos la tela haciendo una especie de bolita, luego le pusimos una… no recuerdo qué, un pedazo de madera y, al final, una pelota, en lo que resolvíamos. Entonces, bueno, por lo menos ya había rostro y era la versión que más nos gustaba pero no terminaba de ser. Y entonces en una intervención el actor le dice al otro actor (sin que yo me diera cuenta): “Guey, no traigo la pelota, se me olvidó la pinche pelota.”

[Mariana Gándara]: Jajajaja. ¡TÍPICO!

[Juan Carrillo]: Jajaja. Y entonces viene la escena del niño, le decimos Manzanito…

[Mariana Gándara]: ¡Awwww!

[Juan Carrillo]: En ese momento no, porque no estaba bautizado. Entonces viene la escena del niño y no sé qué y otro actor le dice: “Guey, yo traigo mi manzana, si quieres ponsela de mientras para hacer la escena.” Y ya, pues lo resolvió con una manzana. Yo la verdad no me fijé o no me acuerdo. Empezamos a trabajar la escena pero el actor no se acordó que él hacía una serie de golpes con la tela en el piso. Entonces pues yo lo voy guiando, un poco como en vivo, y él va acatando las órdenes en el hacer, que era un poco la dinámica de la exploración, y de pronto al primer azote se le olvida que trae una manzana, porque siempre jugaba con una pelota ¿no? Y lanzó la tela… Primero le apostábamos a lo sonoro, entonces tenía que azotar la tela muy fuerte contra el piso para ver si sentíamos sonoramente el golpe, porque por ahí andaba la investigación. Pues no se acordó de la manzana y pinche manzana explota.

[Mariana Gándara]: FUUUUUUSS

[Juan Carrillo]: Y era una manzana como aguadita…

[Mariana Gándara]: ¡Bofa!

[Juan Carrillo]: Era una manzana como bofita, como que llevaba en la mochila del compañero desde ayer, por eso se la prestó porque no era su desayuno. Entonces… ¡Madres! Explota y le cae a los espectadores, porque estábamos allá en la casa bien cerquita. Unos estaban en el sillón. Y les cae como en la cara y en las manos, se hizo un cagadero. Yo primero me asusté y luego ya empezamos a platicar. Yo ya iba a regañar al actor pero luego alguien dice, “Híjole, qué fuerte lo de la manzana.” Y empezamos a hablar del asunto de la manzana. Nos quedó así de “aquí hay algo que tenemos que explotar.” Luego ya fue empezar a darle forma y a trabajar ya no por el sonido si no por ese elemento que explotaba. Yo andaba buscando en las telas eso que se desgarrara, en el cuerpo del niño. Luego vimos que el material que andábamos buscando destruir no estaba en la tela sino en la manzana y en la ilusión de la cabeza del niño, entonces nos pareció…

[Mariana Gándara]: Era brutal, Juan. Ahorita que estabas contando este primer golpe en donde descubren que pueden deshacer la manzana de sopetón, yo me lo imaginaba, casi que en cámara lenta: los pedacitos de manzana volando por el aire y yéndose a impactar contra el cachete de la señora que les había prestado su sala. Es que cuando lo vivías en el teatro… Cuando recibimos el audio de Pilar, la verdad, yo le contesté diciéndole: “A mí también. Yo también tengo esa manzana que se rompe en el piso repercutida en el cuerpo.” Porque, ya decías tú, porque iban tejiéndola. A lo largo de la obra de Mendoza que es esta adaptación de Macbeth de Shakespeare está presente varias veces. Entonces era muy lindo porque uno veía en tiempo real una de las grandes magias que tiene el teatro, que es la posibilidad de ir generando signos; y luego cómo las cosas dejan de ser las cosas y se convierten en otras. Y todos vamos, poco a poco, generando ese pacto en donde una manzana ya no será una manzana, y esta manzana, de repente, se va a volver una persona, y esa persona va a ser un niño, y este va a ser su rostro, y nos vamos encariñar. Recuerdo que había estos momentos de ternura entre la madre y su hijo pequeño que hace preguntas sobre su padre. Y luego veíamos cómo se le rompía la cabeza contra el piso… y había una cosa, te digo, se me pone la piel chinita de acordarme, Juan. Porque era brutal, entonces pienso en qué interesante esto que nos narras, porque estamos en México, vivimos rodeados por violencia: contra las mujeres, del narco, etcétera. Y luego aparece en una cosa tan pues inocente la posibilidad de generar una acción que sea tan elocuente ¿no? Entonces creo que ahí hay algo que además funciona muy bien para hablar de cómo hacemos lo que hacemos. Porque, aparte, creo que la gente a veces cuando ve una obra de teatro se imagina que, quizá, muchas de las cosas que ocurren en la puesta en escena están en el texto, ¿no? O que ya, de alguna manera, estaban dadas. Y que ese es un poco el juego de la dirección: ir descubriendo cómo generas esas metáforas, qué acciones, cuáles no…

[Juan Carrillo]: O que de pronto están completamente en la cabeza de quien está a cargo de la dirección, es decir, que “ay, yo tengo una idea y la materializo.” Y en realidad de pronto es la materia la que te empieza a dar ideas. Y es como al revés, ¿no? O es una combinación de ambas estrategias. Y yo creo que es bien bonito cuando la creación te dice: “Guey, ponte a escuchar.”

Esa escena, fíjate, estábamos pensando si la quitábamos porque a nivel dramatúrgico no es que aporte mucho a la historia. En realidad, lo que hace para nosotros es que acrecienta el envilecimiento del protagonista, que es Macbeth. Digamos que si esa escena no estuviera pues la historia se sigue contando y se entiende y pasa, porque ese personaje no tiene como mucho desarrollo. Está escrito para hacer al protagonista más cabrón, más malo… y que lo odiemos más a partir de que pasa eso. Entonces como estábamos en este asunto de economía de recursos y de tiempos y hasta de elenco, pues veíamos si la quitábamos o no. Pero yo decía: “no, es que aquí algo podemos hacer.” Y empezamos a indagar en la escena como una especie de licencia y la verdad se volvió una de las más importantes.

[Mariana Gándara]: ¡Claro!

[Juan Carrillo]: O sea, una de las que generaba más empatía para todos nosotros. Y en principio nos conmovía a nosotros y decíamos: “es que si así nos conmueve a nosotros hay que compartirlo.” Y entonces la empezamos a defender, y se volvió, de ser una escena un poco como en segundo plano, se volvió una escena muy protagónica en el montaje. De hecho, la actriz está sentada como 35 minutos, casi 40 minutos, antes de pararse a hacer esa escena. Es su única escena. Tiene intervenciones muy pequeñas. Esa actriz sólo hace esa escena y tiene la escena más fuerte de toda la obra. Y está sentadita ahí preparándose mentalmente para entrar después de casi 40 minutos. Entonces, no sé, fue como un gran regalo, algo que no siempre pasa, pero sí fue una de las escenas que me enseñó un poquito a dirigir, ¿no? O sea, yo creía que ya sabía pero no. Cada montaje te va diciendo: “Tienes mucho que aprender”.

[Mariana Gándara]: ¡Claro! Eso es lo muy desquiciante y, también, muy maravilloso del oficio. En donde al final de cuentas, cada vez es la primera vez, porque implica un camino creativo desconocido y unos nuevos retos e interrogantes que es por ejemplo en este caso: ¿cómo representamos la violencia de manera que la volvamos a sentir? Porque nosotros ya sabemos que Mendoza, que en este caso es el protagonista de la historia y es malo, malo-malísimo. Y nos pueden venir a contar cuántos soldados han muerto y nos pueden venir a contar cómo arrasó con un pueblo, ¿no? Pero es en el momento en el que, otra vez, la violencia cobra escala humana a través de este títere, paradójicamente, que es cuando recuperamos el peso de lo que está sucediendo en escena, y de todo lo demás. Es como si fuese una escena que, como bien dices, podríamos quitarla y la historia sigue sucediendo, pero es la escena que resignifica todo lo otro, y entonces todo lo demás va a ser muchísimo más brutal. Todo lo demás como que vuelve a cobrar… es como si fuese una escena que nos refresca otra vez la historia que se nos está contando.

[Juan Carrillo]: Es como cuando te rascas una herida y vuelve ahí como la sensación de “ay, cabrón esto arde”, ¿no? Creo que pone en una sensibilidad al espectador a partir de esa escena y eso era importante. Y te quiero compartir algo que me parece a mí muy muy muy fundamental y muy grato, también, entre grato e ingrato de esta profesión. Fíjate que la actriz que hace a la madre y que empieza a jugar a cómo se llevan a su niño, cómo el matón agarra a su niño y luego lo azota sobre el piso y la otra se desborda en llanto… Es muy curioso, porque al principio, como son niveles como muy fuertes, la escena no pasaba, cuando la actriz no lograba, no terminaba de pasar. Era como de, “ah, ya entendí, es el niño azotado. Ay, qué fuerte la imagen, ¿no?” Pero en la medida en que la actriz empezó a lograr en el proceso los niveles emocionales, la gente empezó a decir, “qué brutal lo de la manzana estrellada en el piso… Qué cabrón.” En realidad empiezan a decir eso a partir de que la actriz está haciendo un trabajo actoral mucho más profundo. Sin embargo, su trabajo está en función de que la imagen cobre vida. O sea, eso me parece un acto súper generoso porque a la mayoría de las personas se les queda grabada la imagen, no tanto el trabajo de la actriz. Pero el trabajo de la actriz está en función de eso. O sea, así es. Está en función de que eso cobre vida y de que tú te imagines un niño, pero cuando ella no lograba, cuando todavía no, en el proceso… pues es que es estar media hora sentada para luego entrar a una escena climática, no tiene como chance de ir calentando motores. Es super kamikaze. Y obviamente pues fue todo un proceso pero, de verdad, no llegaba a funcionar. Esta escena es una palomita de la dirección que mucha gente nos ha celebrado, digamos, y lo agradecemos mucho; que empezó a suceder a partir de que la actriz logró niveles emocionales profundos. ¿Qué generosidad necesita una intérprete para lograr eso?

[Mariana Gándara]: Claro, porque eres el medio en donde resuena, ¿no? Y es como pensar que la imagen por sí sola, otra vez, puede ser escalofriante pero cuando tienes a una persona y ves la humanidad de lo que significa esa imagen, entonces tienes en dónde, tú como espectadora o espectador, identificarte, ¿no? Creo que también generas así esa resonancia emotiva con lo que está sucediendo con la imagen. Qué interesante eso que cuentas.

[Juan Carrillo]: Supongo que es como cuando los niños se quieren tomar fotos con los títeres y no les importan los titiriteros, ¿no? Porque pues la magia sucedió ahí con el elemento, ¿no? Pues, entonces es esta generosidad de “venga, sí, mi trabajo hace esa ilusión, aunque esté yo, digamos, en segundo plano en la ilusión.” Y está bien, un poco de eso va, pero si la actriz no está, la escena no sucede, eso nos quedó clarísimo. Y pues nada, pues es el fenómeno de la actuación y de la teatralidad misma y el montón de cosas que necesita a nivel… Híjole, los actores tienen que estar muy bien parados, muchas veces, porque si no, el teatro los desequilibra, en el ego o en muchas cosas. Entonces cuando el teatro te dice, “necesitas ser mejor persona para hacer mejor teatro”, pues son lecciones que uno va abrazando.

[Mariana Gándara]: Es bien interesante cómo cuando te pregunto qué recuerdas tú de la escena y de vivirla y de experimentarla, por supuesto, hay como esta capa del director que está viendo; que la actriz haya llegado a donde tiene que llegar, emotivamente; que la energía de la escena esté sostenida por todos; que la manzana golpee en el punto donde se dijo, en el trazo, donde se dijo que iba a suceder, porque ahí está llegando la luz… Como que estamos todo el tiempo mirando el andamiaje de lo que permite que el público reciba emotivamente la escena. Pero me parece muy interesante esto que decías sobre cómo tú vuelves a mirar la escena a partir de ver los ojos de los espectadores y sus rostros y lo que les pasa y cómo se conmueven.

[Juan Carrillo]: Sí. Te voy a decir algo, que creo que también, de pronto, está en la médula, y, de pronto, uno lo deja del lado. Cuando yo tenía tenía 9 años una vez sonó el teléfono de la casa, contestó mi madre, y era una de mis primas para decirle que mi sobrino de 3 años había muerto. Entonces ya, se suelta llorar y de más… tengo como recuerdos muy borrosos. Luego ya me cuentan que iba mi sobrino con su hermano, en Tepic, Nayarit, donde la vida era como bastante tranquila, pero creo que se zafa de la mano y lo atropella un camión. Un camión de refrescos, de la Coca o algo así. Y hasta ahí, pues a mis 9 años nadie entró en detalles ni mucho menos.

Cuando fui creciendo, cuando ya platiqué con mi sobrino el mayor, que es el que sobrevivió, tampoco sin entrar en detalles, pero ya con esta conciencia adulta sobre cómo debió haber sido ese accidente, pues era un niño de 3 años cruzando la calle y se le impactó un camión, que no lo vio. O sea, eso debió haber sido atroz y eso se queda en la médula. Y esto de andar buscando un efecto específico no es tan fortuito, es porque hay algo ahí personal que te resuena.

[Mariana Gándara]: Claro.

[Juan Carrillo]: Claro, el director se concentra en una sola cosa, yo como director pues para no soltarme llorando cada que ando investigando una escena porque está vinculada a un asunto emocional. Que igual estaría bien que lo hiciera, igual no estaría mal que lo hiciera. Pero en el fondo se conecta con cosas. Y yo decía quiero encontrar una explicación de aquella cosa atroz que nadie me explicó, y que en mi familia no se habla, porque no vamos a hablar de cómo acabó ese niño.

[Mariana Gándara]: Claro, vamos a hablar de la vida y no de la tragedia.

[Juan Carrillo]: Bueno, supongo que no es tan fortuito cuando un artista anda buscando tal o cual recurso, tal o cual imagen. Sobre todo si te vinculas con tu obra. Entonces creo que esas cosas influyen, no son tan fortuitas, pues.

[Mariana Gándara]: Sí, hay un trabajo interesante, que es una especie de parábola que ¿no? Arrancas de un lugar que emotivamente te hace sentido, ¿no? y como decías, ustedes empezaban a comentar: “claro, si la escena a nosotros nos conmueve, seguramente al público también.” Pero tienes que desprenderte de ese lugar para poder realmente acercarte a lo técnico y al pulimento, y hacer que todo se afine y se ajuste, que todas las tuercas estén para que, digamos, la maquinaria de la escena funcione. Me gusta mucho cómo, finalmente, esa parábola vuelve a bajar hacia lo emotivo, ¿no? Regresamos al punto en donde una vez más y, es bien extraño, pero sucede, uno está viendo la obra (que la has visto unas cincuenta veces, una cosa así) y hay un buen día o una buena noche, en donde esa función, una vez más, te cimbra, ¿no? Y pensando un poco en esta idea de justo, de lo que pasa con los espectadores y la imposibilidad ahora de tenerlos, de este encuentro del que hablábamos antes de comenzar a platicar para el pódcast, que era un poco como, híjole, cómo nos está costando la falta del convivio presencial y cómo nos está afectando el no poder tener a esos otros, esta reunión de cuerpos vibrantes, que finalmente son para quienes estamos muchas veces trabajando, ¿no?

Yo quería preguntarte, Juan, un poco desde aquí, desde estar ya como con el músculo de la memoria calientito, y de haber recuperado un poco del proceso y lo que sucedía en la presentación de la escena y cómo eso está muy ligado a la presencia de las y los espectadores, desde el primer momento, ¿no? Ahora que la pandemia ha marcado un antes y un después, en la historia del teatro, y es un antes y un después al que no necesariamente le ponemos etiquetas, simplemente sabemos que es distinto… ¿tú qué quisieras que ocurriera con el teatro ahora que estamos en este nuevo presente?

[Juan Carrillo]: Híjole, pues es bien difícil esta provocación que lanzas, porque hay como muchas aristas, ¿no? Desde esta inocencia y esta utopía, de que las cosas vuelvan un poco a su lugar, y que volvamos al escenario y demás. Y en el fondo no dejo de pensar y de creerlo ¿no? Por otro lado, también creo que si volvemos tiene que ser con un estado de conciencia, por supuesto. O sea, si volvemos de la misma manera… nosotros como hacedores, como artistas, como personas, si volvemos a los escenarios de la misma manera, como con los mismos patrones de conducta, con vicios, qué sé yo, pues esto no va a servir de nada, absolutamente de nada, ¿no? Y si volvemos, seguramente, ya no va a ser en las mismas condiciones que teníamos antes. Seguramente algo va a cambiar sustancialmente. Y creo que si no tenemos conciencia de lo que nos está pasando, no vamos a tener armas para enfrentar esa nueva normalidad, digamos. Y por otro lado, creo que también, yo estoy en la disyuntiva de si el teatro por Zoom es teatro o no; el teatro por esas plataformas es teatro o no. Yo tengo mis dudas, me inclino más a que no lo es; quién sabe qué sea pero a lo mejor no es, será otra cosa igual de válida, igual de necesaria e interesante. Me pregunto por los convivios, por ejemplo, pues es posible que hay que encontrarlos, ¿no? De pronto yo me he conmovido, no es lo mismo pero me he conmovido con alguien delante de una pantalla, en un hecho que no necesariamente es vivo, que no es en vivo. Entonces, bueno, pues a lo mejor hay que afinar, explorar y potenciar la herramienta para entonces encontrar nuevos convivios, a partir de tu educación teatral, en todo caso.

Yo creo que es nuestra actitud teatrera o artística la que nos hace de manera creativa afrontar esto que estamos haciendo y no sólo esperar o quejarnos de que, “maldita sea, a mí me tocó esta pandemia…” Más bien, “a mí me tocó esto y qué voy a hacer.” Digo, los grandes pensadores y los grandes artistas de los grandes estilos nacieron en épocas complicadas como una necesidad de dar voz. Yo he presenciado esfuerzos de compañeros que digo, “claro estos son los artistas, los que están intentando hacer algo; los que quieren seguir transmitiendo de una u otra manera lo que quieren y necesitan decir.” Entonces yo creo que el teatro y la pandemia misma están sacando a la gente que no tiene esa necesidad ¿no? Yo creo que esta situación nos pone en un ahora sí de “o le entras o te sales.” Pues es muy radical y creo que nos pone a prueba, nos pone una prueba de qué tan artistas somos y qué tanta necesidad tenemos de serlo.

[Mariana Gándara]: Claro, claro…

[Juan Carrillo]: Y nos pone sobre estas cuestionamientos, y nos pone en esas pruebas. Y a eso hay que atorarle y hay que entrarle.

[Mariana Gándara]: Sí y creo que también abre la aportunidad, como ya decía tú, habrá que estar en la experimentación y en la búsqueda…, y teniendo todos los elementos que pueden dar paso a que ocurra un hermoso accidente, y a través de este accidente encontremos otras formas de convivio, otras formas de impactar, otras formas de resonar y de conmovernos los unos a los otros.

Muchísimas gracias, Juan, por participar de este episodio de estreno. Es un goce infinito poder estar, al menos, a la distancia pero juntos. Muchas gracias por recuperar algo de lo que es la historia del teatro mexicano de los últimos años, que por supuesto implica a Mendoza. Gracias por ejercitar ese músculo la memoria juntos.

[Juan Carrillo]: No, no, pues al contrario. Gracias por invitarme, pues para mí es un honor que de pronto algo de lo que nace se quede en la cabeza de alguien. Y gracias a Pilar por ser la provocadora de que estemos hablando de esto. Y nada, me conmueve mucho que lo que a mí me conmueve conmueva a alguien más. Está padrísimo. [Fin de pódcast]

Semblanza

Juan Carrillo.
Actor, director y docente de teatro

Tepic, Nayarit. Egresado de la licenciatura en actuación en la Escuela Nacional de Arte Teatral (ENAT) del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL). Actualmente es becario del Sistema Nacional de Creadores de arte por el Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (FONCA).

Ha trabajado como actor en más de 40 montajes y ha dirigido 25 montajes profesionales de distinta índole. Como director de escena, ha sido invitado a colaborar en organismos como el Institut Valencià de Cultura, en España. Y la compañía Nacional de Teatro en México, en donde recibe la presea La dama de la Victoria como Mejor director por la Agrupación de Críticos y Periodistas Teatrales (ACPT)
por su montaje Numancia.

Es fundador de la Compañía Los Colochos Teatro, la que ha dirigido durante 10 años, visitando con sus puestas en escena países como Perú, Cuba, Reino Unido, E.U., España, Ecuador, Alemania, Portugal, Costa Rica, Colombia entre otros.

Actualmente es docente de la Escuela Nacional de Arte Teatral en la ciudad de México.

Escena suspendida

La memoria de lo efímero se ejerce en lo entrañable. Escena suspendida recupera las escenas más memorables del teatro mexicano de los últimos años, mediante los recuerdos de sus espectadores. Invita a quienes les dieron vida a compartir los pasos que siguieron para encontrar las acciones, las imágenes y la emotividad que les dieron forma. Un pódcast para recordar que más allá del tiempo y la distancia el teatro sigue vivo en la memoria de quienes lo vivieron.

Mariana Gándara

Mariana Gándara

Anfitriona

Directora, dramaturga, artista interdisciplinaria, gestora y docente. En 2008 creó el Colectivo Macramé con presencia en México y Suiza. Sus textos se han traducido al inglés y al portugués con montajes y ediciones en México y Brasil. Es autora y directora de Nadie pertenece aquí más que tú (2010), Mar de fuchi (2012), El último arrecife en tercera dimensión (2014), Nada siempre, todo nunca (2017) y La rabia vieja (2018), entre otras. Su más reciente puesta en escena, Straight de Guillaume Poix (2019), se ha presentado en escenarios de México y Francia. Ha sido becaria en el área de dramaturgia tanto de la Fundación para las Letras Mexicanas, como del programa Jóvenes Creadores del Fonca. De 2013 a 2017 fue coordinadora de artes vivas del Museo Universitario del Chopo. Actualmente coordina la Cátedra Extraordinaria Ingmar Bergman en Cine y Teatro de la UNAM.

Suscríbete
a nuestro boletín

Skip to content