Prototipos para navegar 6: Encuentros de animales

Para el sexto episodio de Prototipos para navegar, Tania Aedo platica con la filósofa Maria Antonia González Valerio sobre “Encuentros de animales”, un libro realizado por Arte + Ciencia y editado por AKAL y por la UNAM. Exploramos como los cruces entre arte y ciencia se presentan como una arena para ensayar otras formas de encontrarnos con otras especies. También contamos con las palabras de Amanda Nuñez, Cuitlahuac Moreno, Juan Manuel Heredia, Pablo Baler y Sixto Castrode quienes contribuyeron con ensayos en el libro.

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  • Anfitriona: Tania Aedo
  • Episodio: 6
  • Duración: 57:25
  • Etiquetas: #PrototiposParaNavegar, #MaxAub, #CátedraMaxAub, #futuro, #TaniaAedo, #EncuentrosDeAnimales

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Transcripción del podcast de la Cátedra Max Aub

Prototipos para navegar

Capítulo 6: Encuentros de animales

Rúbrica

CulturaUNAM presenta:

No se trata de cuánto cambió nuestra vida por la pandemia. Se trata de cuánto podemos cambiarla a pesar de ella.

Cubrebocas hechos en casa. Teatro a la distancia. Talleres online. Prevención de enfermedades. ¿Qué puede esperar de nosotros el futuro contingente?

Prototipos para navegar. Un podcast de la Cátedra Extraordinaria Max Aub, Transdisciplina en arte y tecnología. Con Tania Aedo.

[Habla Tania]: Hola ¿qué tal?, nos da muchísimo gusto recibir a la doctora María Antonia González Valerio, quien es filósofa y curadora. También está al frente del grupo de investigación y creación Arte+Ciencia en el podcast Prototipos para navegar. El grupo Arte+Ciencia, para que tengan un poco de contexto, pertenece a la UNAM, se fundó en el 2011, tiene su sede principal en la Facultad de Filosofía y Letras. Su labor principal es la apertura y consolidación de la línea de investigación y creación sobre artes, ciencias y humanidades dentro de la universidad. En este grupo trabajan conjuntamente humanistas, artistas, científicos, explorando métodos inter y transdisciplinarios con cuatro principales tareas: la investigación teórica, la función artística, la formación de recursos humanos y la difusión. Y bueno, pues, nos da muchísimo gusto recibir a María Antonia González Valerio para platicar de una publicación que salió en julio de este año, que se llama Encuentros de animales. María Antonia coordinó y editó esta publicación que hizo Akal, y de la cual queremos preguntarle muchas cosas. Pareciera que en estos momentos críticos en que nos damos cuenta que es imprescindible transformar nuestras relaciones como especie, pero también con las otras especies. Hay que pensar lo animal, esto se pone en el centro de las conversaciones y, otra vez, los cruces entre arte y ciencia se presentan como una arena para ensayar otras formas de encontrarnos con ellas, con esas otras especias. Y, pues, hay un enorme arco desde las, los demás humanes hasta el pollo del súper o la carne que se está cultivando para que dejemos de consumir carne de animal. María Antonia González Valerio, nos da mucho gusto recibirte en el podcast y estamos muy emocionadas de que nos cuentes sobre este libro Encuentros de animales.

 

[Habla María Antonia]: Hola, Tania, pues siempre un gusto tener la oportunidad de platicar contigo. Creo que ya van siendo unos buenos años que vamos entretejiendo este diálogo. Y de verdad siempre es un gozo y un aprendizaje poder intercambiar palabras contigo y reflexionar conjuntamente. Te agradezco particularmente que nos abras a Arte+Ciencia la oportunidad de participar en la Cátedra a través de este podcast, y de poder platicar acerca de este nuevo libro del proyecto Arte+Ciencia, que recién publicamos hace unos cuantos meses. Se llama Encuentros de animales, está editado por AKAL y por la UNAM. Y es el resultado de nuestro proyecto de investigación, de los años del proyecto de investigación. Este es el séptimo libro de Arte+Ciencia o el séptimo volumen que sacamos con el sello de Arte+Ciencia. Me es particularmente querido, no solamente por la temática que trata, el tema de lo animal, aunque ahora lo adoro de manera un poco más específica; sino también por los vericuetos que estuvieron enredándose en la producción de este libro. No me refiero específicamente a la edición, sino todo lo que el grupo Arte+Ciencia hizo durante los últimos años para poder pensar el tema de lo animal. Dentro de nuestro grupo y las dinámicas de trabajo que establecemos, no intentamos nunca abarcar un tema de manera monodisciplinar, ni tampoco exclusivamente teórica; sino que, en la medida de nuestras posibilidades, nos damos a la tarea de abordar varios frentes e intentar distintas experiencias para poder reflexionar y para poder trabajar sobre el tema en cuestión. Este libro surge de la idea que se nos ocurrió en 2015, de hacer algunos talleres que tuvieran como tema la animalidad y lo animal. Y no saben qué bien nos salió eso, porque fueron talleres diversos en los que de verdad nos pusimos a pensar y a experimentar y a hacer la experiencia de lo animal. Y si lo digo así es porque, en mi opinión, para nosotras, personas citadinas, que vivimos y hemos crecido en la Ciudad de México, la pregunta por lo animal es una pregunta que tiene que aparecer enclavada en la ciudad, en los márgenes y los confines de la ciudad. ¿Cómo aparece lo animal en la Ciudad de México? Y ya, simplemente enunciar esa pregunta pues nos obliga a tratar de hacer los recorridos de la animalidad en la ciudad. Entonces está la pregunta por los mercados, donde se vende carne animal, productos cárnicos. ¿En qué mercados de la Ciudad de México se venden carnes y de qué animales?, ¿en qué condición está? Este proyecto que hicimos en 2015, con esa pregunta de mercados en los animales, perdón, de los animales en los mercados, nos llevó a hacer un recorrido por distintos mercados y a encontrar cosas extrañas. Porque una piensa que los animales que se venden pues es puerco, res, pollo, esas cosas que cotidianamente comemos, pero no. Hay hasta carne de león, algunos reptiles, cosas extrañas que aparecen en la ciudad. Otra pregunta o más bien ligada con ese tema de la alimentación, porque creemos que al pensar la animalidad uno de los principales espectros en los que aparece es la alimentación, es el animal que nos comemos, es eso de lo que nos solemos alimentar. No todas las personas comen animales no humanos, pero bueno, en el espectro de como aparece ahí la animalidad. Y entonces dijimos, bueno, no basta con los mercados y con los huesos que pudimos conseguir en los mercados con lo que hicimos un ejercicio desde trabajo de limpieza de huesos hasta exposición con esos huesos. Sino también ¿cómo se produce lo animal en los límites de la ciudad? Y esa pregunta hoy no es sencilla de abordarla en términos prácticos, de hacerla experiencia. Hace quizás veinte años era mucho más sencillo tener acceso a los rastros o a los lugares donde se producen y se matan los animales. Y ahora está todo muy controlado, entre razones de bioseguridad, políticas, el activismo. Cada vez más sucede como con el cadáver humano. Esas cosas están alejadas de la cotidianidad. Y eso da qué pensar, ¿por qué está tan lejos de todo lo que hacemos la producción, la crianza de los animales y la matanza?, y después el modo en se convierten los animales en producto que se vende en el supermercado, los pollos emplasticados, los animales irreconocibles en los paquetes que venden en el supermercado; y digo irreconocibles otra vez para las chilangas que vivimos entre asfalto y que no hemos, bueno, yo no me sé las partes de la vaca cuando se corta para decir: “esto es el costillar y esto es el no sé qué”. Pero ¿dónde se producen los animales? Entonces tuvimos suerte de hacer contacto con personas de la Facultad de Veterinaria de la UNAM que nos permitieron hacer visita de investigación a dos centros de producción de puercos de la UNAM, producción porcina con fines experimentales de investigación, pero también con fines de producción para vender los puercos. Fuimos a Jilotepec y a Chapa de Mota, y no narro aquí largamente las experiencias que tuvimos visitando las granjas de puercos, que son muy distintas en uno y otro caso. Una tiene controles de bioseguridad específicos, donde solamente tienen puercos que están en condiciones dentro de la normativa, aceptables. Pero la moral y sobre todo la sensibilidad pues no queda contenida dentro de la normativa de lo que es aceptable. Fue, para algunas de nosotras, impresionante ver a los puercos en esas condiciones, e insisto, no porque estén maltratados ni nada parecido, sino porque una no puede dejar de interrogarse: ¿qué es lo animal cuando los ves en los confines de una jaula? ¿Qué es un animal encerrado? No digo, por supuesto, que haya una esencia de lo animal o que la animalidad sea aquella que aparece solamente en estado salvaje o silvestre, quién sabe qué es eso, esas categorías habría qué pensarlas. Sino que, y esto lo sostengo yo personalmente, filosóficamente, lo animal es aquello que se da según las circunstancias o caben las circunstancias en las que aparece, no una esencia de lo animal o una universalidad de lo animal que pudiéramos definir y distinguir. Aunque acá vale la pena hacer un paréntesis. Por supuesto que para las ciencias, la animalidad es algo que está demostrado y definible a partir de ciertas características. Precisamente uno de los artículos que recupera el libro, de Álvaro Chaos Cador, él es profesor de la Facultad de Ciencias y científico, pues trata de circunscribir lo animal dentro de los límites de la ciencia. Lo que me parece muy interesante para pensar, pero más allá de esta digresión acerca de la universalidad de lo animal, decía que hay que pensarlo según sus circunstancias; en el modo en que se da en cada caso. Modos de lo animal por circunstancias. Entonces, pues, ese animal confinado dentro de una jaula ¿qué animalidad dice? ¿De qué animalidad hacemos experiencia con el animal en la jaula, con el animal detrás de las rejas, detrás de la barda? O en contraposición con el animal, el puerco, que está dentro de un corral pero al aire libre, conviviendo con otras especies como vacas y cabras y caballos. Y ahí ¿qué es el animal?, cabe esa exterioridad. Y después no queríamos dejar ahí la experiencia, sino que también preguntarnos por lo animal ya como eso consumible. Entonces, después de hacer la experiencia de ir a la visita de las granjas, hicimos un festín que se llamó Cerdo a la sexta, con la colaboración de Antonio Calera Grobet, donde tratamos de preparar un festín medieval. Digo, tratamos de hacer una apariencia medieval. Lo que no tratamos de hacer fue el festín porque ese de hecho lo hicimos, donde del aperitivo a los postres todo era cerdo. Era comer cerdo el grupo de investigación, pues fue allí junto con Antonio Calera. Y estuvimos comiendo cerdo haciendo esta pregunta de ¿qué es lo animal? Entonces, cabe la mesa en la que compartimos y departimos la cabeza de cerdo que vamos cortando con el cuchillo, por su puesto cocinada deliciosamente, y que vamos consumiendo así. ¿Qué es lo animal allí? En fin, esto solamente son unos ejemplos de algunos de los momentos que en el grupo hemos transitado, hemos también propiciado para pensar la animalidad en sus distintas circunstancias. Digo, son solo dos ejemplos porque después hemos estado haciendo otras muchas cosas: ¿de qué manera puede aparecer, puede ser propiciada la presencia de lo animal en las diferentes circunstancias que se abren en la ciudad? Y es en ese diálogo que establecimos entre todas y todos, que se van tejiendo algunos, no todos, de los capítulos que están contenidos en este libro. Digo algunos y no todos porque algunos de los textos sí son parte del trabajo Arte+Ciencia, y algunos otros son de colegas de otras partes que invitamos a reflexionar junto con nosotras y a participar en el libro. Como libro que compila diecinueve artículos de distintas disciplinas y con diferentes miradas, pues, todos estos son de colegas que tienen años cruzando sus andares con el del grupo Arte+Ciencia, es decir, no están seleccionados por aquí, por allá sin más; sino que de alguna manera, ya sea a partir de su práctica teórica o científica o artística, son personas con las que hemos trabajado en algún momento o hemos dialogado o hemos participado en alguna práctica. Entonces, yo siento que el libro es finalmente un gran coloquio de voces para pensar la categoría de la animalidad. Insisto, desde distintas perspectivas, porque en verdad son muy plurales. Hay desde la perspectiva de la ciencia, no solamente la que mencionaba de intentar circunscribir lo animal en los límites de la ciencia; sino también hay artículos que trabajan con preguntas científicas específicas, por ejemplo: relacionadas con el canto de las aves. Hay también artículos que están hechos desde la práctica artística, reflexionados desde allí, y que están cruzados con ciertos procedimientos de artistas como Kathy High, por ejemplo, que reflexiona sobre la relación entre el cuerpo humano y su animalidad. Hay artículos que están hechos desde la filosofía, desde la ecología, desde la historia, la etología, la historia del arte, en fin. Es un libro muy plural en lo que puede pensar el grupo en sus diálogos con otras personas acerca de la animalidad.

 

[Habla Tania]: Muchas gracias, María Antonia por esta presentación de qué hay dentro de este libro que recomendamos muchísimo que lo lean, y que además en este podcast van a poder acompañar su lectura con grabaciones de algunos de los autores que escribieron en el libro. Y agradezco muchísimo la publicación y tu labor como curadora-editora, y eso me hace pensar en este perfil tan singular que tienes desde la filosofía y la curaduría para pensar. Siento que de alguna forma el conocimiento, digamos que asiste una ruptura paradigmática en la física, por ejemplo, a principios del siglo pasado, y que la filosofía fue muy importante para acompañar esa ruptura paradigmática y que parece que ahora estamos viviendo otra ruptura paradigmática muy muy profunda en lo biológico, y que es bien importante que la filosofía genere pensamiento que nos ayude a acompañar ese cambio tan fundamental que sucede en las ciencias de lo biológico, en el conocimiento sobre lo vivo, porque es muy muy profundo. A mí me gustaría hacerte una pregunta que tiene que ver también, y que es una pregunta que hacemos a quienes invitamos a este podcast y que tiene que ver con el futuro, con las posibles futuras contingencias, por ejemplo, dentro de lo animal. Y ahí, como filósofa y como curadora, tu foco está en un espectro amplísimo, ¿no?, como tú bien lo acabas de mencionar. Ahí participan saberes como el arte o la ciencia, en fin. Pero desde tu perspectiva, ¿en dónde pondrías el foco crítico en lo animal? ¿qué es lo más complejo y lo más crítico que está sucediendo dentro de lo animal? O, si pudiéramos especular un poco desde este lugar del arte que nos permite hacerlo, ¿qué contingencias podemos esperar en lo animal desde lo que sabemos hoy?

 

[Habla María Antonia]: Vaya pregunta que me haces Tania, que de verdad no hay manera fácil de asirla. No sé por qué, y confieso que no sé por qué. Es un tema que estoy pensando desde hace muchos años, y te digo que no sé por qué, no porque no me parezca válido ni pertinente, sino porque todavía no entiendo por qué estoy pensando este tema. He publicado algunas cosas al respecto, hemos trabajado artísticamente con el tema también. La última exposición que hicimos giraba mucho sobre la animalidad, no específicamente porque se llamaba “Espacios de especies” y también trabajamos con plantas, pero estaba cruzado con muchas piezas que trabajaban sobre la animalidad. Muchos de los proyectos dentro del grupo Arte+Ciencia están pensando el tema de la animalidad. Y no alcanzo a comprenderlo, se me va de las manos constantemente, no sé qué estamos haciendo con ese tema. A veces puedo ser muy crítica, juiciosa, acerca de lo que sucede en la sensibilidad general, que no sé qué digo cuando digo sensibilidad general, con el tema de lo animal. Y a veces puedo ser más, pues me pierdo mucho más en el horizonte del pensar con esto. Sí creo, sin lugar a dudas, que hay un momento generalizado de pensar lo animal en términos relacionados con una sensibilidad que está construida muy a modo para nuestra tardomodernidad. Me explico qué quiero decir con todas esas palabrotas. Es como si estuviéramos intentando decir, occidental, urbanamente, tratando de circunscribir un poquito esa colectividad que digo en la frase. Si estuviéramos tratando de circunscribir cómo debemos tratar con lo animal. Hay una pregunta moral insistente en muchas de las prácticas artísticas, filosóficas, discursivas, incluso ecológicas, que tienen qué ver con la animalidad, que están pasadas por esta pregunta de Jeremy Bentham de si los animales pueden sentir. Y yo te digo que me molesta la pregunta de si los animales pueden sentir, no porque piense que no sientan los animales. Hay como se señala siempre de carta el antecedente de que los animales eran como máquinas y no podían sentir, y pues qué mal está decir esto allá en los años de la modernidad filosófica.

Sino, pensar los animales a partir de su sensibilidad, si pueden o no pueden sentir, a mí me sigue pareciendo un parámetro tremendamente antropocéntrico y que termina siendo una diferenciación de los animales que están más cercanos a nuestro modo de vida o a los modos de vida que somos capaces de comprender desde la visión del mundo en la que estamos paradas. Y no entiendo por qué si una de las cosas que urgentemente tenemos que pensar es el tema de la naturaleza por lo que está sucediendo a escala planetaria y también por lo que nos estamos haciendo. ¿Por qué ese tema de la naturaleza a menudo encuentra en la animalidad su hilo conductor?, por un lado, pero también como las paredes en las que puede ser pensado. Y eso, decía hace un momento, parecería establecer distintas jerarquizaciones de vida, distintos valores de las vidas de la naturaleza. Déjenme poner un ejemplo para que esto no quede así tan abierto. No entiendo la legislación mexicana actual, digo, tampoco es que haya entendido la anterior. Pero lo que están haciendo ahora de señalar distintos animales que tienen distintos derechos, o no sé si son derechos o si hay distintas penalizaciones para los humanos que hacen ciertas cosas con los animales que distinguen entre animales de compañía, de qué es permitido que hagas con tu perro o con tu gato. O, a diferencia de los animales de consumo, qué es permitido que la industria cárnica haga con las vacas o con las aves de corral. ¿De dónde viene esa jerarquización de las vidas? No lo entiendo, o sea, no lo entiendo como pregunta filosófica. No digo que los animales no aparezcan en sus distintas circunstancias, pero tampoco digo que no podríamos o no deberíamos comer animales, o que los animales no deberían ser nunca matados en ninguna circunstancia, porque, pues, eso sería también negar el modo en que la naturaleza opera, porque los animales se matan entre sí, porque los animales son alimento, porque nosotras mismas, en tanto animales, podemos ser también alimento. Pero esa es una pregunta que la filosofía suele no pensar. ¿Qué pasa si yo soy comida en mi animalidad? Claro, se cuenta eso hoy, casi solo en términos accidentales. No sé, algún cocodrilo o un oso y todas esas cosas, pues, suelen aparecer documentadas incluso en términos muy escandalosos porque tenemos perdido de vista el hecho de que también somos alimento y que podemos ser alimento para otros humanos. Pero sin desviarme mucho del tema de la animalidad en esa pregunta, pues, no, no acabo de entender por qué hacer la jerarquía de vidas, por qué apelar a la sensibilidad, a los sentimientos, a los afectos; que no digo que no los despierten, pero también eso parece a veces una metafísica hecha así, a modo, porque también es cierto que históricamente hemos seleccionado y diseñado a los animales para tener más afectos con ciertos tipos de animales. Pues un perro salchicha está seleccionado, pues, ya sé que estuvo seleccionado anteriormente en relación con la caza y otras utilidades que podían tener los perros en el campo. Pero ahora, pues, están seleccionados y cada vez más en términos de producirnos afectos, que pueden ser, yo qué sé, la ternura. Otra vez, el animal en sus circunstancias, ¿qué hacemos con el animal de compañía? Deleuze y Guattari, en un libro que se llama Mil Mesetas, en algún momento señalan en un capítulo que se llama “Devenir animal”, de manera muy sarcástica, que hay animales edípicos, aquellos animales con los que hacemos familia. Y lo que están haciendo allí es criticar en sentido filosófico, si el tratar de buscar las condiciones de posibilidad de un fenómeno como ese: ¿por qué hay animales edípicos? ¿Cuáles son las condiciones para tener animales de compañía? Pero bueno, esa discusión la podemos dejar por ahí. Hay algunos textos del libro que pasan en ese sentido, pero también podríamos preguntar de vuelta, sobre esta idea de la jerarquización de las vidas, si el tema de lo animal en su consumo y en su maltrato no obvia a veces otros temas que tienen que ser fundamentales, como el tema del campesinado por ejemplo. Yo a veces no entiendo cómo hay tanta crítica y cuestionamiento al consumo de carne animal y a las condiciones de producción de la carne animal, las cuales en la industria cárnica son atroces, como sabemos cada vez más. Pero también la industria de la producción agrícola, pues, son condiciones atroces para el campesinado, para la tierra, para los monocultivos, para el modo en que se devasta la biodiversidad porque estamos constantemente cultivando una sola especie que es la que solemos consumir. Es decir, esta pregunta pues tendría que aparecer ahí también de manera constante, a ¿cómo está siendo pagado el kilo de maíz o el kilo de chícharo? ¿En qué condiciones trabajan las personas que produjeron ese maíz? ¿ A quién pertenece la tierra donde se produjo ese maíz?, ¿al campesinado o no? ¿En qué condiciones se encuentra el campo? ¿Qué pasa con la autosuficiencia alimentaria del país? En fin, todas esas preguntas que, bueno, entonces sería como el tema infinito y inabarcable, porque no nos centramos solo en pensar cómo se producen los pollos que matan masivamente que después pintan de amarillo y nos los venden plastificados en el supermercado, pero es que eso es justo la cuestión que quiero señalar. El tema es infinito, o bueno, no infinito, pero es mucho más amplio, Y a mí me genera sospecha esta intención de demarcarlo, de manera, no sé, tan extraña, tan sospechosa de señalar lo animal, cuando lo animal no puede ser pensado, por lo menos ahora que estoy diciéndolo en cuanto a consumo, al margen de todas estas otras circunstancias que, pues, tampoco se ponen ahí delante. Es como si la pregunta tuviera qué ser una pregunta más amplia, que tienen que ver con la manera en que habitamos el planeta, que tiene qué ver con nuestras propias existencias, con lo que hacemos de y en nuestra vida; ¿en qué ocupamos el tiempo?, ¿por qué no producimos nuestra comida? Por qué las ciudades como el lugar en el que la mayor parte de los seres humanos habitan hoy en el planeta, por qué las ciudades son aquello que no produce su alimento, aquello que convierte la planta en jardín, el animal en animal de compañía o en producto que comemos o en peste, que es el otro modo en que aparece el animal dentro de las ciudades, aquello que queremos extinguir pero que no termina de extinguirse porque no podemos deshacernos ni de las cucarachas ni de los mosquitos ni de las ratas en la ciudades; que ese es otro modo de ser del animal en su circunstancia. Creo, pues, que la pregunta, si pensando en términos de futuridad, hay que lanzarla más lejos, tiene qué ver también con los modos de producción capitalista de nuestra contemporaneidad con una idea de explotación general, de pensar la naturaleza como producto, es decir, tiene que ver con una visión del mundo muy amplia que no dominamos.

[Habla Tania]: Pues, pareciera, María Antonia, que tu sospecha respecto a lo animal nos es muy útil como una labor de curaduría, desde la filosofía y desde la edición; como esta sospecha nos lleva a darnos cuenta de las preguntas que no estamos haciendo. Me estás haciendo pensar muchísimo y creo que responde de alguna forma la pregunta que te hacía al principio acerca de tu labor y de cómo y por qué pensar de manera transdisciplinar, y mezclar a la filosofía con todos estos saberes. Y lo que me queda claro es eso, que son otras preguntas las que tenemos que hacer y es tal la inmensidad de la pregunta por la naturaleza y por lo animal y qué rol jugamos nosotros ahí, que, pues, trabajos como el que haces tú en la universidad y vinculando disciplinas, no solamente poniéndolas juntas, sino haciéndolas generar pensamiento y pensamiento escrito, pensamiento en obras artísticas, en proyectos de investigación. Es una labor que justamente es quizás cerca de momentos tan críticos como el que vivimos, en donde nos damos cuenta de la importancia de estas preguntas que son fundamentales pero que a lo mejor cuando no estamos a la luz de una emergencia no nos lo parecen tanto porque hay que seguir cumpliendo con todos estos objetivos que nos pone una visión desde esta modernidad, desde este capitalismo y desde este momento tan especial, pensándolo ahora cómo nos has hecho sí verlo en tu última intervención, desde el lugar de consumo y del capital. Me parece que es bien importante verlo, y con esta velocidad, con este cuidado a través del cual lo fuiste armando en este libro.

[Habla María Antonia]: La pregunta por lo animal, para abordarla en términos filosóficos, yo nunca he podido hacerlo, solamente dentro de los libros de filosofía, y no porque estos carezcan de riqueza o profundidad para pensar el tema desde que aparece, porque la filosofía viene pensando lo animal desde que es. Aparece en Heraclito y, claro, en el gran naturalista que es Aristóteles. No ha habido momento en la historia de la filosofía donde no se piense la animalidad. Y, pues, claro que para hacerme cargo de ese tema recurro a la tradición filosófica, a la historia. Pero nunca he podido solamente pensarlo desde allí. Para mí la pregunta: ¿desde dónde pensar?, subrayando ese desde dónde, ha sido fundamental en mi camino del pensar, y ha sido una guía importante. Cuando empecé con el grupo Arte+Ciencia, quizá de lo que me di cuenta, y digo de lo que me di cuenta, porque nunca lo planeé para que sucediera así. Fue que había encontrado un modo de atravesar las preguntas que me interesan filosóficamente con una práctica que tuviera que ver con las artes y con las ciencias. Una práctica artística a partir del colectivo bioexmáquina, pero también de las exposiciones que hemos hecho, de las curadurías con las que me he comprometido, con las experimentaciones de laboratorio, las prácticas de campo, las preguntas científicas teóricas. Es decir, que en mi propia práctica he buscado estas diferentes, no solamente disciplinas, sino también maneras de trabajar con el conocimiento, de atravesar el conocimiento, desgajando los conceptos más que para intentar poner delante una verdad del conocimiento consumado, cosa en la que no he creído nunca, que exista algo así como la verdad del conocimiento consumado. Ha sido más bien para mí importante aprender a evitar las preguntas como preguntas, con las tensiones que tienen y que implican, sin buscar su resolución. Y creo que la edición de este libro, de Encuentros de animales, es también parte de mi habitar la pregunta, y de buscar personas con quienes resonar y hacer eco para sentir una pregunta que termina siendo irresoluble en nuestra contemporaneidad por el modo complejo en el que se presenta lo animal en sus muchas circunstancias: históricas, estéticas, políticas, ambientales, morales, artísticas, científicas, epistemológicas, capitalistas, consumistas. ¿Cómo le hacemos entre ornamentos, artefactos epistémicos, obras de arte, atuendo, divinidad, peste, animal de compañía, materia prima, metáfora, categoría biológica? ¿Cómo le hacemos para intentar apresar y vislumbrar la categoría de lo animal?, que además nos está enredando en lo que estemos haciendo cotidianamente. No podemos pensarnos sin lo animal. El libro es, pues, finalmente una evocación para continuar esa investigación a ver hacia dónde llegamos y qué otras prácticas podemos ir inventando con esta complejidad de voces que nos acompaña en el libro. Muchas gracias, Tania, por la invitación a platicar contigo hoy en el podcast.

[Habla Tania]: Muchísimas gracias a ti, María Antonia. Y recomendamos muchísimo la lectura de Encuentros de animales publicado por Akal. Y sigan al grupo de investigación Arte+Ciencia, lo encuentran en sus redes sociales. Compartiremos también sus redes sociales, porque además de esta reflexión, como bien has mencionado María Antonia, hay curadurías, recomendaciones, otras publicaciones, investigaciones muy interesantes que nos parecen, sí, cruciales de seguir en estos momentos. Muchísimas gracias.

 

Introducción por María Antonia

[Habla María Antonia]: Escuchemos directamente, en la voz de algunas autoras y autores, estas cápsulas en las que reflexionan y nos presentan algunos de los textos que conforman este libro.

Autores

Amanda Nuñez

[Habla Amanda]: Muy buenas, mi nombre es Amanda Nuñez y participo en el libro Encuentros de animales coordinado por María Antonia González Valerio. Mi artículo se llama “¿Sueñan los lobos con humanos eléctricos? Acerca de lo humano, lo animal, lo artificial y lo caníbal en la filosofía menor de Eduardo Viveiros de Castro y Bruno Latour”. Lo que quiero exponer en este artículo, lo que expongo, entra dentro de un debate muy antiguo, donde, que viene desde la crítica de los estoicos a Platón, y que nos viene a decir que las purezas no pueden comprender la realidad. Esta es la crítica que hacen los estoicos a Platón. Que es lo que nos encontramos siempre, son mezclas. Y ahí lo que habría que encontrar es un criterio inmanente a ellas. Purificar para esta corriente en la que se sitúa también Deleuze y Viveiros de Castro y Latour, purificar lo que haría es falsificar en cierto modo, y nos alejaría de la realidad, de lo que hay, que está siempre y, como podemos experimentar, mucho más centrada en encuentros, incluso encuentros de encuentros. Purificar, además, ejerce cierta violencia con lo que hay y con la otredad. Porque claro, ¿qué sería lo otro? ¿Qué sería la naturaleza, lo animal, lo artificial, las otras gentes de otros lugares? ¿Todos esos son otredades?, ¿o nos atraviesan en cierto modo? Si atendemos a lo que nos encontramos de verdad, vemos que es muy difícil distinguir claramente qué hay en cada dominio, y mucho más en esta época, que es en la que más híbridos nos encontramos, desde los animales domésticos, los dos, incluso los espacios protegidos, donde vamos a ver a los animales en sus lugares, se supone, naturales; hasta la crisis climática o la enorme cantidad de gente que hay en fronteras, como dice Latour. Solo podemos encontrar hibridaciones, términos que nunca podemos ubicar fácilmente en unos terrenos puros, y que, además, se ejerce esa violencia de que no tienen carta de ciudadanía como tales, ¿no? El patrón de la pureza excluye a todos estos habitantes de cualquier lugar, a la vez que, en cierto modo, podríamos decir que los ha producido, porque la pureza, al esconder las hibridaciones en los lugares como los laboratorios, las fronteras, las identidades, los muros, para no mirarlas a la cara, solo al no mirarlas, produce más. Y así, además de exclusión, se produce una confusión, una confusión, podríamos decir, intelectual; porque vivimos en un mundo contradictorio, donde, por ejemplo, el humano se caracteriza por ser una mezcla entre humus, animalidad y racionalidad, y a la vez se establece como puro en su alma. Así que, como denuncia Viveiros de Castro con mucho pensamiento, sobre todo tupí-guaraní, lo que el hombre blanco hace por un lado lo puede desdecir por el otro, desdecir digo, no deshacer, porque por eso estamos en el antropoceno, y eso finalmente tampoco es coherente. Por ello, en este artículo nos acercamos a conceptos como el de multinaturalismo de Viveiros de Castro, que nos permitiría, tomando como referencia otros mundos más prudentes como el que él llama el mundo amerindio, intentar situar la investigación en las mezclas mismas, poderlas mirar de frente para ver si por fin podemos dar carta de ciudadanía a todo aquello excluido de nuestros eficaces y violentos mundos.

Muchas gracias y espero que el artículo y el libro en general sea interesante para vosotras y vosotros. Un saludo.

 

Cuitlahuac Moreno

[Habla Cuitlahuac]: Soy Cuitlahuac Moreno, soy profesor de filosofía en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, y mi participación en el libro, Encuentros de animales, se titula “Taxidermia desorganizada: variaciones sobre espectralidad animal”. Este capítulo se enfoca principalmente en cómo abordar la presencia de restos animales, o sea, cadáveres, pieles, semblantes reconstruidos por plastinación y otro tipo de técnicas en el terreno, en concreto, de una reflexión desde la estética filosófica. Y lo primero a considerar sería su especificidad ontológica, si es que ésta cabe. Lo que quiero precisar aquí es de qué modo se puede entender la taxidermia y qué es lo que su práctica deja ver en este artefacto que deja, o sea, el animal cadáver que está presente ahí, como objeto taxidérmico, y cómo es que esto es legado a la posteridad. A mi consideración no hay taxidermia sin un imaginario concreto, es decir, no se trata de una misma práctica; en la antigüedad no es la misma que en la modernidad occidental, ya sea en el siglo XIX, ni tampoco en el mundo contemporáneo. Como toda práctica depende de un entramado de conceptos diferenciados y distintos usos en ámbitos disciplinares y discursivos que le dan su especificidad. En este sentido, yo podría decir que no hay una ontología esencialista al respecto. El cuerpo del animal, su cadáver intervenido por técnicas de conservación, se vuelve también un artefacto que reproduce los discursos que lo respaldan, o sea, es manipulado por un marco de significaciones y orientado por un sentido de destinaciones, o sea, no es la mísma, la piel utilizada como indumentaria por nuestros antepasados y antepasadas en el neolítico que el cadáver diseccionado, plastinado y coloreado en sus partes, y que se presenta en los estudiantes de medicina en los anfiteatros anatómicos del siglo XVII. Se trata de prácticas distintas y, por lo tanto, los objetos como restos son ellos ya también algo diferenciado en cada caso. Tampoco es lo mismo el cadáver del animal que se instala con atuendos humanos y tributando actividades, por ejemplo, victorianas en los dioramas de los salones de té y en los gabinetes de curiosidades en los pasados siglos; y tampoco es lo mismo que el cuerpo diseccionado y que circula en las galerías y exhibiciones del arte actual. A mi consideración, la taxidermia depende siempre ya de un entramado en el cuál los conceptos articulan y dan sentido a ese cuerpo inerte que ya no tiene vida, pero sí significación, o sea, la taxidermia transparenta los usos y los discursos, ya sea que estos aparezcan en el arte o en la ciencia, y los confronta con sus propios espectros, con sus fantasías epistemológicas también. En este capítulo abordo algunas ideas de Maurice Blanchot respecto de La bestia de Lascaux, que es algo a partir de un poema de René Char que se elabora en distintos textos hacia principios del siglo pasado. Pero también hago un comentario a la obra de artistas contemporáneos como la obra de Maurizio Cattelan, Paul y Morgan y Walter Potter. Esta reflexión que he hecho para este compilado no pretende ser una versión definitiva del tema, sino acompañar las distintas consideraciones de voces que están también en el libro. Viginia López-Domínguez, Pablo Baler, Amanda Nuñez, María Antonia González Valerio, Antonio Diéguez, Rosaura Martínez, entre otras figuras destacadas que también nos invitan a pensar este crucial tema de la animalidad. Y, pues, no deja de ser todo esto sino, justo, una extensión más para acercarnos a pensar lo que aquí compete, y pues bueno, la invitación está abierta. Muchas gracias.

Juan Manuel Heredia

[Habla María Antonia]:Juan Manuel Heredia es filósofo y escribió un texto con el título: “Sobre la idea del sujeto animal en Jakob von Uexküll”.

[Habla Juan Manuel]: Mi capítulo del libro que lleva como título “Sobre la idea del sujeto animal en Jakob von Uexküll” escrito por Juan Manuel Heredia, quien les habla. Se aborda la obra de este singular biólogo que ha generado un impacto notable en la filosofía continental del siglo XX, incluso en algunos autores y autoras del siglo XXI. En el texto, lo que proponemos es situar por un lado lo que consideramos un estructuralismo vitalista, en tanto conjuga exigencias ontológicas de corte vitalista con una epistemología que no dudamos en llamar estructural. Situamos, entonces, su perspectiva frente a las formas de pensamiento filogenético dominantes en el siglo XIX y con ello ponemos en correlación la propuesta de este autor con otros movimientos teórico metodológicos que tienen lugar en las ciencias naturales y humanas de la primera parte del siglo XX. Y luego a lo largo del texto nos focalizamos en el concepto estrella de ese autor, el concepto de Umwelt o mundo circundante, prestando particular atención a dos cuestiones: por un lado la dominante perceptiva, que se registra en un primer momento en dicho concepto y que se expresa en la idea de mundo perceptible; y por otro lado en la teoría de las acciones que se desprende una evolución del pensamiento de Uexküll, y que se cifra en el concepto de círculo funcional, concepto que interesantemente es considerado por algunos como un antecedente del concepto cibernético de retroalimentación negativa. A caballo de esta noción de círculo funcional, Uexküll, en uno de sus principales libros Biología teórica de 1920, despliega una teoría de las acciones, una tipología para poder capturar el fenómeno de las acciones de los animales, y no ya la cuestión de la percepción, o no ya solamente la cuestión de la percepción. Y bueno, en el texto nos tomamos el trabajo, si se quiere, de describir esos distintos tipos de acciones y cómo dan forma a la última versión que se puede decir más completa del concepto de mundo circundante, que ya no se ciñe a la cuestión de la percepción, sino que integra la problemática de la acción, y da cuenta así de una teoría general del comportamiento animal.

 

Pablo Baler

[Habla Pablo Baler]: Soy Pablo Baler, escritor y profesor de literatura latinoamericana en la Universidad Estatal de California en Los Ángeles, y voy a ofrecer un rápido resúmen del ensayo que salió publicado en Encuentros de animales. Esta antología editada por la querida y nunca lo suficientemente ponderada María Antonia González Valerio, con tapa de otra gran artista, Berenice Olmedo. El ensayo se titula “La máquina zoológica: especies en peligro de creación”. Y es parte de otro libro que tengo en preparación sobre la relación entre el arte y la transgresión entre la ética y la imaginación. En términos generales, el ensayo es una exploración de la naturaleza, a veces repulsiva, a veces shockeante, de algunas obras de bioarte en el siglo XXI. Trabajo en particular, las obras de Ionat Zurr, Oron Catts, así como las de Jennifer Willet y Steilerk. Valga antes aclarar que yo escribo desde una perspectiva y un género que, humildad aparte, creo haber inventado yo, que es la crítica ficción, es decir, un enfoque que mezcla la metodología filosófica con el impulso especulativo de la narrativa y de la ficción. Una de las ideas que inspiran este ensayo, es esa famosa frase de Alexander Kojève: “El hombre es una enfermedad fatal del animal”. Otra idea es esa pregunta tan citada que se hace Giorgio Agamben: ¿Qué es el hombre?, si siempre es ese lugar y a la vez el resultado de cesuras y divisiones constantes”. Es en relación a la naturaleza desestabilizadora de esta pregunta que exploro en este ensayo el significado y el impacto de algunas tendencias dentro del bioarte como escenario donde las tensiones biopolíticas, entre la conceptualización de la vida por un lado, y la liberación del flujo anárquico de la vida por el otro, entran en juego y se espectacularizan. En la medida en que la propia ética se está transformando en el bioarte, en un campo de expresión y experimentación, las fronteras éticas de nuestra imaginación también deben ser consideradas como objeto de especulación crítica. Y asumo en este ensayo, como una responsabilidad de la teoría crítica actual, la incursión en las fronteras de lo ilegal, de lo impensable, de lo inimaginable.

Antes de cerrar, quiero aprovechar para felicitar y celebrar junto con todos los autores de esta antología, entre los que se cuentan la propia María Antonia González Valerio, Polona Tratnik, Cuitlahuac Moreno, Kathy High, la salida de esta colección de ensayos que reflexionan tan creativamente sobre este tema que a todos nos interesa y nos intriga, el tema de la animalidad. Gracias.

 

Sixto Castro

[Habla María Antonia]: Sixto Castro es filósofo y el texto que presenta en el libro se llama: “El animal religioso”.

 

[Habla Sixto Castro]: En el pensamiento teológico contemporáneo, la relación con lo animal se ha interpretado, fundamentalmente, a partir del nuevo paradigma abierto por la biología evolucionista. En este contexto se ha planteado la cuestión del sufrimiento de los animales que había estado ausente en las teodiceas clásicas. La nueva sensibilidad religiosa y animalista ha vuelto a poner sobre el tapete un debate que ya encontramos en los escolásticos en el que se habla de la comunidad de las criaturas, a saber, la presencia en el cielo de los animales, es decir, su existencia transmundana. Probablemente nos encontramos hoy en una época de cambio, en la que las nuevas sensibilidades están propiciando modificaciones en la comprensión del lugar de los animales en el cosmos y de nuestra responsabilidades para con ellos. El estatus del animal es una más de tantas otras cuestiones ético-religiosas relacionadas con la cuestión del otro, del prójimo. No cabe, pues, desechar el potencial religioso para lograr un cambio sustancial desde dentro de la misma religión, en lo que respecta a la cuestión de los animales. A ese respecto, nada está escrito sobre piedra. Desde el paleolítico superior, cuando surge la expresión simbólica, los cazadores recolectores comienzan a pintar animales realistas o figuras que son medio humanas, medio animales, en las cuevas de Francia, España, Alemania y otros lugares. Desde entonces los animales han acompañado al alma humana en su viaje al otro mundo y han habitado allí con él. Cielo e infierno están poblados de animales y bestias que deleitan o castigan al ser humano. Es imposible imaginar o representar un castigo infernal en el que no estén presentes ciertos animales que dan tormento, del mismo modo que no se puede representar un paraíso en el que los animales no sean parte de esa felicidad primordial o escatológica. De este modo, los animales simbolizan la dimensión sobrenatural y espiritual. Desde los mismos orígenes de la conciencia humana, el somocismo de los dioses, los héroes y los hombres, ha convertido al animal en clave de interpretación de lo real. Los bestiarios medievales crean especies posibles e imposibles como grifos, centauros, micoleones, leucrotas, sirenas, catoblepas, mantícoras, que ocupan el papel de narradores de la experiencia humana y que aún lo siguen haciendo los bestiarios las nuevas religiones de nuestra época, fundamentalmente a través del cine. La historia del ser humano y la historia de los animales no humanos han corrido en paralelo, no solo en el ámbito biológico, sino sobre todo en el cultural. Largar la historia de la comprensión de los animales es entrar en los estratos más profundos de la comprensión que el ser humano tiene de sí mismo. Esto se ve de modo especial en la manera que los seres humanos tienen de integrar a los animales en cada una de las cosmovisiones religiosas. La religión es, por múltiples razones, indisociable de la presencia de los animales. La conceptualización de estos como compañeros, símbolos, númenes, presencias, augurios, enemigos o espíritus, los ha integrado de diferentes maneras en ese particular mundo de la vida que la religión constituye. Los ritos, los mitos, las danzas, la iconografía, las narraciones y los cantos religiosos están poblados de animales, y sin esa presencia ni siquiera cabe pensar en la religión. Los animales no son meramente elementos accesorios incorporados a un núcleo religioso preexistente. Sino que su presencia es parte insustituible y constitutiva de cualquier forma de vida religiosa.

 

Virginia López

[Habla María Antonia]: Virginia López-Domínguez, filósofa, “La consideración de los animales en el idealismo alemán y su entorno, o la fundación de la ecología y del derecho animal”.

[Habla Virginia López]: Tal vez se deba a que la preocupación colectiva por la consideración de los animales y sus derechos, sea relativamente reciente, pero lo cierto es que casi nunca se hace mención del importante papel que la filosofía alemana de finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX jugó, respecto de este tema. Puede que el olvido tenga que ver con el hecho de que los idealistas construyeron sistemas holísticos de pensamiento, donde la relación con los animales pasa desapercibida y se desvanece ante las múltiples conexiones que los individuos entablan con el mundo. Quizás el descuido se deba a que el idealismo suele pensarse como un solipsismo subjetivista, donde la naturaleza y el ámbito de la materia tienen escaso o nulo valor. O finalmente puede que la omisión esté conectada con la pretensión de la filosofía hegeliana de erigirse en síntesis absoluta de los movimientos filosóficos anteriores. Lo cual terminó ocultando todos aquellos pensamientos que cuestionaban su propia idea de que las únicas relaciones significativas son las que los hombres establecen entre sí. Sin embargo, si observamos cuáles eran las creencias u opiniones en torno a dicho tema, antes y después de esta época, las diferencias hacen evidente que algo muy importante debió trastocar la estimación humana hacia la vida animal. Adelantemonos con la respuesta y digamos que lo que se produjo entonces fue la fundación de la ecología y del derecho de los animales. En efecto, a finales del siglo XVII, predominaba la concepción antropocéntrica cartesiana que presentaba a los animales como autómatas, es decir, como seres inferiores, sin vida propia, simples máquinas carentes de alma y, por tanto, de inteligencia y de sentimientos, incapaces de tomar decisiones o incluso de experimentar dolor. En definitiva no se los distinguía de las cosas, y esto permitía liberarse de cualquier reparo, remordimiento o culpa a la hora de su utilización en beneficio de los seres humanos. Muy diferentes son las ideas de un siglo después, por ejemplo, en un Schopenhauer, que dice amar más a los perros que a los hombres y lega una renta para la manutención y cuidado de su querida mascota. O era un Nietzsche que tras contemplar en Turín cómo un cochero da latigazos a un caballo perezoso, lo abraza llorando para impedir que siga siendo castigado. La nueva actitud implica una conmiseración que derriba la barrera entre hombres y animales. Los pone a la misma altura o, como ocurre en Schopenhauer, coloca a los segundos por encima de los primeros. El proceso filosófico que explica este sorprendente cambio de mentalidad arranca en Alemania desde Leibniz, recibe la visión espinosista de la naturaleza como unidad divina animada por una única fuerza creadora que alimenta, desde el interior, todos los procesos parciales para producir los primeros esbozos de la teoría de la evolución con Herbert o Gute, y desembocar en la filosofía de la naturaleza de Schelling, donde todas las especies representan un determinado nivel de espiritualidad. Kant supone un cierto retroceso, pues, si bien reconoce que en algún caso se puede exigir respeto a los animales, éste no se fundamenta en su esencia, sino en la dignidad del hombre. Fichte se mantiene en la misma línea, pero aporta la concepción de que el cuerpo humano es solo el lado externo del espíritu. Finalmente, Krause recoge las vertientes de sus dos maestros Fichte y Schelling para convertirse en el fundador del derecho animal.

[FIN]

CulturaUNAM

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Semblanza María Antonia González Valerio

María Antonia González Valerio, filósofa, profesora de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México. Trabaja dentro de la línea de investigación de ontología-estética y dentro de la línea interdisciplinaria de artes, ciencias y humanidades. Directora del grupo de investigación Arte+Ciencia, el cual reúne artistas, académicas/os y científicas/os para trabajar interdisciplinariamente produciendo educación a nivel posgrado, investigación teórica especializada, creación artística y exhibiciones. Líder del proyecto de investigación “Medios y especies: ecología y evolución en la filosofía natural” con sedes en las Facultades de Ciencias y de Filosofía y Letras de la UNAM.

Prototipos para navegar

Qué sucede en los márgenes de las textualidades literarias, donde se renuncia a ellas y a través del experimento, la escritura deviene intermedial. O en sentido inverso, cuando la experimentación en otras disciplinas conlleva a la emergencia de textualidades aledañas a lo literario. Escrituras en código, juegos textuales, escrituras potenciales, especulativas, textos encriptados, variaciones, el juego como recurso en la creación, vínculos entre la ciencia, la escritura y la ficción, entre las diversas textualidades y la danza, la música.

En esta nueva etapa tomamos inspiración de las obras experimentales de Max Aub que emergieron a partir de procesos de escritura intermédiales y materialidades lúdicas, así como en la interdisciplinariedad de la práctica de este agente cultural clave en la cultura del siglo XX, cuya práctica atravesó medios, saberes y diversos ámbitos del conocimiento.

Tania Aedo

Tania Aedo

Anfitriona

Coordinadora de la
Cátedra Extraordinaria Max Aub

Especialista en Arte, Ciencia y Tecnología. Realizó la licenciatura en Educación Artística en la Escuela Superior de Arte de Yucatán y cursó estudios de Artes Visuales en la Escuela Nacional de Artes Plásticas de la UNAM. Fue directora del Laboratorio Arte Alameda y del Centro Multimedia del Cenart. Ha sido becaria del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (Fonca) y de la Fundación Rockefeller-Ford-Mc Arthur. Ha participado como ponente en foros internacionales: International Symposium on Electronic Arts (ISEA), RePerCuTe en la Universidad de California, Los Ángeles; y Artechmedia en Madrid, España. Ha colaborado en distintas publicaciones como Tekhné: Arte, pensamiento y tecnología (Conaculta, 2003). En 2010 formó parte del Programa de Alta Dirección en Museos. En la actualidad es la coordinadora de la Cátedra Max Aub. Transdisciplina en arte y tecnología de CulturaUNAM.

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