Punto ciego 3: Maternidades: el punk no ha muerto, somos las mamás
Alejandra Labastida, Núria Güell, Mónica Mayer, Adriana de la Rosa y varias mujeres invitadas comparten sus referencias sobre maternar, mientras discuten el impacto que ha tenido en su producción artística y su desarrollo profesional.
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Punto Ciego
Anfitrionas: Sol Henaro / Virginia Roy
Capítulo 3: Maternidades: El punk no ha muerto, somos las mamás
Rúbrica:
Houston tenemos un problema, hay un descenso de presión a la entrada de nuestro nervio óptico. No vemos el planeta, necesitamos mayor claridad.
Punto ciego, los objetos están más cerca de lo que parecen.
Una deriva sonora sobre temas urgentes en el cruce del arte contemporáneo, con entrega mensual Sol Henaro y Virginia Roy, curadoras del MUAC te dan la bienvenida.
Punto ciego, un podcast MUAC, CulturaUNAM
[Habla Virginia Roy]: Bienvenidas todas a este nuevo episodio Maternidades: El punk no ha muerto, somos las mamás, donde proponemos abordar la maternidad dentro de su compleja relación con las formas laborales y las dificultades que se desprenden de ello. Como dice Esther Vivas: “Ser madre queda reducido y normativizado a dos opciones, la de ángel del hogar o la de superwoman, que son los modelos que encajan en el sistema y que se espera que reproduzcamos indistintamente.”
En los últimos años se han multiplicado las voces críticas que apuntan a entender la maternidad como una dualidad, entre acto reproductivo y acto productivo, y que han señalado el trabajo de maternar como trabajo de cuidado no remunerado, cuya práctica suele ser invisibilizada por el entramado capitalista patriarcal. De ello dialogará Alejandra Labastida con Nuria Güell, seguida de una conversación entre Mónica Mayer y Adriana de la Rosa. En paralelo Alejandra Labastida ha invitado a varias mujeres a compartir y a leer su referencia sobre la maternidad. Gracias a todas por participar.
[Voz de la rúbrica]: Punto ciego
[Habla Cristina Ribas] ¿Es la maternidad obligatoria? ¿Cuáles son las condiciones de existencia de la maternidad? ¿Qué formas de sentido se producen entre la maternidad y un gran sistema de reproducción de la vida? ¿Qué otras formas de hacer maternidad nos atraviesan? Madres blancas, madres negras, madres indígenas, madres trans, madres… Una autora bahiana, negra, trabajadora social, Carla Akotirene, en su libro Interseccionalidad dice que tanto Andrew Lord como Achille Mbembe analizan que mientras las mujeres blancas tienen miedo de que sus hijos crezcan y que sean cooptados por el patriarcado, las mujeres negras temen enterrar a sus hijos, victimizados por las necropolíticas que, militar y confesionalmente, matan y dejan morir contra el discurso cristiano-elitista-blanco de valor a la vida y contra el aborto. Reiteramos que el aborto es un derecho reproductivo. Esta relación rota con la maternidad es una encrucijada teórica a la que no se puede escapar. Dice Carla: “Amamos a nuestrxs hijxs, a nuestras hijas, nuestros hijos, a los que tuvimos y a los que no y a los que el estado se llevó. Y nosotras mismas también nos cuidamos. Maternidades a afecto; matripotencias contra el patriarcado duro.
…
[Habla Daniela Merediz]: Cada vez que leo Una familia en Bruselas, de Chantal Akerman, o que veo No home movie, pienso en el video que hizo Sophie Calle sobre la muerte de su madre. Es una película de 10 minutos y no ocurre nada visible en ella. La cámara está al nivel de la cabeza de su madre, que descansa sobre una almohada, ella está acostada de espaldas. No puedes ver su respiración y no puedes ver cuando deja de respirar. Lo sé porque lo busqué. Su muerte es invisible. Me pregunto qué es más perturbador: ¿la invisibilidad de su muerte o el hecho de que la cámara la esté captando? No. Capturar es la palabra incorrecta. Presenciándola, documentándola de forma autónoma. Calle probablemente puso la cámara en un trípode y presionó el botón de grabación y su madre murió mientras estaba encendida. Muerte en tiempo digital. Es una de mis obras favoritas. No tengo ningún juicio sobre su fabricación, pero no creo que pudiera exhibirla. Tal vez podría imaginarme haciéndola, pero probablemente sería de mi propia muerte, en lugar de la de mi madre. Ni Sophie Calle ni Chantal Akerman tuvieron hijos, pero ambas hicieron obras sobre sus madres. Calle sólo después de la muerte de su madre; Akerman toda su carrera, que terminó poco después de la muerte de su madre. ¿Será que cuando no tienes hijos propios filmas la muerte de tu madre y cuando sí los tienes haces, en cambio, películas sobre tu propia muerte?
[Habla Paola Santoscoy]: “Me parece una lástima que tantas mujeres, incluida yo misma, hayan aceptado esta negación de su propia experiencia y hayan reducido su percepción de ella para hacerla calzar, escribiendo como si su sexualidad se limitara a la cópula, como si no supieran nada del embarazo, del nacimiento, de amamantar, de la maternidad, la pubertad, la menstruación, la menopausia; excepto lo que los hombres están dispuestos a oír; nada salvo lo que los hombres están dispuestos a oír, acerca del quehacer, la crianza, el trabajo de vida, la guerra, la paz; vivir y morir. Como se experimentan en el cuerpo y la mente y la imaginación femeninos. Escribir el cuerpo, como pedían Virginia Woolf y Hélène Cixous, es sólo el principio, tenemos que reescribir el mundo. Escritura blanca lo llama Cixous, escribir con leche, con leche materna.” Esta lección de escritura de Ursula K. Le Guin, es la más importante que he leído en los últimos meses. Si no fuera tan larga, me la tatuaría.
[Habla Sol Henaro]: Encontramos esta cita durante nuestra investigación y la publicamos en nuestro instagram @designignmotherhood hace algunos meses. Ilumina un espectro fundamental de la maternidad negra de los Estados Unidos y las relaciones asimétricas de poder maternal, que no se expresan en voz alta ni se reconocen lo suficiente en el discurso oficial. En 1973, en una entrevista televisiva, la autora Maya Angelou hizo la poderosa afirmación de que: [abro comillas] “tenemos que agradecer a las mujeres negras no sólo por mantener viva la familia negra sino a la familia blanca. Porque las mujeres negras han criado a una nación de extraños. Durante cientos de años, literalmente, amamantaron a los bebés que sabían que cuando crecieran violaría sus hijas y matarían a sus hijos” [cierro comillas]. Nos detuvo en seco y esperamos que detenga a otros que también necesitan escucharlo.
[Suena fragmento musical de “Mama Said” de The Shirelles]
[Voz de la rúbrica]: Punto ciego
[Habla Alejandra Labastida]: Hola Nuria, gracias por tomarte el tiempo de participar en esta conversación, en estos tiempos tan complicados. En tu práctica generalmente creas estas intervenciones, la ética de la institución de la producción cultural, donde fuerzas a ajustes a través de encuentros que están cuidadosamente coreografiados y escenificados con un guión, pues, me da la sensación en donde cada agente juega un rol o un personaje. Y en este juego, generalmente, tú tomas tu papel de artista y ciudadana, europea, blanca, ¿no? Que asume los privilegios de la condición que eso te otorga. Y, generalmente, por el otro lado está la institución. Y, generalmente, el tercer agente es un colaborador que se encuentra en una posición vulnerable y precaria en el sistema, ¿no? En una condición generalmente de explotación, muchas veces. Pero quisiera ahora hablar del momento en que tú previste que tu lugar en ese juego iba a cambiar y que se iba a invertir y de alguna forma la persona o el sujeto que iba a necesitar… que iba estar en una situación de vulnerabilidad y de precariedad, y que iba a necesitar un ajuste de cuentas ibas a ser tú. Y eso, que la persona vulnerable y expuesta serías tú misma. Y que lo que había que ajustar era tus propias condiciones y posibilidades de futuro en ese juego de relaciones con la industria de la que participas, de producción cultural. ¿Podemos hablar de esa pieza?
[Habla Nuria Güell]: La pieza a la que te refieres es Afrodita, se titula Afrodita y es una pieza que hice en el 2017, cuando me invitaron a participar en una exposición donde me pedían que analizara a la burocracia. Entonces lo que decidí fue centrarme en la burocracia que mediaba entre la institución cultural y la artista, en este caso yo. Y lo que les pedí, directamente, fue que gastaran todo el dinero de producción que tenía el museo para mi pieza, para pagar las cuotas de la seguridad social. Eso quiere decir, como para asegurarme durante los seis meses necesarios para poder cobrar la baja de maternidad cuando fuese madre. Bueno, un poco la pieza le daba vueltas a pues… bueno, hace referencia el título, ¿no? Afrodita. Lo bien que funciona el cuerpo de la mujer en los museos y también en los templos. ¿Pero qué pasa cuando la mujer tiene un cuerpo real y quiere ser madre? ¿No? ¿Qué pasa con la industria cultural? Básicamente, normalmente se queda en la cuneta, ¿no? Y, en mi caso, que siempre he trabajado para instituciones culturales, casi siempre públicas, lo que me encontraba es que si quería ser madre no tendría ningún tipo de derecho para cobrar la baja de maternidad. Entonces, por eso le pedí a la institución que me asegurara y así me la garantizara, ¿no? Y reflexionaba sobre la precariedad que hay en la industria cultural, pero sobre todo si eres mujer y quieres ser madre.
A la concreta, el proyecto consistió en trabajar con un abogado y hacer una cláusula legal que yo pedía al museo que incluyera en mi contrato con ellos, que decía que ellos me iban a asegurar durante los seis meses necesarios. Esta cláusula es una cláusula que cualquier artista o institución puede incluir en sus contratos, de manera que así garantizarían los derechos laborales a los artistas y a las artistas con los que trabajan. Que yo sepa ninguna institución la ha usado y, de hecho, el museo con el que hice el proyecto me dijo: “sí, sí, vamos a aceptar el proyecto que nos propones, vamos a gastar el dinero de producción en pagarte eso, pero no incluiremos la cláusula al contrato.” Eso yo creo que era para evitar crear un precedente y que otras artistas también lo pidieran.
Gracias a este proyecto Afrodita, el año pasado, cuando nació mi hijo, León, pude tener baja de maternidad durante cuatro meses que es lo estipulado en el reino de España, bueno, así lo llaman, así se consideran ellos.
Lo estaba pensando, ¿no? Que tienes razón. Que, en este caso, en esta obra Afrodita era yo quien estaba en la posición de que necesitaba este ajuste de cuentas con la institución, por mí posición de querer ser madre. Pero no creo que sea de las piezas que he estado en una posición más vulnerable. Quiero decir, en otras obras trabajo desde la posición de artista con los privilegios que tengo. Por ser europea, blanca, artista, española, lo que sea… Muchas veces, las operaciones que he hecho me ponen en una posición más vulnerable que las que he realizado con Afrodita, pero la cosa es que me pongo en esa posición por voluntad propia, por dejar ver algo de lo real que no es muy visible. Ahora mismo, al menos en España, todo lo que tiene que ver con lo femenino, con las mujeres artistas, como que se está potenciando mucho desde las instituciones, ¿no? Pero me da un poco de cosa que es así como a nivel de tema, de tema, como de temática, ¿no? Entonces funciona bien… les funciona bien invitar a muchas mujeres artistas. De hecho, ahora hay muchas exposiciones aquí, festivales que básicamente son mujeres. Pero hay algo que me parece un poco perverso de esta lógica. Por ejemplo, cuando estaba de jurado de un premio y había gente que me decía: “tienes que premiar… tenéis que premiar a una mujer.” “Tiene que ganar una mujer.” Y yo en aquel momento pensé: “pues si yo supiera que cualquiera de los premios que me han dado han sido porque soy mujer. Realmente no me haría ninguna ilusión.”
[Alejandra Labastida]: Claro, no es el proyecto en el que estás más vulnerable. Pero sí es la vulnerabilidad que no puedes evitar, ¿no? No la escoges, sino que es la que te asigna el sistema. Pensando en este horizonte de larga duración, de ajuste de cuentas sistémico, yo no descartaría la efectividad de las cuotas, en el sentido de sí, digamos, el museo no te dio tus cuotas de maternidad porque aceptó su responsabilidad social y laboral hacia una de sus colaboradoras, trabajadoras, ¿no? O sea, y de hecho se aseguró de que no se… como tú bien señalas, de que no se sentara un precedente, tuviste que, de alguna forma, forzar la situación. Pienso que se tendría que, entonces, sentar el precedente. O sea: “debido a la desigualdad histórica de representación a las artistas mujeres, este premio etcétera, etcétera…” ¿No? Y ahora que lo pienso, tendría que a lo mejor también haber una cuota de maternidad. Me pregunto, si no es precisamente como ese tipo de valor, que tú me has planteado, que está en el centro del patriarcado y que una de las formas de acabar con este sistema es, precisamente, salir del sistema de valor y no girar el valor hacia algo. O sea, no es revalorar lo femenino o la maternidad o lo que sea, sino que replantear esta noción misma de valor. Un poco insistiendo en las propias perceptivas que tu práctica abre de trabajarlo desde dentro y de jugar, mover los roles, desde adentro, para aprovechar esas coyunturas.
[Nuria Güell]: Estoy súper de acuerdo de que hay que reconsiderar, replantear la noción misma de valor, pero creo que hay que hacerlo de forma radical. De forma radical sería destituir sin constituir nada, con eso me refiero a lo mismo que tú decías: no sustituir un valor por otro, porque caemos en la misma lógica fálica, para nombrarla de alguna manera, de la que estamos intentando huir. Me refiero a que, por ejemplo, el tema de las cuotas. Pufff, al final otra vez estamos cayendo en la lógica identitaria que es la de: enfrentamiento, la de crear diferencia, la separación, la de comunidades… y por eso me parece que puede servir a corto plazo pero que el objetivo sería superar eso. Me parece que es una lógica del orden de la representación. Y lo que me interesa con mi práctica y lo que, por ejemplo, cuando he trabajado contigo, es complementar esto con una lógica de la afectación. Me parece que el cambio éste, del que estamos hablando, si es que hablamos de lo mismo, sólo se puede llevar a cabo desde la afectación de lo más íntimo: del sujeto. Por eso también cuando, no sé, con los proyectos que hemos hecho juntas, todas las contradicciones forman parte del mismo proyecto, toda la gente implicada forma parte del problema; incluyéndote a ti, incluyéndome a mí, como artista, como curadora, la institución, más allá del foco del proyecto, ¿no? Que me parece que a largo plazo lo ideal sería dinamitar el valor, porque si no estamos volviendo a adaptar los mismos patrones.
[Alejandra Labastida]: Salir del bucle ha sido precisamente uno de los motores detrás de la investigación que llevo algunos años haciendo… desarrollando con Helena Chávez, con miras a una exposición el año que entra en el MUAC sobre el maternar. Y uno de los textos que lo detonaron, escrito por el Colectivo Claire Fontaine, propone la experiencia en la maternidad como un proceso no acumulativo, y ellos dicen, por lo tanto, no capitalista. En el sentido de que toda tu energía y trabajo apunta a ya no ser necesaria, es decir que, si haces las cosas bien, tu hijo ya no te va a necesitar, ¿no? Vas a ser totalmente prescindible… Puede ser precisamente un lugar privilegiado para vislumbrar una salida del bucle. Y eso como una última pregunta. Quería preguntarte como ha afectado tu perspectiva la llegada de León.
[Nuria Güell]: Ah, estoy de acuerdo con lo que mencionas, sí me parece que la experiencia del maternar puede tener esa potencia de replantear las cosas o, al menos, pensar posibilidades para salir del bucle… Comentábamos, ¿no? Al menos, en mi caso, ha sido así. Seguro hay otras vías para llegar a ello, pero mi proceso ha sido paralelo a la llegada de León y al acompañamiento y al compartir tiempo de vida, intentando que sea vida vivible y deseable, ¿no? Eso es lo que ha puesto en crisis el orden simbólico que tenía inculcado y que te comentaba el otro día. Que me parece que es un orden de… que parte de la lógica, de la posición masculina, ¿no? Que tiene que ver con: el reconocimiento en el espacio público, toda la cuestión de la profesionalización, el éxito profesional, los tempos terroríficos de la industria cultural y sus exigencias. Sí, me parece que el maternar te hace… te da la posibilidad de replantear todo eso, ¿no? Otra cosa es si abrazas esa posibilidad o si no la abrazas. Eso ya dependerá de cada caso y de cada circunstancia materiales específicas. Pero mi caso, todo lo que te estaba comentando, ha salido después de esta experiencia. Y en este caso me parece que sí puede ser una experiencia subversiva, en tanto que implica una pila de interrogaciones éticas continuas, ¿no? No sólo en relación a tu persona sino a la persona que estás criando y en la manera de estar parados en el mundo.
[Alejandra Labastida]: Gracias Nuria por tomarte el tiempo de platicar con nosotros. Lo tenemos que dejar aquí por ahora, pero seguimos.
[Voz de la rúbrica]: Punto ciego
[Habla Natalia Iguiñuz]: Cada día se me hace más evidente la misoginia y, especialmente, el odio hacia las madres, que expresa nuestra situación. Un odio disfrazado de flores y endulzado con pasteles y galletas en forma de corazones. No nos perdonan nuestro poder. Como madre me hablan de amor y yo les hablo de odio. ¿Por qué? Pues porque no puedo entender cómo se puede pretender que una sola persona se ocupe de todo lo que hemos ido metiendo en el cajón desastre en el que se ha convertido la maternidad. No puedo entender que nos hayamos coludido con esa idea y no dejo de pensar en todas las expectativas de sacrificio y abnegación que cargamos, culpándonos de no hacerlo más felices.
[Habla Helena Chávez]: La vez en que, mientras cortabas las judías verdes de una cesta en el fregadero, dijiste de pronto, sin venir a cuento: “no soy un monstruo, soy una madre.” ¿Qué queremos decir cuando decimos superviviente? Un superviviente es, quizá, el último que llega a casa. La monarca final que se posa en una rama ya cargada de fantasmas. La mañana nos cayó encima. Dejé el libro. Las puntas de las judías verdes seguían partiéndose. Caían con golpes secos, como dedos sobre el acero del fregadero. “No eres un monstruo”, dije, pero mentía. Lo que de verdad quería decir era que un monstruo no es algo tan terrible, viene de la raíz latina Monstrum, mensajero divino de la catástrofe. Luego fue adaptado por el francés antiguo para referirse a un animal de una miriada de orígenes: centauro, grifo, sátiro… Ser un monstruo es ser una señal híbrida, un faro; a un tiempo refugio y advertencia. Leí que los padres que padecían trastorno de estrés postraumático eran más proclives a pegar a sus hijos, quizá haya en ello un origen monstruoso, después de todo, quizá ponerle la mano encima a tu hijo es prepararlo para la guerra. Decir que te late el corazón es nunca tan sencillo como la tarea del corazón de decir, “sí, sí sí”, al cuerpo. No lo sé.
[Habla representante de Madres Desobedientes]: Las madres somos desobedientes, nosotras criamos solas, no nos callamos, nosotras buscamos, nosotras quemamos. Nosotras ya no sólo lloramos porque ahora también luchamos. Nosotras somos madres porque así lo elegimos. Nosotras tenemos en nuestras manos el arma más fuerte para el verdadero cambio: una infancia libre.
[Habla Kenya Cuevas]: El ser una madre trans ha sido muy satisfactorio, ya que lo he aprendido a través de mis procesos de vida. A través de mi caminar en el activismo. Y, bueno, a través de la confianza que la misma comunidad va depositando en mi persona. Ya que, pues, me he involucrado mucho en acciones que vayan complementando su reinserción social y su acceso a los derechos humanos. El cuidar y proteger a las mujeres, LGBT y a las mujeres trans pues me ha forjado como esa figura materna, esa figura que todos deseamos y que la gran mayoría de las mujeres trans venimos careciendo, desde la infancia. Entonces, al cubrir estas necesidades y al tratarlas con amor, con cariño, con comprensión, por los procesos de vida (ya que yo también soy una mujer trans). Pues me han convertido en esa mamá ejemplar, ¿no? Y recuerden que nuestra mayor venganza va a ser que seamos felices.
[Suena fragmento musical de “Mi cuerpo es mío” de Krudas Cubensi]
[Voz de la rúbrica]: Punto ciego
[Habla Mónica Mayer]: Soy Mónica Mayer me defino como artista feminista y el tema de la maternidad ha sido fundamental en mi trabajo; tanto el que hago yo, de manera solita, como toda la producción qué hice con Maris Bustamante como grupo Polvo de Gallina Negra, que fue el primer grupo de arte feminista en México. Y uno de nuestros principales proyectos fue ¡Madres!, así, con signos de admiración, antes y después, y cursivas. Y en ese proyecto pues lo que planteábamos es que, de entrada, nos habíamos embarazado para entender realmente a fondo de qué se trataba ese asunto, con el apoyo generoso de nuestros esposos, que eran artistas y entendieron de qué se trataba nuestro trabajo. Nos habíamos embarazado, habíamos tenido hijas, porque éramos feministas, con dos o tres meses de diferencia, porque éramos muy científicas. Y, bueno, a partir de eso hacemos toda una serie de performances, proyectos (como Carta mi madre, etcétera), que hablaban sobre el tema de la maternidad, porque es en lo que estábamos metidas. De hecho, las dos fueron hijas, yo ya había tenido un hijo antes, y era una reflexión muy grande en términos de lo se esperaba de nosotras como mujeres artistas, que la mayoría de nuestras amigas desaparecían cuando tenían hijos y puff… De repente ya desaparecían del universo-mundo del medio cultural. Y las problemáticas siendo madre y tratando de pues llevar casa, trabajo, doble, triple, cuádruple jornada de trabajo para poder seguir haciendo todas estas cosas; los cambios físicos, en fin, toda una serie de problemáticas que hicimos. Y bueno, pues utilizamos el humor, entonces fuimos a nombrar a Guillermo Ochoa que tenía su programa Nuestro mundo, “Madre por un día”, porque decíamos era lo más maravilloso esto de ser madres para quienes lo habíamos deseado y buscado y que nos daba mucha tristeza que los hombres esa era una experiencia que se iban a perder para siempre, como tratando de darle la vuelta al asunto siempre, ¿no? Y pues otros proyectos como este de Carta a mi madre, que invitamos al público escribirle a su mamá todo lo que hubieran querido decirle y no se habían atrevido. Lo cual es muy interesante porque ahora se está rehaciendo, pero con Carta a las madres, de las mujeres asesinadas y desaparecidas. Entonces es muy interesante ver cómo ha cambiado su enfoque de la maternidad. Hace cuarenta años era esta problemática que queríamos que se visibilizara y, posteriormente, ahora pues es este drama tan terrible, ¿no? La madre dolorosa, dentro de los arquetipos de la madre.
[Habla Adriana de la Rosa]: Yo soy Adriana de la Rosa, me defino también como artista feminista. Incluso tengo un espacio que se llama Casa Rosa, que es un espacio pues que hace un frente feminista y también tratamos de luchar contra el adulto centrismo y la educación piramidal. Pues sí, como la realización de mí como madre fue un parteaguas mucho en mi producción. Creo que también tiene que ver mucho con haberme formado dentro de una ideología antisistema, ¿no? Porque desde muy joven pues formé parte de colectivas en favor de los derechos sexuales y reproductivos; estuve en el movimiento social del 2006 defendiendo mucho la postura de la mujer dentro del movimiento, porque siempre fue descartada. Para el 2012 fue que empecé a construir la idea de tener un propio espacio, un espacio autónomo donde yo pudiera hablar de esos temas, que, pues eran censurados o que están vistos de más, como la misma maternidad. Incluso empecé a darme cuenta que, pues, dentro del arte hablar de maternidad era incluso como poner una estaca en medio del camino, y decir: “bueno, elige tu camino. O eres madre o continuas en el arte.” Y ahí fue dónde… como que yo di el vuelco, incluida mi vida personal, que estaba siendo como bastante complicada en ese entonces, y descubrí que, pues, tenía que empezar yo a construir mi propia familia, pero no con la concepción de que mamá, papá y demás, sino más bien, qué era lo que yo quería tener alrededor de mí; qué tipo de personas, qué tipos de seres iban a conformar esa pequeña comunidad al interior de mi hogar que, pues nombramos así, como familia. Hice una pieza que se llama Doce años de mi vida, en la que yo me empezaba a cuestionar precisamente, cuántos años había yo pasado intentando conformar una familia y qué papel jugaba en ese entonces mi hijo, porque solamente tenía un hijo en ese momento, dentro de esa relación y dentro de mi maternidad. Y después de eso pues, viví durante mucho tiempo una relación bastante violenta y justo el video de una respuesta fue como tal cual una respuesta para mí, para darme cuenta que esa división había sucedido, se había roto la familia, porque era necesario, porque era necesario para mí, para mi hijo y para mi hija. Y que al mismo tiempo estaba yo buscando encontrarme en mi hijo y mi hija; buscar cómo me estaba yo construyendo a partir de cómo se estaban construyendo ellos y ellas, ¿no? Entonces por eso es que marco esta división, como que me di cuenta de que lejos de multiplicarme, lejos de hacer más seres parecidos a mí, me estaba yo dividiendo, porque cada uno iba a optar por su propio camino y, al final, pues mi maternidad iba a verse proyectada en sus propios seres, ¿no? Es imposible que yo pueda disociar mi maternidad de mi producción, aunque no literalmente aparezca el nombre de mis hijos o el nombre de cada sujeto que conforma mi familia, siempre está presente, es como desde donde parto en este momento.
[Mónica Mayer]: Ese proceso de construirse y reconstruirse, yo creo que eso ha sido fundamental para mí, en mi vida y mi trabajo también. Y luego también la situación de… y el cuidado que por lo menos, en mi caso, siento yo, de ellos hacia mí, y cómo acepta una, de repente, que la cuiden a una también. Me encantó eso que dijiste de que no sean reproducciones de esa voz que yo oigo todavía dentro de mí, de mi mamá, que de repente me sale, o de mi papá, y tengo que andarme ahí borrando, de: “ésa no soy yo, esa es la voz de mi mamá o de mi abuelita.”
[Adriana de la Rosa]: Ellos me están enseñando como también a ser un poco más abierta. Como a no quedarme con la respuesta que obtengo de una investigación formal, sino también como abrirme a respuestas muy sencillas que pueden estar a un lado de mí o debajo de la mesa. Pero, recientemente, tuve que ir a pintar un mural y todo se retrasó y, pues, yo siempre voy con mis hijos e hija a todos lados. En ese momento, pues con la contingencia, únicamente me puede llevar al bebé y estoy acostumbrada a que me la pongo en la espalda y trabajo. Desde ese momento, me hicieron a un lado, o sea, como empezaron a ver mi proceso y dijeron: “No ¿pero vas a poder?” “No, mejor te cuido al niño.” “No, mejor esto no.” “Mejor lo más sencillo…” Al final yo ya no pude hacer la pieza que yo tenía proyectada, porque decidieron que no me iba a dar tiempo o que, dentro de mis posibilidades, no iba a estar porque tenía yo a mi niña en la espalda. Esos puntos me hacen sentir muy vulnerable, porque mi voz es oprimida, ¿no? Desde mi quehacer, desde mi maternidad, desde mi propio interés por hacer las cosas. Y así, en muchos sentidos hay muchos puntos de quiebre en los que tener un niño en la espalda significa cerrarte la puerta.
[Mónica Mayer]: Bueno, yo de hecho, me asumí como feminista, aunque ya sabía del feminismo anteriormente, pero me empecé a asumir estando en San Carlos, en la Escuela Nacional de Artes Plásticas, ahora la FAD [Facultad de Artes y Diseño] de estudiante, y que una compañera habló sobre mujeres artistas y todos mis compañeros al final de la plática… bueno, nunca nadie había hablado de mujeres artistas, en esa época en la escuela de arte, ni de Frida Kahlo, porque no se mencionaba ninguna. Y al final de la plática mis compañeros que eran, bueno, pues es principios de los setentas, entonces los que venían del 68, que eran artistas, progresistas, liberales, todo esto… nos dijeron que las mujeres éramos menos creativas porque la creatividad se nos diluía en la maternidad. Y entonces yo dije: “ah, caray, esto está grave, ¿no? Entonces quiere decir que vamos a ser invisibles y que hay que cambiar toda esta situación.”
El día en que las problemáticas en torno a la maternidad se resuelvan, ya resolvimos todos los problemas del mundo, son problemas económicos, son problemas de salud, son problemas sociales, son problemas interfamiliares, son problemas… Entonces, el día en esos estén resueltos, ya resolvimos todo. Hice un proyecto hace unos años, a partir de visitar el archivo de Ana Victoria Jiménez, en el cual hay una foto de la primera manifestación feminista a la que voy, que era, precisamente por el aborto libre y gratuito, hace un titipuchal de años, también en los setentas, y empecé a hacer un proyecto con un grupo de artistas y activistas que se llamó Maternidades secuestradas. Y entonces hablábamos de toda esta problemática de… empezamos… las convoqué como en un pequeño grupo. “Bueno ustedes que son más jóvenes, que les dicen.” No pues a todas nos dicen que cuándo vamos a tener… Que ya cuándo nos casamos. Que cuándo tenemos hijos. Si ya cuando tenemos hijos, que cuándo es el siguiente. Esta presión de las familias a no dejar decidir a quien quiera que tenga y quien no quiera que no tenga, ¿no? Problemas de quienes abortaron y no quieren hablar de ello, porque todavía es una presión muy grande, que lo hicieron de manera clandestina hace muchos años. Problemáticas que… en la Ciudad de México es libre y gratuito el aborto y en el resto… y en otros estados hasta los abortos espontáneos son castigados. Problemas de miedo, a que si soy lesbiana me van a quitar a mis hijos. En fin, todas estas problemáticas y empezamos a hablar y a convocar por redes sociales, etcétera… a mujeres que hablaran de estas cosas. Se reunieron muchas. En fin, toda una serie de problemáticas que surgieron en el medio artístico, en específico, ¿no? De repente tienes hijos y te borran del medio artístico, creen que ya no eres seria y ya no vas a trabajar. Y lo mismo les pasa a las curadoras, y lo mismo le pasa a las historiadoras, a todo mundo, de repente ya no se puede…
[Adriana de la Rosa]: Hubo una vez una exhibición en el Centro Cultural Universitario de la UABJO [Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca] y era una exhibición como de mi generación y los hombres, la mayoría, habían pintado desnudos; que la mujer con su florecita, acostada en la cama, ¿no? Modelos, modelos. Y yo había puesto una vagina así que arriba decía: “No anunciar.” Y me dijeron, “no, pues es que no la puedes poner.” Y yo, “pero pues sí hay un motón de mujeres encueradas en las pinturas de los demás. Por qué yo no puedo poner mi vagina.” ¿No? O sea, y luego me la quitaron y tuve que poner otra pieza que no tenía nada que ver. Entendí como qué era el feminismo, ¿no? Y quise ser parte de eso. Como empezar a tener relaciones con amigas, de no tener miedo de presentarme a una mujer y decirle quién era, cómo pensaba… Aparte siempre he sido súper insegura y sufría acoso de niña y toda mi vida, y demás. Y siempre pensé que ese acoso venía de parte de las mujeres que eran quienes me señalaban, ¿no? Como de: “ella es esto, ella es lo otro.” Y que los hombres simplemente como completaban la misión al yo como hacerlos a un lado. Y entendí que, desde mi práctica, pues yo no podía seguir juzgando, desde mi moral machista, la obra de las demás mujeres y empecé incluir como esas reflexiones en mi trabajo.
[Mónica Mayer]: Así como hay muchos feminismos, hay muchas maternidades y se viven de manera muy diferente. Yo creo que quizá por eso mi respeto… bueno, alguna vez la Maris Bustamante y yo participamos en una manifestación a favor del aborto. Una en 1991, en la comisión… cuando estaba abriendo la Comisión Nacional de Derechos Humanos. Y fuimos con nuestras panzas a la manifestación. Y, de repente, nos veían como muy raro porque, cómo era posible que estuviéramos en una manifestación a favor del aborto con nuestras panzas. Y era precisamente eso: desde mi absoluto derecho a decidir ser madre, respeto tu absoluto derecho a decidir no ser madre. Y creo que de la misma manera es muy importante entender las diferentes situaciones de las maternidades en cada lugar. No es lo mismo mis problemáticas que pueda tener como artista, que es ser una mujer que tiene que abandonar su pueblo y a sus hijos para venirse a la ciudad trabajar de trabajadora doméstica en una casa para mandarle dinero a sus hijos. Y no es lo mismo embarazarte a los trece años porque no tienes educación sexual, o que te violen y te obliguen a tener ese hijo. En fin, es algo muy complejo, muy amplio, que se viene de muchas maneras muy diferentes, desde las más gozosas hasta las más terribles. Pero pues es una experiencia física fundamental que yo creo que de alguna manera pues sí tiene la posibilidad también de conectarnos, por lo menos, en ese nivel de experiencia con muchas otras mujeres, muchos puntos de vista. Entonces cómo ir entendiendo esa complejidad en una relación tan cercana como es la de tener hijos y la tener madres, ¿no?
[Adriana de la Rosa]: Creo que un punto clave es el lenguaje. Creo que sí he llegado al desarrollar de manera instintiva un lenguaje corporal que… con el ojito… Te haces cómplice con otra mujer madre. Y, justo, dentro de mi trabajo lo que me ha ayudado mucho a conciliar mi maternidad con los procesos artísticos, dentro de mi práctica, es el hecho de descubrir ese lenguaje, ¿no? De qué manera puedo conectarme con la otra persona, a partir de estos hilos en común que tenemos, y que se pueden entretejer de muchísimas otras maneras. Tanto como maternidades hay, podemos hacer chambritas que van a ser diferentes una de la otra pero que, sin duda, van a tener un punto en común.
[Voz de la rúbrica]: Punto ciego
[Habla Ekaterina Álvarez]: 27 noviembre de 2010, a las 17 horas, con 9 minutos. Hace 10 días en el semanario Vanity Fair, la cantante italiana Gianna Nannini apareció en portada con una camiseta con la inscripción: “God is a woman” (dios es una mujer). Había publicado una carta de la artista en la que explicaba su elección. Te llamaré Penélope porque me has esperado tanto antes de nacer. Has esperado a que yo esté lista. Tres veces no lo estuve, pero hoy sí lo estoy. Escribió refiriéndose a sus tres tentativas de embarazo. Estaba embarazada, me dieron ganas de vomitar. No quiero tenerlo, ni siquiera tienes que pedirlo. Trago pastillas, y de todos modos, hombre, no me he hecho niños pequeños. No, no, no y no. ¿Por qué debería cumplir con mi deber como mujer? ¿Para quién? ¿Para él? ¿Para ti? ¿Para mí? No tengo ningunas ganas de cumplir con mi deber, ni para ti ni para mí. No tengo ningún deber. Cuando todo terminó me dieron ganas de vomitar. Ahora es el momento para por fin animarse. Marlene tenía otros planes. Simone de Beauvoir dice “ni dios lo quiera”, y antes de que el primer niño llore debo liberarme primero y, al instante, me siento indescriptiblemente femenina.
“Indescriptiblemente femenina” apareció por primera vez en 1978 para el álbum de Nina Hagen Band, que nació 11 marzo de 1955, en Berlín.
[Habla Patricia Escalante]: El cuerpo femenino ha sido, a la vez, territorio y máquina, desierto virgen para ser explotado y línea de montaje dando vida. Necesitamos imaginar un mundo en el que cada mujer sea el genio que preside su propio cuerpo. En un mundo así, las mujeres realmente crearán vida nueva, dando a luz no sólo a hijxs. Sí, y como lo elijamos, sino también las visiones y el pensamiento necesarios para sostener consolar y alterar la existencia humana. Una nueva relación con el universo. La sexualidad, la política, la inteligencia, el poder, la maternidad, el trabajo, la comunidad, la intimidad desarrollarán nuevos significados. El pensamiento mismo se transformará. Aquí es donde tenemos que empezar.
[Habla Brenda Navarro]: Con la cintura quebrada, los coágulos arañando las paredes de mi útero y los ojos arenosos de no dormir, los primeros días con Daniel en mi vida, más que una dicha, era un suplicio ahogado. “Cállate”, le decía en un silencio amordazado entre los ojos, por miedo a que alguien escuchara el escozor que me causaba oírlo llorar, por ese no saber sobre vivir solo en el mundo. Si en el embarazo triste, pedregoso y mohoso que había pasado ya sentía un arrepentimiento de tener útero y hormonas e instinto maternal, en la maternidad misma, cada llanto de Daniel me rechinaba en el oído para constatarlo.
[Habla Alejandra Labastida]: Es cierto lo que dicen, que un bebé te da una razón para vivir, pero, también, un bebé es una razón por la cual no está permitido morir. Hay días en que esto no se siente bien. “¿Trabaja para el ejercito, señora?”, me dijo una francesa al principio de la guerra de Vietnam al enterarse que tenía tres hijos. La ventaja de la maternidad para una mujer artista dice ella. ¿Alguna vez has escuchado a alguien decir eso?
[Suena fragmento de audio “La que no quiera quemar todo, que no nos estorbe”, La historia de Marichuy]: Tengo todo el derecho a quemar y a romper. No le voy a pedir permiso a nadie. Porque yo estoy rompiendo por mi hija. Y la que quiera romper que rompa y la que quiera quemar que queme y la que no… ¡QUE NO NOS ESTORBE!
[Voz de la rúbrica]: Punto ciego
Créditos
Agradecemos a Nuria Güell, Alejandra Labastida, Mónica Mayer y a Adriana de la Rosa por su participación. Así como el apoyo de Resistencia Modulada y a las participantes en lectura.
Por orden de aparición: Cristina Ribas, Jill Magid, Paola Santoscoy, Michel Fisher, Amber Winick, Natalia Iguiñuz, Helena Chávez, Madres Desobedientes, Kenya Cuevas, Ekaterina Álvarez, Carmen Winant, Brenda Navarro y Alejandra Labastida.
Lectura de angloparlantes: Daniela Merediz, Sol Henaro y Patricia Escalante.
Fragmentos extraídos de:
- Línea nigra de Jazmina Barrera
- En la tierra somos fugazmente grandiosos de Ocean Vuong
- Of Woman Born: Motherhood as Experience and Institution de Adrienne Rich
- Little Labours de Rivka Galchen
- Anger and Tenderness de Adrienne Rich
- The Fisherwoman´s Daughter de Ursula K. Le Guin
Fragmento de canción:
- Mama said, interpretada por The Shirelles, álbum The Shirelles Sing to Trumpets and Strings
- Mi cuerpo es mío, interpretada por Krudas Cubensi, álbum Poderosxs
Extracto final:
- Yesenia Zamudio ante la CNDH.
Seguimiento de procesos de este episodio, Daniela Merediz
Logística y asistencia de producción, Mariana Camargo, Carolina Condés y Daniela Merediz.
Presentación y cierre por Joana Palomino
Gestión de Medios: Ana Cristina Sol
Revisión editorial: Vanessa López
Asesoría de contenido: Ekaterina Álvarez
Idea, locución, guion y producción por Sol Henaro y Virginia Roy
La presencia sonora de este podcast es cortesía de Arcángelo Constantini, bacteria.org.
Revisa nuestro hashtag #MUACdondeEstes y consulta nuestra programación en muac.unam.mx, programa Podcast, así como nuestras plataformas digitales.
Punto Ciego. Un podcast MUAC, Cultura UNAM. Punto ciego.
[FIN de Podcast]
2021
Semblanzas de las invitadas
Alejandra Labastida
Alejandra Labastida (Ciudad de México, 1979) es curadora adjunta del MUAC. Tiene una maestría en Historia del arte por la UNAM. Entre sus más recientes curadurías se encuentran Melanie Smith: Farsa y Artificio, Playing Innocent, Teresa Margolles:Sutura; Chto delat. Cuando pensábamos que teníamos todas las respuestas la vida cambió las preguntas y #Nomecansaré.
Núria Güell
Núria Güell (Vidreres 1981) es una artista cuya práctica se caracteriza por ser de confrontación, de cuestionamiento de evidencias y convenciones morales. No entiende la práctica artística como una práctica cultural sino todo lo contrario: una práctica social y políticamente necesaria en la que lo cultural y lo establecido se ponen en juego. www.nuriaguell.com
Monica Mayer
Mónica Mayer (México,1954) es una artista inconforme con las definiciones del arte que ha desarrollado un enfoque integral en el que, además de performances, dibujos o intervenciones, considera como parte de su producción artística escribir, enseñar, archivar y participar en la comunidad. Internacionalmente es reconocida como precursora y promotora del arte feminista.
Adriana de la Rosa
Adriana de la Rosa, Oaxaca 1988.
Artista feminista e investigadora. interesada en el entendimiento de los fenómenos sociales a través del arte, concibiéndolo como una herramienta de comunicación, principalmente entre lxs sujetos y su entorno. Considera el cuerpo y la voz como derecho a manifestarse y como medio para la comprensión de la existencia.
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Punto ciego
Los objetos están más cerca de lo que parece, un punto ciego ocurre cuando no podemos percibir lo que está cerca de nosotros: es la zona que nos impide ver partículas flotantes y acontecimientos que nos interpelan. Desde el arte contemporáneo, este espacio sonoro busca amplificar voces y enfatizar realidades con las que convivimos. Cada episodio es un diálogo sobre cómo el arte responde a determinadas coyunturas culturales, sociales y políticas, mediante procesos de trabajo, investigación artística y otros modos de extender las prácticas actuales.
Virginia Roy y Sol Henaro
Anfitrionas