Punto ciego 6: Extractivismos
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Punto Ciego
Anfitrionas: Sol Henaro / Virginia Roy
Capítulo 6: Extractivismos
Rúbrica:
Houston tenemos un problema, hay un descenso de presión a la entrada de nuestro nervio óptico. No vemos el planeta, necesitamos mayor claridad.
Punto ciego, los objetos están más cerca de lo que parecen.
Una deriva sonora sobre temas urgentes en el cruce del arte contemporáneo, con entrega mensual, Sol Henaro y Virginia Roy, curadoras del MUAC, te dan la bienvenida.
Punto ciego, un podcast MUAC, CulturaUNAM.
[Habla Daniela Merediz]: En este episodio escucharemos reflexiones sobre las distintas violencias provocadas por los extractivismos sistemáticos: desde el despojo y la desterritorialización, pasando por la especulación inmobiliaria, los monocultivos y los efectos de la minería, hasta otros no menos implacables como los apropiacionismos culturales. La extracción de bienes naturales, promovidos por intereses neoliberales o de capital privado, afectan tanto al medio ambiente como a comunidades enteras.
Congregamos las voces de Ariadna Ramonetti, Edgardo Aragón, Sandra Calvo y Miguel Fernández de Castro para compartir sus posicionamientos en torno a una realidad que ha cobrado la vida de activistas en diversos puntos del país y del mundo.
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Punto Ciego
[Habla Ariadna Ramonetti]: En tiempos recientes la noción de extractivismo ha cobrado una significación relevante a nivel planetario, dados los violentos procesos de despojo y desterritorialización que pueblos y comunidades enteras han sufrido gracias a la expansión del capitalismo global y los emprendimientos a gran escala de las industrias mineras, agrícolas, forestales y de hidrocarburos, que extraen y transforman bienes naturales comunes, para exportarlos como materias primas y comercializarlos en el mercado mundial; alterando drásticamente la ecología, el paisaje y el medio ambiente.
El arrebato de la propiedad comunal de la tierra se remonta al origen de la acumulación capitalista, mediante las primeras economías de enclave en las plantaciones coloniales que articularon también violencias simbólicas, estructurales, gestos y discursos jurídicos para instituir un orden de su coordinación, basado en el trabajo esclavo de poblaciones indígenas y afrodescendientes. Víctimas directas de la acumulación originaria que permitió a Europa desarrollarse, gracias al excelente colonial extraído de las entrañas del sur global. El impacto que históricamente han producido las economías en enclave para la instauración de monocultivos regionales, y los procesos de tecnificación de la agronomía y la minería, a gran escala, en los siglos XX y XXI, darán continuidad a las relaciones de dominación instituidas, desde la condición colonial, que aunadas a las políticas corporativistas y neoliberales actuales, respaldadas por máquinas de guerra en estado de excepción permanente, provocarán conflictos sociales al interior de diversas comunidades; disputas territoriales por el derecho al agua, imposición de obras de infraestructura estatal para la ocupación masiva de territorios, especulación inmobiliaria y financiera, desplazamientos humanos, militarizaciones y desapariciones forzadas de ambientalistas y defensores de los derechos de la naturaleza. Al tiempo que se irán fraguando resistencias campesinas, indígenas y negras al modelo extractivo exportador, por la violenta apropiación de los bienes naturales no renovables que estas industrias multinacionales provocan en los lugares en donde se sitúan, especialmente en América y África. Siguiendo a Eduardo Gudynas, este menciona que en los extractivismos actuales conviven distintos tipos de actividades, de acuerdo a condiciones tales como el uso de tecnologías, los volúmenes de recursos removidos o los niveles de mecanización. Por ejemplo, existen diferencias sustanciales entre pequeñas actividades mineras y los grandes tajos propios de la mega minería; así como son muy distintas las prácticas agrícolas tradicionales frente a los monocultivos mecanizados. Esas diferencias también responden a condiciones históricas donde unos modos de apropiación suplantaron a otros. En el caso de México, los cambios en las leyes principalmente agrarias y de hidrocarburos, desde los años 90, la participación del crimen organizado en actividades extractivas y la instauración de políticas neoliberales han permitido que, tanto las corporaciones transnacionales como los gobiernos, en un cínico ejercicio de imposición y necropolítica, desplacen y despojen a las comunidades de sus lugares de origen, fracturando el tejido social y la vida cotidiana de pueblos enteros, desatando así por una guerra encubierta, por parte de empresas, dedicadas fundamentalmente a la extracción de bienes naturales, pero también de otros proyectos de infraestructura estatal contra pueblos y comunidades enteras en, prácticamente, todo el territorio nacional. Como han advertido José Seoane y Emilio Taddei y Clara Algranati, el avance del extractivismo neoliberal carcome los mecanismos democráticos y promueve la privatización de la autoridad política, el uso de la violencia, el fraude, la corrupción y el autoritarismo. Porque el significado de “extraer” no refiere sólo al proceso técnico sino que remite también al proceso social de apropiación privada, por parte de grandes corporaciones empresariales de bienes naturales que eran de propiedad común o privada, sea individual o pequeña, y servían a la reproducción social de la vida local o constituyan parte del hábitat territorial.
Si revisamos la noción de extractivismo desde otras perspectivas, encontraremos también que las economías naranjas, algunos emprendimientos creativos, los discursos multiculturales (sobre la alteridad) y cierto tipo de investigación científica, emanada del norte global, incurren en prácticas de extractivismo epistémico, que cosifican y destruyen saberes ancestrales, para establecer una matriz neocolonial de poder, en favor de la reproducción ampliada del capital transnacional, similares a como lo llevan a cabo las grandes corporaciones dedicadas a la extracción de bienes comunes. Al respecto, Ramón Grosfoguel, basado en las intelectuales y activistas indígenas, Leanne [Betasamosake] Simpson y Silvia Rivera Cusicanqui, revela que en la mentalidad extractivista, todo objeto, tecnología o idea producida por las culturas indígenas que le sea útil es extraída y asimilada a la cultura de los colonizadores, sin tomar en cuenta a los pueblos que produjeron dichos conocimientos. El saqueo se hace excluyendo de los circuitos de capital simbólico y económico a los pueblos productores de esos objetos, tecnologías o conocimientos. Además de ser pueblos expoliados de sus recursos y destruidos, en su medio ambiente, por el extractivismo económico, son igualmente expoliados de sus conocimientos y tecnologías por el extractivismo epistémico. Si el extractivismo epistémico se apropia de las ideas de pueblos y comunidades para despojarlas de toda radicalidad política y después subsumirlas en los parámetros de la cultura occidental, como reflexiona Grosfoguel, cómo podemos entonces descolonizar los imaginarios culturales y las formas de representación contemporáneas para no incurrir en las mismas prácticas depredadoras que ha instituido en extractivismo económico en nuestra América.
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Fragmento sonoro de “Extractivismos” de No era depresión, era capitalismo
Esta crisis es social y económica. No es sequía es saqueo, es saqueo es saqueo…
[Habla Miguel Fernández de Castro]: Soy Miguel Fernández de Castro y pues soy artista visual. Estoy acá en Altar, Sonora. Una de las cosas que pienso constantemente, a partir de eso y del trabajo que realizo aquí en la frontera es que, contrariamente a la clásica noción de, digamos, tierras de nadie o esta aridez o de esta ausencia de la ley, que podrían padecer estos territorios, estas tierras fronterizas de acá del desierto de Sonora, no pueden entenderse a partir de esas nociones de frontera sin ley o estado de excepción, sino que es más bien la abundancia y superposición de distintas formas de propiedad y jurisdicciones. Es decir, lo que pasa aquí (y es algo de lo cual alimento constantemente mi trabajo) es: varios grupos de interés, simultáneamente, reclaman un mismo espacio. Pueden ser ranchos, parques naturales, reservaciones indígenas (que están aquí cruzando la frontera, en Arizona), concesiones mineras, rutas de tráfico, de contrabando; derechos de agua, de tala, de pesca, etcétera. Todo eso está siendo reclamado, simultáneamente, por distintos grupos. Y hay un surgimiento, digamos, de un orden muy violento y que creo que ha cambiado radicalmente en los últimos diez años, más o menos. Es decir, surgió un nuevo régimen territorial, aquí en el desierto de Sonora, en el cual se están creando constantemente fronteras internas y que sustentan actividades económicas legales e ilegales. Entonces, esta proliferación de fronteras es uno de los temas que me interesa mucho analizar. Y creo que podríamos también empezar a pensar a partir de ahí.
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[Habla Sandra Calvo]: Hola, pues yo soy Sandra Calvo, soy artista visual y un me dedico básicamente a prácticas comunitarias y colaborativas, proyectos como de largo plazo, de largo aliento. Bueno, quisiera primero dar como una especie de introducción, para ver de dónde viene el extractivismo. Justamente, es el último trabajo en el que yo llevo más o menos media década trabajando. Y, bueno, pues en mi trabajo yo trato más bien el tema del extractivismo en sus consecuencias más que en su acción, me interesa entender las formas en las que las comunidades, ya sea urbanas o rurales, se organizan para enfrentar el saqueo del territorio. Y el saqueo del que hablo es más bien el despojo del hábitat, principalmente. Entiéndase este despojo del hábitat desde un marco jurídico, en la defensa de la propiedad privada, pero también desde un marco que es más complejo, que es más amplio y simbólico, como el de la propiedad social o comunal o más bien la pertenencia ejidal. Entonces, en este sentido, pues el extractivismo ha expulsado a comunidades enteras de sus territorios; el territorio entendido como aquel lugar que está habitado, que está modelado, por fuerzas humanas o no humanas, donde básicamente el hombre realiza un montón de operaciones materiales y simbólicas que pueden ir desde sembrar, desde construir una casa, desde ejercer formas de representación o pagamentos en lugares sagrados. Y que todas ellas son imprescindibles para el sustento de la vida. Entonces, ante esta expulsión, pues las comunidades han tenido que idear formas de contrataque, a través de estrategias que yo he llamado en mi trabajo, pues estrategia duras y estrategias suaves. Por estrategias duras entiendo como el discurso oculto que le permite a todas las comunidades protegerse de la amenaza de un desalojo injustificado; son las tácticas clandestinas, básicamente, aquellos dispositivos de amurallamiento físico que desvían y contienen el ataque externo. Pero también están las estrategias suaves, que es más bien el discurso público que usan las comunidades para defender sus derechos y soberanía a través, pues, de códigos, de leyes, de asesorías de derechos humanos o de los propios rituales que rigen todas las políticas de vivienda y uso de la tierra. Pero, principalmente, un órgano muy importante que es la asamblea comunitaria, que es justamente el órgano de representación más importante en las comunidades que viven a la intemperie, ya sean urbanas o rurales. Y el proyecto en el que me encuentro trabajando ahora, justamente, está cruzado por estas estrategias de defensa. Y cuenta, de manera alternada, la historia de dos comunidades indígenas, una en el espacio urbano y la otra en el espacio rural, y cómo resisten a este desalojo y a este despojo. Son como ejemplos entrelazados de confrontación y resistencia ante estos proceso de desterritorialización. Una sucede, básicamente, en un predio en litigio, en el corazón de la Ciudad de México, una historia; la otra, en un terreno ejidatario, en el estado de Morelos. La primera historia narra cómo en 1999, aproximadamente en esa época, setenta familias indígenas invaden a través de un túnel un predio abandonado. Y tras la posterior gentrificación de la zona, pues la comunidad sufre como la constante amenaza del desalojo por parte de inmobiliarias y grupos de interés y grupos de choque. Y los moradores se ven como la necesidad de fortificar el predio, a la manera de un castillo medieval. Y, por ejemplo, una de sus estrategias es crear un sistema de puertas continuas a lo largo de un pasillo, que tiene como la intención de detener o demorar la entrada de los ganaderos, de la fuerza pública. Y generaron un manifiesto de resistencia, que es como un manual en donde vienen los pasos del derecho que se tiene a ocupar un predio en litigio, en estado de suelo ocioso y del derecho que tienen a habitarlo. Y esto es un ejemplo como de resistencia ante ese despojo, ante este extractivismo urbano, podríamos llamarle así. La segunda historia sucede en el estado de Morelos, donde pues como sabemos las comunidades ejidales, pues, casi todas han perdido en esta zona su soberanía alimentaria debido a un montón de razones, como el monocultivo, principalmente, y a la depredación de los bienes comunales, que van como del saqueo de los recursos naturales, como: la explotación de la piedra, tumbar montes, drenar pozas… Pero también de los bienes que son inmateriales, como: la anulación de la lengua, del conocimiento ancestral, del saber local y destruyendo… destruyendo un montón de vestigios arqueológicos y de sitios sagrados. Es un enclave, pues, de gran importancia hídrica y cultural para toda la región de Morelos, porque ahí comienza el área natural protegida del Corredor Biológico Chichinautzin. Es una tierra que, obviamente, no puede ser explotada ni enajenada ni urbanizada porque conforman los pulmones de la región. Y es un punto de recarga acuífera que provee de agua a todos los municipios adyacentes. Y si no existiera, pues no podrían incrementarse el flujo de los ríos ni las cascadas. Pues este lugar está en una profunda pugna, es una pugna entre cadenas hoteleras, entre inmobiliarias, entre taladores y empresas extractoras que llevan años tratando de comprar las parcelas de este ejido; tanto porque es bello como por su riqueza minera. Y hay una necesidad de dividir a los ejidatarios, pues, parcelando y fragmentando el territorio y privatizándolo. Entonces, los ejidatarios pues se han viso obligados también a incurrir en estas estrategias o prácticas clandestinas. Y en el caso específico de este lugar rural, pues estas prácticas van desde la revuelta armada, hasta la alteración perimetral de sus tierras. Para poner un ejemplo nada más: las trancas de alambre de púas y de madera, que normalmente sirven pues para delimitar las parcelas, pues ellos en la noche las van moviendo sigilosamente para recuperar el terreno perdido, ¿no? Es una práctica de los comuneros para regresar sus terrenos a su dimensión original. Es como una reacción ante el despojo y el robo ilegítimo de la tierra. Justamente, en ambos escenarios, tanto en el rural como en el urbano, pues estos megaproyectos, el proceso de gentrificación, la especulación inmobiliaria y la minería, y sobre todo, yo creo, que la manera desarticulada de construir unidad habitacional, pues ha llevado a ambas comunidades a una suerte de desempoderamiento cívico, y donde están en una amenaza constante, tanto de desalojos violentos como de desplazamientos. Por eso para mí hablar de extractivismo en estas zonas, en estos enclaves, y para estas comunidades en específico, pues es hablar de una violencia sistémica, pero que atraviesa todos los niveles: desde las políticas públicas, pero también hasta la corrupción del líder barrial o del consejo ejidal, que también pueden explotar a sus miembros. Y el proyecto pues justamente narra la memoria de esta confrontación.
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[Habla Edgardo Aragón]: Hola, mi nombre es Edgardo Aragón y soy artista. He venido trabajando, desde hace pues muchos años, la idea del extractivismo, no nada más como se entiende habitualmente que es la de llevarse los materiales pétreos, los minerales, de algún lugar a otro y convertirlos después en objetos tecnológicos o en objetos de joyería, etcétera, que aparentemente son útiles para la vida. El lugar donde vivo, que es Oaxaca, de siempre o desde la época de la colonia, sobre todo, se ha visto inmiscuida dentro de todo el embrollo que tiene que ver con llevarse las cosas de aquí, o sacar las cosas de aquí, para poder generar un beneficio en otro lado. La minería fue en un momento, la agricultura está sucediendo mucho, justo en este momento, y que es como el pie que estoy utilizando para poder empezar a repensar la idea del extractivismo, como aspectos ya inmateriales, o como aspectos que genuinamente involucrarían la cohesión social de algunas comunidades en Oaxaca. En el caso del mezcal, me parece la parte más obvia, en la parte del maíz, otra parte más obvia, que no nada más corresponde a Oaxaca, sino al territorio en general. Pero no nada más es una actitud grosera, sino que forma parte del enclave o del entramado político que se genera para poder, finalmente, generar una especie de apropiación, en este caso cultural. Hemos visto, en Oaxaca sobre todo, y yo lo he trabajado, que incluso el aire es algo que se puede extraer de Oaxaca, como parte de la riqueza que se puede generar en un lugar como éste. Y parte de lo que hablaba del entramado o de la estrategia que utilizan, sobre todo, este pensamiento en neo-conservador o extractivista o colonialista o de libre mercado, como se le quiera llamar en nuestros días, la actitud sigue siendo la misma: tiene que ver con romper el tejido social. Cuando rompes un tejido social logras acceder de forma muy fácil y muy llana, sin ningún problema, a alguna comunidad. En el caso de Oaxaca ha sido bastante complicado, durante más de 500 años, el lograr este control, debido que hay una especie de realización social nata, que hubo desde hace muchísimo tiempo, y que tiene que ver con la organización comunal en muchas comunidades de Oaxaca. Está extinto el tabaco, básicamente, en estos lugares porque quisieron mejorarlo y porque tiene detrás de sí todo una historia de sangre, como la tiene la gran mayoría de los extractivismos en el país. El otro extremo, bueno, el otro caso puede ser el de los mantos acuíferos, este lugar donde están ubicados todos estos monocultivos. Son lugares que fueron ocupados por el ejército o por la policía federal, muy poco después de que se aprobó la Ley de Aguas Nacionales, La Nueva Ley de Aguas Nacionales, donde se podían privatizar los mantos acuíferos. Y lo que yo estoy indagando es que en el gobierno de Peña Nieto lo que estaban tratando de hacer era privatizar las aguas de estos lugares para poder hacer fracking. Entonces, como hubo un cambio de régimen y una organización social después del peñanietismo se frenó un poco, pero lo que sucedió en este lugar fue que mientras estaba la guerra del narco en el norte trataron de irla desplazando cada vez más al sur. Entonces, mágicamente el Chapo se fugan de la cárcel, por segunda vez, y el pretexto para poder ocupar muchos territorios que estaban en posesión de los ciudadanos fue, justamente, la fuga del Chapo. Entonces, desplegaron a muchos efectivos por todo el país. Y uno de estos lugares, que no tenía violencia, que no tenía ningún conflicto armado de ningún tipo, de repente, se convierte en un baño de sangre. Porque son estos lugares en Oaxaca que todavía, a pesar de estar el régimen de uso de partidos políticos en su mayoría, la gran mayoría de las comunidades están organizadas en ejidos. Entonces, todos tienen voz y voto y todo; y la mayor autoridad siempre es la asamblea. Entonces: ¿cómo trató el estado de romper el tejido social? Fue a través de la creación de estos personajes.
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[Miguel Fernández de Castro]: En relación a mi trabajo, lo que estoy tratando de hacer aquí desde hace años es analizar, precisamente, estas nociones de ley, estos regímenes territoriales que se están implantando aquí y, de alguna manera, tratando de ser partícipe, hasta donde se pueda, de este entramado de procesos que están ocurriendo aquí. Un caso que creo que ilustra muy bien algo de mi práctica es el proyecto que realicé para una exposición en Arizona, en la cual mandé un ladrillo de unas ladrilleras abandonadas acá en el Sásabe, que es un pueblo fronterizo que era conocido porque ahí en la década del 2000 a 2010 era donde los migrantes saliendo de Altar, que está a 90 kilómetros al sur de la frontera, hacían su última parada, ahí en unas ladrilleras abandonadas que hay ahí en ese lugar, en este pueblo. Cuando me invitan a esta exposición en un museo de Arizona, justamente empiezo a pensar también en los intereses y en las necesidades de una institución gringa de incluir artistas mexicanos, un artista mexicano que esté trabajando sobre lo fronterizo y demás. Entonces, pensando sobre todo en estos ladrillos que, en algún momento, fueron ladrillos que se exportaban a Arizona; la producción de ladrillos también decae porque se acabaron el mezquite y la leña para los hornos. Entonces, estos ladrillos, para mí, adquieren un poder simbólico muy grande. Y lo que decido hacer para mi participación ahí era, de alguna manera, un comentario irónico, en cierto sentido, porque les mando un ladrillo, de estos que estaban abandonados en Sásabe, pero decido mandárselos con un traficante de drogas y personas. Entonces, lo que yo quería hacer era utilizar directamente el dinero, el presupuesto de producción del museo, para digamos, pues sí dárselo directamente a esta persona y de alguna manera, perpetuar y alimentar pos su trabajo, que es el que hace. Entonces fue una manera de pagar por un servicio, fue pues eso. Y esta persona lo cruzó por la misma ruta que cruza otras cosas y lo dejó en las puertas del museo. Para mí esta era una forma de hablar, precisamente, de uno de las rutas de trasiego que hay aquí en la región pero, al mismo tiempo, hablar de cómo esos dineros y esos flujos de capitales están circulando aquí.
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[Sandra Calvo]: Yo creo que casi todos los artistas o, como dice Edgardo, no importando la profesión, pero que de alguna manera están inmersos en los temas de expropiación, de extractivismo, de una especie de colaboración con la comunidad, ya sea que seas parte o no de esta comunidad, pues están sujetos a un cuestionamiento. Y, justamente, a un cuestionamiento de que quien lo hace puede estar vampirizando, puede ser también un extractivista más de ese lugar, para fines personales. Pues muchos creen que esta responsabilidad cívica y social tiene que ver con el activismo, yo no estoy todavía tan segura de eso. Yo todavía guardaría una distancia entre lo que es el trabajo de un activista y el trabajo de un artista, incluso pues por la manera en la que se implica y se compromete un activista en el sitio. Por eso yo creo mucho en los proyectos y en los dispositivos de diálogo, pero sobre todo que estén ubicados en ese sitio específico, en ese locus de conflicto. Y que sirvan ahí de manera material o inmaterial para la comunidad, que tengan sentido y significado en ese sitio. Y para mí es donde emerge el poder artístico.
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[Edgardo Aragón]: Pero eso de pensar para qué sirve lo que hacemos nosotros y por qué, es algo yo me lo cuestiono todos los días, casi cada que me levanto o cada que estoy haciendo algo que tiene que ver con el arte. Y también me lo cuestionan mucho desde fuera, porque la gran mayoría de la gente que luego conoce mi trabajo o que ha platicado conmigo sobre mi trabajo, me pregunta que y eso para qué les sirve a las comunidades de Oaxaca, en donde yo me voy a meter. Pero muchas veces pasan por alto que yo soy parte de esas comunidades, o sea, yo soy un habitante de ese lugar, que está hablando desde la perspectiva de un habitante de esos lugares. Entonces, me parece bastante a veces conflictivo tratar de entender o de pensar mi práctica artística dentro de lo que la gente entiende como práctica artística en estos lugares. Porque, justamente, el principal problema de la gente o de la desconexión que tenemos con la gente, es que se le dejó el santo patrono de las artes, en general, a un sector de la sociedad y se le negó al otro. Y eso, históricamente, no ha sido así, realmente el arte tenía una función específica dentro de las sociedades, y lo único que hemos logrado, durante los últimos cincuenta años, ha sido alejarnos cada vez más de los grandes sectores de la población donde funcionaba el arte. Entonces, la gran pregunta viene ahí, viene dentro del cuestionamiento en donde: ¿Qué es lo que tenemos que hacer para poder aterrizar el arte, otra vez, dentro de sus contextos originales? Porque lo único que estamos haciendo en su gran mayoría los artistas, y yo me incluyo, es tratar de generar una economía alternativa, casi como un mercado negro, en donde solamente los más ricos tienen acceso a estos aspectos de la cultura que pertenecen a todo el mundo.
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Fragmento sonoro de “Basta” de Canciones urgentes para mi tierra.
Tierra devastada, cianuro en las piedras, leyes olvidadas…
Créditos
Agradecemos a Ariadna Ramonetti, Edgardo Aragón, Sandra Calvo y Miguel Fernández de Castro por su participación en esta entrega, así como el apoyo de Resistencia Modulada.
Para este episodio incluimos fragmentos sonoros extraídos de “Extractivismos” interpretada por el colectivo chileno detrás del proyecto No era depresión, era capitalismo; “Basta” interpretada por alumnos de diversas escuelas rurales de la provincia de Santa fe, Argentina, como parte del proyecto artístico pedagógico Canciones urgentes para mi tierra.
Coordinación: Mariana Camargo, Carolina Condés, Sol Henaro, Daniela Merediz y Virginia Roy
Logística y asistencia de producción: Mariana Camargo, Carolina Condés y Daniela Merediz
Presentación y cierre por Joana Palomino
Gestión de Medios: Ana Cristina Sol
Revisión editorial: Vanessa López
Asesoría de contenido: Ekaterina Álvarez
Idea, locución, guion y producción por Sol Henaro y Virginia Roy
La presencia sonora de este podcast es cortesía de Arcángelo Constantini, bacteria.org.
Revisa nuestro hashtag #MUACdondeEstés y consulta nuestra programación en muac.unam.mx programas/podcast así como en nuestras plataformas digitales.
Punto Ciego
Un podcast MUAC, CulturaUNAM
[FIN]
Semblanzas
Edgardo Aragón (Oaxaca, 1985)
Egresado de la carrera de Artes Visuales en “La Esmeralda”, Aragón indaga el complejo escenario de la sociedad actual y la historia reciente mexicana a partir de trabajos eminentemente audiovisuales, pero también a través de fotografías, piezas sonoras, instalaciones, dibujos y pinturas. Su obra, centrada sobre todo en los acontecimientos y la historia del estado de Oaxaca, se vale igualmente de la memoria familiar, relatos personales, eventos históricos y cuentos populares, sobreponiendo el paisaje geográfico con el de la memoria y la historia.
Sandra Calvo
Artista visual de prácticas sociales, su obra muestra una reflexión política y estética sobre las problemáticas de la vivienda, la migración, la informalidad, la autoconstrucción, la apropiación del espacio, el desalojo, el despojo del territorio y la auto-organización como forma de resistencia. Ha realizado residencias e investigación artística en América y Asia, principalmente. Su trabajo ha sido exhibido en bienales, museos, instituciones y espacios independientes alrededor del mundo. Representó a México en la XII Bienal de La Habana y en la 17 Bienal de Arquitectura de Venecia (2021).
Miguel Fernández de Castro (Sonora, 1986)
A través de fotografía, video, dibujo, escultura y escritura, Fernandéz de Castro investiga cómo las economías extractivas y criminales transforman materialmente un territorio. Su trabajo ha sido expuesto en el Museo Jumex; Whitechapel Gallery; e-flux; Museo de Arte Moderno; entre otros. Fue becario del FONCA y actualmente del Digital Borderlands, Mellon Foundation. Ha realizado estancias de trabajo en Ashkal Alwan; PAOS; y Casa Gallina-InSite; entre otros. Fue seleccionado por Ballroom Marfa para el Artists’ Film International (AFI) 2020.
Ariadna Ramonetti Liceaga (Ciudad de México, 1980)
Es candidata a Investigadora Nacional (SNI-CONACYT) y Doctora en Antropología Social por la Universidad Iberoamericana; especialista en Epistemologías del Sur por el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO)- CES-Portugal, y profesora-investigadora de tiempo completo en la Escuela de Arte y Diseño de la Universidad de Monterrey. Desde 2016 edita la revista Islario, que busca divulgar desde el arte, las Ciencias Sociales y el periodismo de investigación procesos relacionados al despojo de agua, tierra y territorios que sufren diversas comunidades en México.
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Punto ciego
Los objetos están más cerca de lo que parece, un punto ciego ocurre cuando no podemos percibir lo que está cerca de nosotros: es la zona que nos impide ver partículas flotantes y acontecimientos que nos interpelan. Desde el arte contemporáneo, este espacio sonoro busca amplificar voces y enfatizar realidades con las que convivimos. Cada episodio es un diálogo sobre cómo el arte responde a determinadas coyunturas culturales, sociales y políticas, mediante procesos de trabajo, investigación artística y otros modos de extender las prácticas actuales.
Virginia Roy y Sol Henaro
Anfitrionas