Joan Brossa (Barcelona, 1919-1998) fue un artista y poeta pionero de las artes de acción. Desarrolló su práctica a partir de los años cuarenta, en un contexto sociopolítico marcado por la dictadura franquista y en una situación cultural caracterizada por la ausencia de propuestas vanguardistas e innovadoras. Su obra atraviesa el teatro, el cine y la música, además de haber entablado colaboraciones y relaciones cercanas con muchos artistas y pensadores de su tiempo.
A partir del 30 de octubre, el Museo Universitario Arte Contemporáneo (MUAC) exhibirá, en colaboración con el Museu d’Art Contemporani de Barcelona (MACBA), la exposición Poesía Brossa. Se trata de la primera revisión que se realiza en México de este fundamental artista catalán a través de sus libros y sus investigaciones plásticas. Bajo la curaduría de Teresa Grandas y Pedro G. Romero, esta muestra monográfica reúne cerca de 500 obras y una amplia selección de documentación procedente del Fondo Joan Brossa.
Cruce de lenguajes y renovación
Los trabajos de Brossa siempre se encuentran en el cruce de lenguajes. La poesía suma acciones, imágenes y objetos. En ese sentido, la muestra es una revisión de su trabajo a partir de tres cualidades: la oralidad, lo performativo y la antipoesía.
Desde sus inicios, Brossa lleva a cabo un trabajo de renovación estética fundamentado en la investigación literaria y artística. Su vasta producción no deja de buscar nuevas formas de expresión y de experimentar con diferentes medios.
Poesía Brossa se inicia en el momento en que se forjan y definen los rasgos de la poética de Joan Brossa, con sus primeros escritos que datan de la guerra civil española. En la exposición se recogen aspectos de la obra de Brossa como la crítica a la mercancía, el concepto poético del lenguaje, la antipoesía o el transformismo, además de gestos y acciones políticas.
La muestra se estructura en cuatro núcleos. El primero, Sí, me hizo Joan Brossa, recoge algunas de sus influencias más destacadas, el momento de la guerra civil española en la cual participó desde el bando republicano, cuando escribió su primer texto, así como sus experimentaciones iniciales y la deriva hipnagógica que se articuló a través del grupo Dau al Set. También se muestra su giro materialista afín al desplazamiento informalista de Antoni Tàpies o la influencia de Joâo Cabra de Melo, entre otros aspectos. El segundo, Otros itinerarios, revisa la poética brossiana a través del transformismo y de lenguajes no considerados convencionalmente artísticos, pero que Brossa incluye en su gramática personal, como el streaptease y la magia, entre otros. Estos elementos son el eje vertebrador de la entidad política de su trabajo. En el tercero, Juegos de imágenes, se expone una amplia selección de las Suites (1959-1969) y los Poemas habitables (1970), en los que Brossa incorpora elementos a modo de juegos o diálogos con la página que tienen como resultado un vasto lenguaje poético basado en intervenciones mínimas que configura su práctica experimental, su poiesis. En el último apartado, Una recapitulación visual, se presenta un reenactment de un diseño expositivo inspirado en tres exposiciones realizadas entre 1988 y 1989 en tres galerías (Mosel&Tschechow de Múnich, Joan Prats de Barcelona y La Máquina Española de Madrid). El giro hacia el objeto determina una economía de la imagen, de la práctica artística y de su propia posición como artista.
La ironía y lo cotidiano como elementos esenciales
Una larga tradición crítica fundamentada en lo irónico y lo mordaz precede al trabajo de Brossa, comenta la co-curadora Teresa Grandas en el Folio de la exposición. “Se nutre de lo cotidiano, de la ironía y el sentido del humor, para denunciar la crueldad del régimen de Franco y la falsedad de la iglesia católica, para rasgar y demoler la sociedad burguesa y el mercado en que convierte todo […] Brossa siempre se definió como poeta, pero sin poner límites, entendiendo la poesía como forma de vida, como una experimentación constante, abierta y plural, en la que el humor y la ironía eran esenciales”.
Otro de los temas por los que se sentía atraído el artista es el cabaret y especialmente el striptease. Su interés residía no tanto en la revista convencional que dice todo desde el escenario, sino en la utilización de la metáfora y la imaginación para dialogar con el público, para interpelarle.
“La magia, fundamental en toda la obra de Brossa, perturba la interpretación de lo real y aparente de las cosas. Esta magia se produce como inclusión, en el lenguaje teatral, de un elemento proveniente de la cultura popular que se centra en descubrir el cuerpo desnudo, cuando la desnudez está prohibida por obscena. Brossa contraviene el orden fascista establecido y la moral católica de España durante la dictadura de Franco, pero también hay un gesto de insubordinación al propio lenguaje del striptease, pues el objetivo no es tanto el cuerpo desnudo sino el juego de ‘poner al descubierto’ nuevamente lo que está por aparecer, en una suerte de prestidigitación. Brossa entiende el cabaret como una expresión antirretórica, como una acción”, señala Teresa Grandas.
Juego de malabares
De acuerdo a la co-curadora, Joan Brossa utiliza lenguajes diversos y los extrapola, los subvierte, los entrecruza, los lleva al límite utilizando la simplificación de formas tan extraordinarias que, en la operación de desmaquillaje, desvela un cuerpo mucho más intrincado de lo que parecía a simple vista. También, en su obra, llega a abordar técnicas complejas, como la sextina en poesía, para ejercitar al extremo la palabra y la imagen. Pero también escribe poemas transitables, que pueden ser recorridos, así como el teatro irregular, contrario a la regla, que no se ajusta al paradigma. Juega contra la ejemplaridad y contra los esquemas formales. Con estos “malabares”, sus poemas adquieren una cualidad de calcomanía, la imagen ya estampada, inversa, algo que se adhiere a la realidad: Brossa juega con permutaciones formales, es un creador de estrategias. “Brossa irrumpe, interrumpe y disrumpe las narrativas convencionales, los lenguajes. La magia y la poesía tienen mucho que ver. La imaginación, los cambios, las transformaciones, el hecho de hacer aparecer y desaparecer objetos, textos e imágenes, componen una suerte de juegos malabares en los que el poeta mantiene el equilibrio entre los ingredientes, los elementos, las palabras o los dibujos, como una receta que se reinterpreta, una partitura musical que se vive […] Es un minucioso inventor de estrategias, un insumiso frente a la cultura oficial, frente a la alta cultura; rentabiliza las contradicciones del propio sistema y se escurre entre ellas”.
Poesía Brossa está organizada por el Museu d’Art Contemporani de Barcelona (MACBA), en colaboración con Artium, Vitoria, el Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA), el Centro Cultural Kirchner (CCK), Buenos Aires, y el Museo Universitario Arte Contemporáneo (MUAC), UNAM, Ciudad de México.
En colaboración con el Departament de Cultura de la Generalitat de Catalunya, el Gobierno de España y Acción Cultural Española, el Institut Ramon Llull, el Centro Cultural de España en México, DGECI (UNAM) y Banco Sabadell. En colaboración con la Fundació Joan Brossa.
Poesía Brossa
Sala 9
Del 30 de octubre de 2021 al 27 de marzo de 2022
https://muac.unam.mx/exposicion/poesia-brossa
Joan Brossa
Poeta en el sentido más amplio de la palabra, Joan Brossa (Barcelona, 1919-1998) produjo una extensa obra que comprende experimentaciones en diferentes lenguajes. En los años cuarenta conoció al poeta J.V. Foix, uno de sus referentes literarios, y también al filósofo Arnau Puig y a los artistas Modest Cuixart, Joan Ponç, Antoni Tàpies y Joan-Josep Tharrats. Con ellos fundó el grupo y la revista de vanguardia Daual Set (1948), en la que colaboró con textos surrealistas que consistían en la escritura de imágenes oníricas e hipnagógicas próximas al automatismo psíquico. Fue el inicio de una amplia obra literaria que utilizaba el lenguaje como medio de experimentación y que condujo a su autor a la poesía visual, la dramaturgia, la escultura y el performance. Los elementos de su poesía, como la ironía, la asociación, la descontextualización y el rechazo de la diferenciación entre palabra y objeto, cristalizaron en la confección de objetos. Su trabajo refleja las inquietudes que se habían ido acumulando a lo largo de su itinerario poético: la búsqueda de la magia cotidiana, la denuncia social y la transgresión. Al final de su vida, Brossa recibió un amplio reconocimiento con numerosas traducciones de su obra escrita, exposiciones de su producción artística y premios, que le situaron como una de las principales figuras de la vanguardia catalana. Además de su producción literaria, la producción plástica de Brossa pudo verse en numerosas exposiciones y retrospectivas como la de la Fundació Joan Miró de Barcelona (1986), el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía de Madrid (1991) y nuevamente en la Fundació Joan Miró de Barcelona (2001), entre otras.