El trabajo de Tessa Mars, nacida en Haití, rastrea las políticas identitarias entre la población migrante de su país y expresa un imaginario decolonial desde el encuentro espiritual entre lo humano, otras formas de vida, la naturaleza, el territorio y la formación de comunidad.
En Nan Dòmi. Las canciones que cantamos, Mars toma un sueño personal y un arrullo creole haitiano como punto de partida para meditar sobre el viaje migratorio, la memoria y el reconocimiento de las violencias históricas que aún se perpetúan hoy en día. “Dodo Titit” es una canción de cuna que se canta a las infancias en Haití, misma que la mamá de Mars solía entonar. Si bien esta canción provoca una sensación reconfortante, su misterioso efecto parte de una lírica donde el miedo promete guía y salvación.
En la cotidianidad de Mars, este canto se ha presentado de diferentes formas. Entre ellas, la visita en sueños de árboles y paisajes en los que yace una persona viajera. En esa otra temporalidad, atestiguamos la espera suspendida por el descanso. Al final, es el insomnio el que la arrastra por el trayecto. Al contarnos este sueño, Mars evoca una marca metafórica que conjunta la sabiduría ancestral con las experiencias de lucha de los dreamers o migrantes haitianos, en la ineludible búsqueda por el buen vivir.
Curada por Eva Posas (MX), la tercera exposición de nuestra sala dedicada al arte joven latinoamericano presenta la obra de Tessa Mars, artista haitiana que, a través de pinturas, piezas de audio y objetos de papel maché, explora ideas como la migración, el sentido de pertenencia, la espiritualidad y la construcción de la identidad comunitaria.